“La palabra escrita es la que prevalece”

Por Nicole Martin

En la intersección de la Avenida San Juan y la calle Lima, en un café porteño tradicional elegido por él, el hincha de Boca habla de su relación con el fútbol y el boxeo y su trayectoria periodística. Escritor del libro “El fútbol que le gusta a la gente”, tiene 72 años, de los cuales pasó 46 escribiendo en Diario Clarín.

A una semana del estreno de “Polémica en el bar”, una producción de Telefé donde trabajará junto al actor Miguel Ángel Rodríguez y el conductor Mariano Iudica, el fanático de Riquelme afirma que la televisión lo divierte pero que continúa en el diario porque el gráfico es el periodismo más valioso y lo demás “se lo lleva el viento”.

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-¿Cuánto hay de Horacio en tu personaje televisivo?

-Mucho, aunque no es absolutamente real. Exagero todas las cuestiones. Si yo no hago un poco de movimiento, el programa se cae. La televisión es dinamismo. Casi todo es improvisado, yo no planeo nada. En los enojos el 70% es real, pero también lo llevo al extremo. Me divierto muchísimo. Soy un discutidor y siempre fui igual, pero acá me pagan, así que es mejor.

-¿Qué te motiva a seguir trabajando en Clarín?

-El agradecimiento por el camino recorrido. A mi profesión le debo muchísimo, con Clarín conocí el mundo. Tengo setenta viajes a Europa, ochenta a Estados Unidos y once a Oriente. Sé que no lo hubiera hecho por mi cuenta.

Por otro lado no me aburrí, porque hice todo el ciclo en Clarín: fui colaborador, redactor, encargado, jefe y prosecretario. Ahora simplemente, columnista. Sigo en el diario porque para mí, el periodismo más valioso es el gráfico. La palabra escrita es la que prevalece, la otra se la lleva el viento. El diario te da prestigio y la televisión, popularidad.

-En cuanto a tu libro, ¿vos escribís sobre el futbol que le gusta a la gente o proyectás el que te gusta a vos?

-Había un eslogan que decía «A nosotros nos gusta ganar», como si de una obviedad se pudiera hacer una bandera. ¿A quién no le gusta ganar? Yo no conocí a un solo tipo que le guste perder.

Una vez tuve una charla con Adrián Paenza, que ahora es matemático, pero en ese tiempo era periodista deportivo, y me preguntó quién era yo para saber cuál es el futbol que le gusta a la gente. Le contesté que si no lo supiera, no podría trabajar en el periodismo deportivo hace tantos años. Veo como disfrutan las maneras de jugar. Y está comprobado con Omar, porque yo identifiqué su juego desde un principio y después lo empezó a adorar la gente.

– Ya que lo mencionas, ¿no te parece que tanto fanatismo por Riquelme es un poco exagerado?

-Yo diría que no. Eso empezó cuando estuve en Tokio, Román tenía 22 y escribí una nota en un diario donde le hablaba a los japoneses y les explicaba que ese era el mejor jugador de la Argentina. Es un tipo que entendía el juego, no habrá otro jugador igual. Puede que Messi sea muy fuerte, pero no tiene el entendimiento del juego que tiene Román. Cualquier entrenador del futbol argentino te va a decir que es el mejor.

Los únicos que dicen lo contrario son los periodistas, porque se quieren hacer notar haciéndose los cerebros y jueces de la situación. Después se hizo un juego obsesivo, en la calle el 50% de los tipos me gritan «Aguante Román». Se creen que soy el viejo. Una vez que la cosa se fue por ese lado, pude haber cometido algunas equivocaciones, en aras de defenderlo siempre. Fue triste cuando se retiró y hubiese sido ejemplar que lo hiciera en Boca, pero también estuvo bien en Argentinos, que fue donde hizo inferiores.

-¿Te sentís el Riquelme del periodismo deportivo?

-No, aunque hice una carrera que me hace sentir satisfecho. Tengo un premio Konex, que es el que más me gratifica porque está relacionado al periodismo gráfico. Tengo una carrera muy larga y ya hubo dos renovaciones en el medio, quedan pocos de mi generación.

Soy bien conocido en el medio, más allá de mis payasadas. Mentiría si digo que no me gusta que me reconozcan. A veces se torna pesado porque cualquiera saca fotos con su teléfono y eso antes no existía. Te asfixian un poco.

-Una vez dijiste que el futbol es el fenómeno social más grande del mundo después del cristianismo, ¿Lo decís por la pasión?

-Lo digo porque es cierto. El futbol tiene arraigo en todas las nacionalidades. La FIFA tiene más países inscriptos que la ONU. En cualquier país es popular con todo lo que conlleva. Estados Unidos es la excepción que confirma la regla. No creo que haya un fenómeno de tal dimensión en la historia.

-¿Consideras a Nicolino Locche el Riquelme del boxeo?

-Nicolino no era boxeador, era un fenómeno único que consiguió un efecto también único: que la gente festejara más los esquives que los golpes. Tenía brazos muy fuertes, y la única pelea que hizo frente realmente, ganó el título mundial. Si uno quisiera buscar a un boxeador que se pareciera a Riquelme en ideas, sería Mayweather, un boxeador recién retirado que tenía esas características e impresionaba por el dominio psicológico en el ring. O Sugar Ray Leonard, que fue un boxeador que marcó diferencia.

-¿Crees que con mayor profesionalización se puede romper con el mito de que todos los boxeadores terminan solos y con problemas de violencia?

-El estigma de los boxeadores es así: Suelen salir desde abajo, llegan hasta arriba y cuando tienen la posibilidad, la gente los apoya. Cuando pierden, los dejan solos y vuelven abajo. Algunos sobreviven bien, otros no. Hay que ponerse en la mentalidad de un muchacho que viene de la nada y de pronto se encuentra con mucha plata y gente que lo adula, sin preparación. Deberían tener cierta contención cuando bajan.

-¿Qué pensas de la frase «Se juega como se vive»?

-No estoy tan seguro que sea así. Es una frase de cabecera del bando nuestro, tiene bastante correlato con la realidad porque los que juegan de forma mezquina y conservadora, en su vida personal, suele ser más o menos así. Un tipo que juega con más soltura, se acerca más a la bohemia. En realidad creo que sí, que es verdad (ríe).

-¿Cómo analizas la violencia en el futbol?

-Es obligación del Estado y las autoridades de controlarla. Es triste que por no poder hacerlo, limiten la posibilidad de la gente de ir a las canchas, que no pueda ir el público visitante. Tiene que ver con la falta de responsabilidad, para atacarla como corresponde, políticamente. Si hay complicidad entre los dirigentes para que esto ocurra, que se ocupen.
Y las barras se han fortalecido demasiado, ahora son mafias organizadas. Los políticos las usan como fuerza de choque, pero aun así les tienen miedo. Usan el recurso del avestruz: como no se puede controlar, que no vaya nadie a la cancha. Es muy triste el futbol sin la posibilidad de que jueguen locales y visitantes.

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