Por los bordes del nuevo orden mundial

Por Ricardo Guaglianone

Todos vamos a morir, aunque sea una vez. Tal vez la muerte es una ilusión, quizás no tenga  entidad real, pero de la certeza de su presencia nace esa pregunta incómoda, agridulce. El sentido. Ese bien tan preciado  que se bifurca por espacios inalcanzables.

Todo el tiempo estamos al borde de la muerte y diagramamos como podemos, atisbos de sentido. Las continuas drogas con las que hay que luchar, las múltiples puertas de un acertijo que se acerca y se aleja casi al mismo tiempo,  y de nuevo la ilusión, el palacio permeable, la aburrida ostentación, la ilusión que nuevamente invade la vida cotidiana con sus muecas y razones.

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El silencio alguna vez estalla en la mente, descubre los senderos del precipicio y el equilibrio, a duras penas talla la palabra. Todo el tiempo estamos al borde de la mente.

¿Cuántos ruidos de cada día, cuántas partecitas de nosotros tendremos que dejar morir, para ser, para dejar a un lado la ilusión?

Europa queda lejos, sus crímenes debajo de la alfombra, impunes, la tasa de suicidios de Suiza, la droga letal de algunos que se la creen, pensar el dolor de los setenta y de más acá, imaginar de subirse al tranvía, la prensa que no hablaba de sangre, la agonía de Evita, los pastores electrónicos que difaman al silencio, la biblioteca que se viene abajo.

Tal vez la ilusión sea de derecha.

No hay cuerdo, hay encuadernación, y lo debemos saber,  al monarca no le alcanza el placer del olor a excremento en su baño de mármoles azules.

La ilusión de desear un baño de mármoles azules para ser y la ciudad que agobia con su ruido de imprenta gastada.

Se puede fumigar a diez metros del aliento. No hay más tarjetas, las barras son la piel. Las noticias desvían la posible palabra sanadora, el silencio posible que armonice el caos. Escuela pública, el accidente del tren, la salida constitucional, ibuprofeno y la dieta de las estrellas, las casas bajas, el Borda, el Madrid y el ahorro que es la base de la fortuna.

Morir en el lenguaje del otro.

Viejos líderes monarcas indecentes de sangre putrefacta, todo es viejo, menos la pregunta. El sentido. La ilusión. La razón, aún bastardeada.

Europa  tenida de sangre en todos los resquicios de su admirada belleza. Los barones del norte con caras de nabo, con cerebros del tamaño de una almendra cuando sus borceguíes ensucian la razón elemental.

La ilusión es la madre de todas las batallas.

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La mirada del orden

Los poderosos han descubierto y lo están aplicando, aquello que llaman el refuerzo positivo: provocar en las personas el comportamiento deseado sin resentimientos ni rebeldía y de manera estable.  El refuerzo positivo ofrece una panacea, siempre a futuro, algo muy positivo que deseamos,  sin saber si es nuestro propio deseo.

La idea es creer y no pensar. Algo parecido a los creyentes sumisos.  Puede interpretar la escritura desde su propio interior y esa es la verdad. Así lo dicen las propias escrituras.

Pero alguien interpreta, y dice, se es libre a través de mí, es el ordenador, el que sabe, el que  tiene poder, y lo más seguro no es la salvación prometida, es un lavado de cerebro imperceptible, aceptado,  un nuevo fanático o un creyente mediocre.

Al estilo de los pastores  y curas, los amos del mundo intentan hacer que la gente se sienta «buena» y «responsable» cuando hace lo que ellos disponen.  Levantan héroes de hojalata

elogiando  a los que reducen  el malestar provocado por el desempleo y el hambre.

Alabados sean aquellos que tienen un comedor y  se ocupan de los desposeídos, mantienen la paz y la conveniencia.

Son a menudo elogiados en notas de color por  los medios de comunicación, son vehículos simbólicos al estilo de Margarita Barrientos, que se alegra que no le falte comida “a mis pobres”, que agradece la ayuda de los paquetes de arroz y fideo que le acerca el poder  y cada tanto llora en cámara o comparte un trago con Mirta Legrand.

Otro de los mecanismos, más perversos sin dudas, es mantener a  la población en un estado continuo de ansiedad interior,  ocupada asegurando su propia supervivencia o luchando por ella. La técnica del club de los poderosos  es  llevar a una fuerte situación de inseguridad y angustia, de manera que la gente desbordada  pida a gritos una solución, la que sea.

Mientras, naturalmente, cree en las promesas a futuro. ¿Hace frio afuera? ¿Estamos llegando?

Da lo mismo la invasión de una nación y masacrar un millón de personas, que imponer drogas, crímenes o millones de desocupados.

