Cómo quieres que te quiera: el amor en la era virtual

“¿Te acordás cuando llamabas a una chica a su teléfono fijo y tenías miedo de que te atienda el padre? ¿Y cuando tocabas el portero eléctrico y no avisabas por whatsapp…? Ahora resulta que si la llamás a la casa te dice “esto va en serio”. La tecnología mató al romanticismo”. Esas fueron las palabras de Beto Casella en una edición reciente de “Bien levantado” por FM 101.5. Desde entonces no dejo de pensar: ¿cómo llegamos a esto? ¿Es el fin del romanticismo o el comienzo de uno nuevo, reinventado y trastocado por la red? 

Llegamos a casa y no se oye más que el silencio abrumador de la noche, momento en el que descubrimos la aberrante soledad que nos acecha. Entonces prendemos algún artefacto para sentirnos menos sol@s. Empezamos con la tele, seguimos con la PC, y por ende abrimos cinco pestañas para entrar en ese quinteto de redes de las que somos parte. Nos enteramos un poco de qué anda pasando en la vida de nuestr@s amig@s, y de l@s amig@s de nuestr@s amig@s y,  por qué no, de sus amig@s. 

Siempre hay algún contacto que sobresale, algún perfil que llama nuestra atención. Bien podríamos estar hablando de un nuevo modo de sentirse atraíd@. O sea, ya no es como cuando pasábamos diez veces al día por la misma plaza para ver la carita de aquel o aquella que nos volvía loc@s. Ahora todo se resuelve con unos cuantos “click”. Al fin y al cabo es menos misterioso y excitante, pero también más cómodo. Entonces allá vamos, dispuest@s a establecer contacto con el perfil deseado: un inbox, un toque, un me gusta…las puertas de entrada son variadas, gratuitas y sencillas. 

Arrancamos una charla y vamos descubriendo qué personaje adoptar para tornarnos más atractiv@s de lo que en realidad somos. Decimos frases inteligentes, recomendamos música de calidad y hasta nos volvemos crític@s de arte o potenciales politólog@s. Si olvidamos o ignoramos algo, lo googleamos y san se acabó. Sí señores, sí señoras, todo vale en la era del amor virtual. SMS, msn, whatsapp, facebook, twitter, mails…toda herramienta es propicia para vincularse. Pero, ¿dónde quedó el contacto real? ¿Qué lugar le damos a los vínculos y cuánto somos capaces de acercarnos en tiempos en los que cualquier intento por aproximarse es sinónimo de invasión?

Luego de la jugosa conversación mediada por la bendita interfaz (conexión física y funcional entre dos sistemas que brinda una comunicación entre distintos niveles) tenemos la esperanza de concretar un encuentro, de volver real a ese tentador mannequin. Pocas son las veces que esto sucede y muchas menos las veces que va a parar a buen puerto. De cada cinco intentos de contacto solo uno prospera, y de diez que prosperan uno parece potable, y de veinte que parecen potables, solo uno es sincero y seguro está casad@. Entonces volvemos a casa, tiramos las llaves arriba de la mesa, nos servimos un gin tonic y ponemos la novela de las diez, bajito. Al rato navegamos un poco más, quién dice… quizás en algún rincón del mundo haya otro ser en las mismas condiciones.

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