Nuevo código urbano y de edificación de buenos aires

Esta es una aproximación a opiniones encontradas que está generando el Nuevo Código Urbano Ambiental que se está tratando en la Legislatura a espalda de toda la ciudadanía. Estos son comentarios del Partido Socialista.

La ciudad en sí misma forma un ecosistema, un Ecosistema Urbano, por lo tanto las reglas que rigen los ecosistemas nos abarcan.

Una de las principales leyes del medio ambiente y de dicho ecosistema es la CAPACIDAD DE CARGA, que vendría a ser: La cantidad de recursos que pueden ser usados de manera sostenible para que la vida sea humana.

Los recursos en nuestro caso son: los locales renovables y los no renovables.

Si a los recursos locales renovables los usamos por encima de su capacidad de “renovación”, valga la redundancia, los agotamos y eso nos mata. Lisa y llanamente. Y eso nadie puede discutirlo. Es una definición.

El asunto es que los primeros que mueren son: los débiles, los oprimidos, los desplazados, los excluidos y luego – ineludiblemente- el resto a través de un proceso de deterioro de clases. De manera tal que la clase superviviente se desplaza al rango de los primeros. En fin, con suerte, se salvan unos a costilla de los otros.

Cómo esto es algo que se enseña desde la escuela;  incluso los Nuevos CUyE se ufanan de cuidar ese detalle. Me planto acá.

Lo que sí es discutible, y aquí es donde centró el análisis y mi aportación, es respecto de los recursos no renovables (que en su mayoría no son locales).

Hace millones de años el sol produjo plantas y animales que quedaron sepultados bajo la tierra. Conformando una energía almacenada enorme pero limitada, que el hombre de estos doscientos últimos años ha extraído con ingenio y máquinas colosales.

El comercio, desarrollado sobre las estructuras de poder, lo que hace que de libre comercio tenga poco y nada, también nos da acceso a recursos lejanos de los naturales donde se arma la urbe.

Ambos recursos -los sepultados y los comercializados- nos dan una CAPACIDAD DE CARGA “FANTASMA”.

Tenemos metido en nuestra percepción de la sustentabilidad ambos recursos, los sepultados y los comercializados, que serían: no renovables. Las cuentas nos dan tan bien que pensamos y concebimos como sustentable estructuras, reglamentos y códigos, que nos empujan a una vida que pretende como derecho lo que no lo es. Y con muy pocos años la ley general de la CAPACIDAD DE CARGA nos va a asfixiar. Nos hará inhumana la vida.

Esto constituye una hipoteca irracional y mezquina de la calidad de vida de la próxima generación (y véase que no digo de las “próximas generaciones”).

No es fácil, deshacernos de esta estructura cultural y menos cambiarla de la noche a la mañana.

Hoy por hoy la revolución está en identificar a la CAPACIDAD DE CARGA FANTASMA como gran causa del negocio de la desigualdad, promotora de derechos inexistentes y usurpadores de la calidad de vida de nuestra próxima generación

El Vecino no puede quedar ajeno, debe plantar el debate y accionar un CUyE prescinda, más antes que después, de la CAPACIDAD DE CARGA FANTASMA.

Debemos preguntarnos “cuál es la regla para el futuro próximo que minimice el negocio de la desigualdad, desaliente derechos que no lo son y prevenga la hipoteca de la generación próxima”.

Encuentro dos o tres formas de incidir en la confección de los CUyE.

I- Por un lado y como forma de instalar el debate, rechazar la propuesta de los Nuevos CUyE.

II- Hacer una modificación profunda los CUyE Vigentes.

III- Lo más probable, estimo, sería introducir cambios puntuales con troyanos que permitan, cuando se accionen, operar en un sentido verdaderamente ecológico y ambiental.

 

I- Rechazar la propuesta de los Nuevos CUyE.

Denunciar lo que el vecino de la Ciudad de Buenos Aires sabe o intuye que la reforma busca:  el negociado, el cemento irracional, la ilusión de que las ciudad cambia cuando en realidad están siendo destruidas o en el mejor de los casos convirtiendo a CABA en un no-lugar o un modelo trasplantado de otras realidades y latitudes.

BUENOS AIRES es una ciudad de fisonomía ECLÉCTICA,  una virtud y una costumbre de la cual no podemos escapar. Una mezcla alocada de infinitas reglamentaciones brillantemente violadas. Eso constituye el principio de realidad, que nos caracteriza, donde pararnos para rechazar los Nuevos CUyE.

