Metano y óxido nitroso: las vacas y el cambio climático

Por Mariana González

Es un dato relevante que todos conocen y nadie difunde por la extraordinaria rentabilidad que existe en torno a la crianza de ganado para consumo humano y de toda la cadena productiva y de negocios que de allí de deriva.

El dato es que las vacas generan metano y óxido nitroso que expulsan con flatulencias o eructos y se comprobó que en EE.UU. producen más gases de efecto invernadero que 22 millones de autos juntos por año.

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Las vacas están poniendo en peligro el clima de la Tierra. Ocurre que estos animales generan esta  enorme cantidad de gas metano y óxido nitroso en sus peculiares aparatos digestivos que  expulsan a través de flatulencias o eructos.

El metano es un gas 20 veces más nocivo para el calentamiento global que el CO2, principalmente producido por la quema de combustibles fósiles.

En países desarrollados como los Estados Unidos, donde se las alimenta con maíz y soja en lugar de pasto, las vacas se han convertido en una seria amenaza al medio ambiente, al mismo nivel que los autos, los aviones y los trenes.

Así, la industria de la carne es la tercera causa del calentamiento del planeta, sólo después del consumo de energía en edificios y el transporte, según un informe de la Agencia de la Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación (FAO) y la opinión de un asesor clave de Al Gore, premio Nobel de la Paz y ex vicepresidente de EE.UU.

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Los eructos y el efecto invernadero

Un informe de la FAO con el título Livestock’s Long Shadow (La larga sombre del ganado), aseguraba ya en el 2006 que los 1,500 millones de reses que hay en el mundo eran responsables del 18 por ciento de los gases de efecto invernadero, un porcentaje mayor que el de automóviles, aviones y demás formas de transporte juntas.

Otro ejemplo dramático es el de la vaca lechera en Europa. Según publica el diario El País, esta vaca emite cada día tantos gases nocivos como un coche que recorre unos 50 kilómetros.

Según el Ministerio de Medio Ambiente de España, el 5,75% de los gases de efecto invernadero echados al aire en España en 2005 tuvo su origen en el ganado, en forma de estiércol o flatulencias.

¿Cómo puede el ganado hacer tanto daño con su digestión? Eso se debe a que los gases que emite -metano y óxido nitroso- son mucho más dañinos que el CO2. Cada gramo de óxido nitroso hace tanto daño como 296 de CO2. Basta poco para calentar mucho.

Esa sustancia, además, no sólo es emitida por el estiércol, sino también por los suelos agrícolas, que en parte se cultivan para crear alimento para el ganado. Añadiendo el peso de esa parte de suelo agrícola, la ganadería -sola- ya sobrepasa el 7% de las emisiones totales en España..

‘La respuesta puede suponer una sorpresa para muchos’, afirma la FAO en una nota en la que asegura ‘es necesario encontrar soluciones urgentes’.

Según el informe, ‘el sector ganadero genera más gases de efecto invernadero -el 18%, medidos en su equivalente en dióxido de carbono (CO2)- que el sector del transporte’, del que no indica el porcentaje.

El comunicado destaca que la ganadería es, además, ‘una de las principales causas de la degradación del suelo y de los recursos hídricos’.

Henning Steinfeld, miembro de la FAO y uno de los autores del estudio, asegura que sin duda ‘el ganado es uno de los principales responsables de los graves problemas medioambientales de hoy en día’.

El estudio dice que la producción mundial de carne se duplicará de los 229 millones de toneladas, en 1999-2001, a los 465 millones de toneladas, en 2050, y la de leche aumentará en ese período de 580 a 1.043 millones de toneladas.

Añade que el sector pecuario es el de mayor crecimiento en el mundo en comparación con otros sectores agrícolas y es el medio de subsistencia para 1.300 millones de personas.

‘Pero ese rápido desarrollo tiene un precio elevado para el medio ambiente’, según el informe.

‘El coste medioambiental por cada unidad de producción pecuaria tiene que reducirse a la mitad sólo para impedir que la situación empeore’, advierte el documento.

Si se incluyen las emisiones por el uso y cambio de la tierra, el sector ganadero es responsable del 9% del CO2 procedente de la actividades humana.

Pero el porcentaje es más elevado cuando se trata de gases con efecto invernadero más peligrosos como el óxido nitroso, que procede del estiércol y es 296 veces más perjudicial que el CO’.

Además, es responsable del 37% de todo el metano producido por la actividad humana, gas que es 23 más veces más perjudicial que el CO2 y que se origina en su mayor parte en el sistema digestivo de los rumiantes.

A ello se añade el 64% del amoniaco, que contribuye de forma significativa a la lluvia ácida.

La FAO explica que la ganadería usa el 30% de la superficie terrestre del planeta en pastizales y un 33% de la superficie cultivable para producir forraje.

La tala de bosques para pastos es una de las principales causas de la deforestación, en especial en Latinoamérica, donde por ejemplo el 70% de la foresta desaparecida en el Amazonas se ha dedicado a pastizales.

La actividad ganadera figura entre los sectores más perjudiciales para los ‘cada día más escasos recursos hídricos’ al contaminar las aguas; favorecer la eutrofización, proliferación de biomasa vegetal debido a la excesiva presencia de nutrientes, y destruir los arrecifes de coral.

