La mente y sus trucos

“La vida es lo que ocurre mientras estás ocupado haciendo otros planes” -JhonLennon-.

No existen instancias más bellas y útiles que las que puede ofrendarnos nuestra mente. A la vez, no existen imágenes ni palabras más tenebrosas y grotescas que las que puede, también crear. La mente es una marea que crece y decrece de emociones en toda la gama que podemos vivenciar. Desde el amor hasta el odio. Desde la nostalgia hasta la alegría. A la vez, enunciados orientados a socavar la autoestima o la autocrítica. 

Nacemos en un país, en una familia, abrimos, desnudos,  los ojos hacia un mundo nuevo. Vamos creciendo, nos orientan o directamente explicitan quiénes debemos ser. Más tarde,  la sociedad intenta decirnos o nos dice, dónde, cómo, cuándo. Vamos adquiriendo mandatos que son capaces de hacernos creer que la vida es aquello otros nos dicen. La mente nos carga con los mandatos. Para muchos, la vida pasa a ser un juego de objetivos a lograr,  matrimonio, hijos, coche, ropa,  préstamos bancarios, seguros de vida, etc, etc. 

Pensar es útil y necesario, tener capacidad de discernimiento, planificar, crear, sostener, estudiar, resolver, reflexionar… ¿Pero qué ocurre cuando la mente domina, corre veloz, se escapa de lo único real, el presente y nos fragmenta en pasado o en futuro. Allí no existe el Silencio. Los sentidos son ladrones de nuestra energía, nos justifican, anulan los puentes hacia la Magia. 

Cuando la mente protagoniza y nuestro sabio y amoroso organismo -que evolucionó durante miles y miles de años para ser la maravilla que es- sufre, el cuerpo enferma, dando sus mensajes.

Mente contra mente, pensamiento contra pensamiento podría ser un recurso pero le estaremos damos poder a la batalla, mejor es no luchar, sino dejar pasar. La mente agota sus recursos en la misma medida en que nos vamos auto-conociendo.

Cada imagen o palabra o ambas, son nubes mentales carroñeras, no pueden desgastar si no hay un registro certero de lo que vamos transitando, de quienes somos, de quienes queremos ser. Hay que dejar pasar los pensamientos, sin meterse en ellos, sin juzgar, sin pelear; el secreto es ser testigo de lo que va ocurriendo. Saldrá a veces, a veces no.

La mayor práctica espiritual es hacer de la vida una meditación. En cada gran o pequeña tarea, ser conscientes de lo que estamos haciendo. Allí está la no-mente. Y cuando la no-mente nos arrulla, nos paramos en lo único real: el fresco Presente.

Debe existir un registro de pensamientos y del organismo. Pero siempre como una totalidad. Cuerpo, Alma, Espíritu. Cuerpo, Alma, Mente. Un todo sagrado que -para los creyentes- esconde un Creador. Rechazar estar siendo pensados por otros. Escuchar y escucharse. Aprenderse. 
El coraje de ser quienes elegimos ir siendo. Verdaderamente libres.

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