Subyace en los Nuevos CUyE vergüenza de lo que somos. ¿Por qué entonces se busca transformar una manzana típica de Buenos Aires en una manzana “carcelaria”, regular y asfixiante? Como esta, que se publicó en Clarín el 19/06/16 con el epígrafe:

“Hoy y mañana. A la izquierda, una ciudad un tanto caótica producto de la superposición histórica de códigos. A la derecha, la nueva propuesta que intenta lograr una ciudad más homogénea, legible y previsible. “

La propuesta incluye copiando el estilo europeo, homogeneizar la construcción de altura, lo cual le quitara luz a la ciudad. Es harto-suficiente para rechazar los Nuevos CUyE.

 

Tenemos la oportunidad histórica de propiciar un código que apunte a la calidad de vida humana. Sustentable de verdad. En muchos aspectos somos envidiados por Europeos, Asiáticos y  Americanos…. Tenemos todo y de todo. ¿Ahora resulta que tenemos que ser legibles, homogéneos y previsibles?.

 

No es chauvinismo, tampoco conformismo. Al contrario. Es renuncia a la transitoria CAPACIDAD DE CARGA FANTASMA. Cosa que el Nuevo CUyE NO tiene en cuenta -desde el vamos- . Cínicamente promueve el desbalance ambiental destructivo aferrándose a la CAPACIDAD DE CARGA FANTASMA como modo de vida.

 

Quienes diseñan  y construyen de manera “legible” no viven en la “homogeneidad” del hormigón. No. Su lugares son amplios, llenos de verde y luz, con  agua y electricidad – que, si se corta, lo resuelven con cientos de ruidosos generadores -. Y si se inundan, bombean el agua tras el paredón para que fluya a otros lares, más bajos, más pobres y miserables.

 

Cargan con la culpa del prójimo de la otra cuadra y diseñan nuevas colosales construcciones que salvan las barriadas. Todo del erario público. Claro está. Justificados por los votos urgentes de la desesperación. Pateando la culpa, la responsabilidad y las desprolijidades de la Ley natural de la CAPACIDAD DE CARGA para otro sitio o para después.

 

Hay una franja de ciudadanos que vivirían de esta provisoriedad habitacional. Ciudadanos que creen o soportan el engaño, a razón de las mieles, que son bastante inmediatas. Desconociendo que no van a alcanzar (todos) la posición de los “dominantes” y que el proceso ineludible de la naturaleza los va a desplazar (a todos) hacia el lugar de los “dominados”. Esa franja es la clase media.

 

II- Proponer una modificación profunda a los CUyE Vigentes.

Sujeto a interpretaciones como todo código, el actual, ha sido violado por “vista gorda” de la autoridad de aplicación, por “pequeños actos de corrupción” de la inspección y por muchas “leyes y fallos con fuerza de ley” que han ido inclinando, para un lado y para el otro la balanza de los negocios, los conflictos de época y los agujeros o puntos ciegos de los CUyE Vigentes .

La tendencia a esquivar el reglamento de convivencia es propia del porteño. Pero abreva en la maquinaria reglamentaria y las capas geológicas de la burocracia.

 

Corregir con una hoja de afeitar el plano maestro, intimar a un vecino porque hace un alero para no mojarse; tapar las alcantarillas limpiando camiones de hormigón; tirar abajo árboles por no diseñar un garage acorde o por no querer usar el volante del auto para esquivarlos; construir departamentos de encargado de edificio indignos; calcular edificios sólo de corriente eléctrica usando el factor de simultaneidad más bajo; convertir en un PH una casa sin declararlo o edificar un quincho sobre la superficie absorbente del pulmón de manzana; usar un local comercial sin baño o una local para vivienda como comercial; plantar postes de video cable, antenas de microondas o desagües de caída libre entorpeciendo y molestando; etcetera; etcetera; etcetera.

 

Son todas infracciones típicas que se arreglan indecorosamente con los inspectores o decorosamente con multas. Pero en todos los casos difícilmente se revierta la irregularidad.

La burocracia apoyada en caprichosas interpretaciones del código a veces y siempre en el concepto de que pagando se puede; es y ha sido el motor del desvío hacia formas contra la convivencia y el crecimiento sustentable. No ha sido el código mismo; porque como está a la vista en la ciudad, el plan maestro plasmado en los CU vigente, no se ha hecho realidad.

 

Por lo único que podríamos “echarle culpas” los CUyE vigentes es por no haber previsto: formas más participativas para mayor contralor comunitario, poder de policía comunal, su enseñanza en la educación, cláusulas transitorias, esquemas de actualización y automodificación, cálculo de multas que tuvieran en cuenta el daño ambiental del desvío.  Por lo demás cualquiera hubiera sido el código, pienso yo, no se hubiera cumplido con él.

 

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