“Soy un skater todo terreno; me gusta andar en todos lados”

Por Santiago Carrillo

Sandro “Chino” Moral es el mejor skater en el país, con tan solo 21 años. Aunque su talento deportivo también esté reflejado en el fútbol, snowboard y el surf, la mayor cualidad del marplatense es el esfuerzo. Proviene de una familia humilde y nunca tuvo un profesor que le enseñara. Aprendió el equilibrio tanto en la tabla como en la vida a base de golpes y perseverancia: “El que busca encuentra y el que no arriesga no gana”, afirmó Moral en diálogo con El Adán de Buenos Ayres.

SAT_5066 Sandro Moral

El 6 de diciembre de 1993 a las 7 de la mañana nacía Sandro Moral en el Hospital Materno Infantil de Mar del Plata, el menor de los tres hijos de una ama de casa y un policía retirado con recursos económicos justos. A los 9 años, Sandro ya era apodado “Chino” por el estilo de sus ojos amarronados. En aquel entonces vivía junto a su madre y sus hermanos en la ciudad costera de Miramar, en la Provincia de Buenos Aires.

Leo, Maxi y Franco eran los amigos del Chino. Su pasatiempo habitual era ir al centro de Miramar. Una de esas tardes vio a un grupo de chicos que andaban en skate y fascinados, quisieron probar este nuevo deporte. Apenas volvieron a su barrio, se embarcaron en la aventura sin saber siquiera como armar un skate. Casual y misteriosamente uno consiguió una tabla y otro encontró unas arandelas que funcionaron como rulemanes. Los chicos se divirtieron con el prototipo casero saltando las veredas y aterrizando en el pasto, lo que desataba la carcajada de los demás. Moral recordó entre risas que el skate no andaba para adelante, sino para atrás.

Al año siguiente, la familia de Moral decidió mudarse a Mar del Plata. El Chino, que admitió ser un “atorrante” por llevarse el skate que estaba “hecho pelota”, encontró en “La Feliz” que el deporte era más popular y había más chicos que lo practicaban.

Allí frecuentó las pistas de la plaza Mitre y la que está ubicada en el Estadio José María Minella. Sin temor, vergüenza y mucho menos de experiencia, se dirigió a una de las rampas a lanzarse por primera vez con el precario skate que le garantizaría una caída épica. Un practicante que estaba en el lugar advirtió la inconsciencia y lo detuvo a tiempo. Le presto su lujosa tabla al Chino y lo ayudó a intentar la hazaña.

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Moral cuenta que en los primeros dos intentos se pegó un golpe que jamás olvidará. En el tercero, el solidario “skater” le dijo que se tirara, que él lo iba a agarrar, pero jamás lo hizo: “Me dejó seguir de largo y no me caí”, dijo Moral con alegre nostalgia y en un tono de voz suave, en el que las “s” casi pasan desapercibidas y con vocales alargadas, que denotan la simpleza que mantiene cualquier hijo de vecino. Desde ese entonces no descansó. Se lanzó repetidamente, y la cantidad de veces que lo hizo fue directamente proporcional al placer que sentía.

Sin embargo, donde más conocimientos adquirió fue en la pista Quiksilver que, por ser privada, le brindaban cascos y tablas que aportaban seguridad a la preocupada madre de Sandro. También había profesores, pero su familia no podía pagarlos. El Chino le buscaría la vuelta para perfeccionarse.

En esa pista, Facundo Quiroga les daba clases a varios jóvenes y el Chino las observaba atentamente. Luego, copiaba lo que hacían y aprendía lenta pero autodidácticamente, complementándolo con videos de internet de los mejores del mundo. Quiroga fue testigo de la perseverancia y del talento nato del Chino, por lo que no dudó en brindarle sabios consejos por mero compañerismo.

Un tiempo después, en las pistas que frecuentaba, el Chino despertó la atención de Martín Pibotto, actual Presidente de la Asociación Argentina de Skate (AASK). Pibotto tenía una vacante para el Campeonato Sudamericano de 2007, en Chile, y no dudo en ofrecerle la oportunidad al Chino que en ese entonces tenía 13 años.

Para que Sandro Moral pudiese viajar al país trasandino, necesitaba la aprobación legal de ambos padres, que estaban separados desde que el Chino era pequeño. Su papá, que había aparecido en escena hacía un año, no estaba muy de acuerdo y la competencia internacional parecía disiparse. Pero su mamá resolvió el conflicto: viajaron juntos y el Chino volvió con el primer puesto del torneo. Luego del campeonato, la carrera profesional de Sandro Moral se disparó con ofertas de sponsors y más viajes.

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En la actualidad, el Chino es rider de DC Shoes y es el mayor referente del deporte en la Argentina. Su situación económica mejoró favorablemente y afirmó con alivio que desde los 13 años liberó a sus padres de comprarle ropa: “El sponsor en mi carrera fue fundamental porque me bancaron todo”.

De todos modos, recuerda sus orígenes en el deporte y aunque el skate sea su trabajo, lo sigue disfrutando como cuando andaba en las veredas de Miramar. “Soy un skater todo terreno; me gusta andar en todos lados”, dijo Moral en contraposición a aquellos colegas que solo practican en rampa o en Street: “¿Qué clase de skater son?”, ironizó.

Asimismo, también debe “hacer buena letra” y entrenarse. Su preparación, hecha por “el abuelo”, es del estilo funcional: sale a correr por la mañana, hace pesas, equilibrio, natación y además de una buena alimentación, finaliza con yoga para la elasticidad y tranquilidad que “son fundamentales” en la disciplina.

De este modo, se pone a punto para las competencias que tiene por delante. “Tengo pensado hacer eventos en Chile, Perú y Brasil”, contó Moral con entusiasmo. Sin embargo, hace meses que se encuentra fuera de las pistas. Primero lo perjudicó una lesión en la clavícula, que lo dejó fuera del tour europeo y del Abierto de Bowl, en Estados Unidos y luego de la recuperación que duró un mes, tuvo una nueva en la rodilla. “Solo pienso en curarme lo antes posible para subirme de nuevo a lo que más amo”, nos contò el Chino desde su casa en Mar del Plata.

Dedicaciòn, esfuerzo, amor por lo que hace, son los condimentos para ser el número uno. Los mismos que necesita cualquier pasión que se emprenda.

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