Los principales agentes contaminantes son los desechos animales, los antibióticos y las hormonas, los productos químicos utilizados para teñir las pieles, los fertilizantes y pesticidas para fumigar los cultivos forrajeros.

El informe, producido con la ayuda de la Iniciativa para la Ganadería, Medio ambiente y Desarrollo, propone tener en cuenta esos elevados costes medioambientales y sugiere una serie de medidas para mejorar la situación.

Estas van del uso de métodos de conservación del suelo a la mejora de la dieta de los animales para reducir la fermentación intestinal y las consiguientes emisiones de metano, pasando por la construcción de plantas de reciclaje del estiércol.

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Cambiar la dieta del ganado

Científicos del Instituto de Investigaciones Medioambientales de Aberystwyth (Gales, Reino Unido) plantean cambiar la dieta del ganado vacuno, causante de una cuarta parte de las emisiones de metano producidas por actividades humanas.

Los expertos de este centro galés proponen cultivar trébol blanco y otras leguminosas, con mayor nivel de azúcar, para que se conviertan en el forraje de estos animales. De esta manera, se modificaría el proceso por el que sus estómagos convierten el alimento en metano, que acaba siendo evacuado principalmente por la boca.

El tema preocupa a otros expertos, como los del ministerio de Alimentación y Asuntos Rurales de Reino Unido, que sugieren ampliar la esperanza de vida de estos animales para evitar incrementar su número, o incluso prácticas de ingeniería genética. Por su parte, científicos de la Universidad de Hohenheim (Alemania) han creado una píldora que, junto a una dieta especial, reduce también estas emisiones.

El metano atrapa 20 veces más el calor que el dióxido de carbono (CO2), considerado principal gas de efecto invernadero

En este sentido, el metano atrapa 20 veces más el calor que el dióxido de carbono (CO2), considerado principal gas de efecto invernadero (GEI). Sin embargo, el hecho de que en los años 90 sus niveles se mantuvieran relativamente constantes, motivó que el Protocolo de Kyoto estableciera para el metano límites más flexibles.

Ahora bien, diversos estudios hablan de un gran incremento de este gas en los últimos años, y algunos científicos incluso lo consideran tanto o más peligroso que el CO2. Así, investigadores de la Universidad Abierta de Reino Unido y de la Universidad alemana de Colonia recuerdan que el metano fue el responsable del calentamiento global de hace unos 180 millones de años, y que acabó con un gran número de especies.

Según estos científicos, el fenómeno se produjo a causa de pequeñas ondulaciones en la órbita de la Tierra que periódicamente acercan nuestro planeta al Sol. De esta manera, los océanos se calentaron y descongelaron las enormes cantidades de metano atrapadas en el lecho marino, expulsándolo a la atmósfera.

En este sentido, el bioquímico Rudolf Amann, del Instituto Max Planck (Alemania), destaca el papel de las bacterias, que evitan en la actualidad que el metano atrapado en el fondo marino salga a la superficie.

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Mediciones equivocadas

Los científicos todavía tienen importantes lagunas sobre la cantidad real de metano y sus efectos en la atmósfera. Por ejemplo, el Espectrómetro de Absorción de Exploración e Imágenes para Cartografía Atmosférica (SCIAMACHY), un sensor espacial de la ESA (Agencia Espacial Europea) capaz de medir los GEI más importantes, ha descubierto que las zonas tropicales emiten mucho más metano del que se creía.

Además, los expertos aseguran que el propio cambio climático podría acelerar las emisiones de metano a la atmósfera. Así los científicos de la ESA recuerdan que hay grandes cantidades de metano recluidas en el permafrost, la capa de hielo permanentemente congelada en el suelo de las regiones muy frías. Por tanto, si éste se derritiera con el aumento de la temperatura, el gas acabaría liberándose a la atmósfera.

Por su parte, un estudio del Instituto Goddard de Estudios Espaciales, de la NASA, subraya que la cantidad real de metano no está siendo analizada correctamente, y que podría ser hasta el doble de la que se calcula en la actualidad. Así, su responsable, el climatólogo Drew Shindell, afirma que el metano, al llegar a la atmósfera, se ve afectado por contaminantes que afectan su composición. Por ello, concluye, habría que estudiar estos gases cuando se emiten en la superficie terrestre, y no cuando ya se han mezclado en la atmósfera.

Algunos datos sobre el metano

El metano (CH4), compuesto por carbono e hidrógeno, es un hidrocarburo incoloro, inodoro e inflamable y más ligero que el aire. Se forma de manera natural en los procesos de digestión del ganado, así como de las termitas; en las reacciones de putrefacción y descomposición de residuos o de arrozales y pantanos; y se encuentra en el gas natural y en el gas grisú de las minas de carbón, así como en los procesos de las refinerías de petróleo.

Además de su contribución al efecto invernadero, el metano reduce el volumen de iones hidroxilo, alterando así la capacidad de la atmósfera para autodepurarse de contaminantes. No obstante, se trata también de un gas apreciado como combustible y para producir diversos gases y sustancias de uso industrial, como el cloruro de hidrógeno, amoníaco, acetileno y formaldehído. Asimismo, es uno de los principales componentes de la atmósfera de algunos planetas del Sistema Solar, como Saturno, Urano y Neptuno.

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