La fortaleza determina la llegada a la promesa.

El nuevo orden

Inteligencia artificial, alimentos transgénicos, dinero virtual, automatización de la producción, nanotecnología, ciber seguridad, robótica, biotecnología, geofísica, gobierno mundial, prensa mundial, medicinas que no curan, guerras de exterminio, deudas impagables, barras en el cerebro, fluoruros en el agua potable.

En algún momento: ha muerto Dios. Nadie más esparcirá amor sin límites, ni siquiera conceptual, solo dinero virtual y drogas sintéticas y súper adictivas, clubes de prostitución aceptados por amor a Dionisio, al estilo de la escuela de yoga de Buenos Aires, ofreciendo carne joven al poder.

Obama y la población microchipeada,  la salud a cambio de un microchip de identificación por radiofrecuencia. Es el comienzo. El ejemplo.

Las semillas patentadas y modificadas en laboratorio. ¿Quién decide que comer?

Hay que endeudarse para que vengan las inversiones y en los retiros espirituales elegir, ordenar, sacar culpas, iniciar a los acólitos que no entendieron aún el propósito de los nuevos tiempos.

¿Por qué Afinar los instrumentos musicales a  440 Hz?

El sistema no tiene capacidad de dar trabajo a todas las personas. En cinco o diez años, centenares de millones más, no tendrán que hacer.

Dos globos de ensayo: Suiza,  referéndum,  renta básica universal, 2.500 francos suizos mensuales por adulto y 625 por cada menor. El sueldo promedio es de 6000 francos.

78% lo rechazó.  Se pierden empleos por la robotización y la automatización, por la producción industrial que ya no necesita materia prima.

Por estas tierras: el Banco Central  elimina la impresión y distribución de resúmenes bancarios, cuatro mil personas afuera. Paro, marcha atrás. Es un ensayo. Todavía hay mucho por deconstruir.

Se anuncia la ampliación de la renta básica universal para que sobrevivan  todos y todas. Tenemos que progresar. Habrá empleos de calidad. Seremos felices, más de lo imagina cada uno. Viviremos en amor y armonía. Habrá oportunidades, sino habrá asignación universal y comedores. O llanto.

¿Sera verdad que Obama inició a Macri en Bariloche en los secretos del poder de esa minoría sin corazón ni leyes?

Bienvenidos al nuevo orden.

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La Madre Tierra

Los tiempos que experimentamos como sociedad y como individuos son  muchas veces desalentadores cuando observamos la profundidad de afectación negativa en la existencia cotidiana de los pueblos,  víctimas de las visiones del mundo que tienen las clases dirigentes.

La concepción materialista de la existencia, la naturaleza solo tiene un sentido utilitario, como una cosa que ofrece oportunidades lucrativas por doquier.

Una mirada francamente limitada y profundamente destructora de los bienes comunes que nos ofrece La Madre Tierra.

La visión de la vida donde el valor más destacado es el de tener por sobre el ser, devasta al mundo y a cada uno, pero ese es el objetivo del club de los poderosos.

El planeta colapsado por predar  la naturaleza causa desequilibrios irreparables a los ecosistemas y provoca situaciones lamentables e irreversibles: el efecto invernadero, la basura en los mares, la putrefacción de los ríos provocada por los agrotóxicos, extinción de cientos de especies animales y vegetales, la tala indiscriminada de bosques milenarios.

Nada importa. El mundo está pensado para mucha menos gente de la que respira hoy.

La única resistencia a estos propósitos,  son las uniones elementales de los criterios más elementales. El progreso no se piensa para todos, es una ilusión que venden los putrefactos líderes mundiales, devenidos en pastores.

No es lo mismo Italia, con el Cavalieri y su ejército de prostitutas que Siria demolida a mansalva.  No es lo mismo el Vaticano que habla y calla, que excomulgar a Bush.

Hasta me animaría a cantar en esta sensación de asco que lleno de palabras.

El lucro te parte la cabeza. ¿Qué será la muerte?

¿Alguien dice que está forjado a imagen y semejanza de quién?    El único Dios que existe esta adentro de cada uno y habla en el silencio.

Las demás fanfarrias que nos aturden desde los medios y desde las redes,  habría que investigarlas y deshilachar cada palabra, cada intención, cada designio oculto.

Unidos el pueblo por un mismo aliento. Pero no dormido o sedado.

El discurso del futuro esta diseminado y muchos lo aceptan sin chistar.

La resistencia es encontrar el centro, la resistencia interna, los valores que quieren arrebatar y borrar, hasta de la memoria.

 Por Ricardo Guaglianone

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