Libre comercio, agricultura, la vida y el derecho a la alimentación 

Por Carlos Carballo. Ingeniero agrónomo

Los alimentos y la agricultura son ejes fundamentales de nuestra vida. La agricultura no sólo es nuestro sustento, sino nuestra  forma de relacionarnos con la Madre Naturaleza. Cuando se escuchan desde el poder político y económico, palabras como libre comercio o libertad para elegir, no está explicitado el verdadero sentido de esas expresiones que se aplican a toda la vida económica incluida la agricultura como un capítulo importante dentro de una lógica central: el libre comercio, su lógica, es mercantilizar la vida y convierte el alimento en una mercancía más. (Todo es una mercancía y tiene valor monetario).

 La conversión de los alimentos y la agricultura en mercancías por parte de las corporaciones, los gobiernos y las instancias internacionales de definición de reglas comerciales libres, va aniquilado el modo de subsistencia de los pequeños agricultores y va socavado el derecho a una alimentación sana para la población mundial.

Las reglas establecidas en el Acuerdo de Agricultura de la OMC, privilegian la producción agrícola a gran escala e industrializada, lo cual fortalece las fábricas procesadoras de alimentos, los mercados de biodiesel y la cría de animales en feedlots  por sobre la agricultura campesina y la soberanía alimentaria. 

 El libre comercio, en pos de la disminución de costos, promueve la idea de la producción de alimentos y materiales donde más barato resulte hacerlo. Esto se traduce en monocultivos de productos determinados en algunos países y el procesamiento en otros, con lo que se eliminan la producción local de alimentos y los sistemas alimentarios locales, al no poder competir con la escala de producción de las grandes empresas. 

Este modelo provoca la degradación y contaminación de los suelos debido al uso de agrotóxicos y la no rotación de cultivos. Genera una importante pérdida de biodiversidad y pone en peligro la soberanía alimentaria de los pueblos: es decir, el derecho a decidir y elegir libremente qué y cómo queremos comer y producir nuestros alimentos.

Todos los pueblos deberían tener derecho a alimentos culturalmente adecuados, nutritivos y sanos, y sus sistemas alimentarios y agrícolas no deberían estar determinados por los caprichos del libre mercado.

 Cómo se opone la Organización Mundial del Comercio a los pilares de la soberanía alimentaria:

1. El libre comercio entiende la agricultura como una fuente de materias primas para alimentar la producción industrial de bienes procesados, combustibles, plásticos y otros materiales, no para alimentar a los pueblos.  Los alimentos están sujetos a la especulación financiera porque se consideran una mercancía, no un derecho.

2. Es la mayor amenaza en la historia para el sustento de los productores de alimentos y los trabajadores a pequeña escala. La OMC da prioridad a las necesidades de las empresas multinacionales, del capital financiero y de los mercados globales por encima de las necesidades de las personas. 

El Acuerdo sobre Agricultura ha obligado a numerosos países en vías de desarrollo a congelar o eliminar las inversiones en su agricultura familiar local.

3. El libre comercio mundial fortalece a las corporaciones del agronegocio, que con sus sistemas industriales pueden “producir más barato” sin tener en cuenta los costos socioambientales existentes ni los impactos en la producción y cultura local de alimentos.

4. Elimina la autonomía de los paises y los derechos de los pueblos sobre sus territorios. Fuerza la privatización de todos los recursos naturales (semillas, agua, tierras…). El libre comercio internacional no se creó por personas y para las personas, sino por corporaciones para las corporaciones.

5. El conocimiento también es una mercancía. Los conocimientos tradicionales, nutridos por la experiencia de comunidades en todo el mundo, están quedando sujetos a la privatización y la expropiación. El Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) quiere impedir, que los campesinos y campesinas puedan guardar sus propias semillas y puedan  alimentar a sus comunidades.

6. El libre comercio impulsado por las corporaciones, apoya un sistema industrial de producción, consumo y comercio que considera a la naturaleza un adversario al que se puede controlar y vencer, en lugar de verla como una aliada con quien construir un mundo mejor para las generaciones futuras.

7. El Acuerdo sobre Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias se refiere a la “aplicación de reglamentaciones en materia de inocuidad de los alimentos y control sanitario de los animales y los vegetales”, que elimina el principio de precaución y normas nacionales que calificadas como “obstáculos al comercio”.

8) Para instalar estos lineamientos que destruyen a la naturaleza con explotaciones irracionales, porque la consideran “una cosa que puede producir dinero”, las grandes corporaciones necesitan gobiernos locales que impongan las reglas que ellos quieren, con la sola idea de maximizar ganancias, sin considerar las consecuencias ambientales o humanas.  

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