Geopolítica del agua El debate entre agua virtual y huella ecológica


 

El agotamiento y creciente escasez del agua en muchos lugares del mundo, las sequías cada vez más prolongadas y el aumento constante de las necesidades humanas y económicas están generando conflictos entre países y entre regiones por el control y empleo del agua.

El 97,5 % del agua existente en el planeta es salada y, por lo tanto, no potable, mientras que sólo el 2,5 % es potable.

Existen una guerra limitada por ahora, por el control de este recurso y entre quienes piensan que el agua debe ser considerada un bien comercial  y quienes sostienen que es un bien social relacionado con el derecho a la vida.

 

El uso del agua, el agua virtual y la huella hídrica

Las actividades humanas que más agua consumen son la agricultura y la ganadería. La FAO estima que un 70 % de los recursos hídricos disponibles en el mundo se utiliza para uso agrícola y ganadero. Pero el verdadero tema de debate y conflicto es si el agua es un bien común o el agua es una mercancía como cualquier otra.

El concepto de agua virtual se entiende por el agua que se utiliza para producir una mercancía o un servicio, como sucede con los productos alimenticios e industriales o con las actividades turísticas o de ocio.

La  huella hídrica es el volumen de agua necesario para producir los bienes y servicios consumidos por los habitantes de un territorio determinado.

De estas consideraciones se deduce que agua virtual y huella hídrica son conceptos íntimamente ligados. Como ejemplo, la cría de ganado bovino precisa 4.000 metros cúbicos de agua por cabeza y la producción de carne fresca de vacuno requiere 15 metros cúbicos por kilogramo. El otro caso son los millones de litros de agua que requiere la minería a cielo abierto que se saca del consumo humano cotidiano.

Es sencillo deducir que el agua virtual es “transferida” desde el mundo subdesarrollado hacia las grandes empresas que usan el recurso con un sentido plenamente comercial.

 

Luchas y conflictos por el uso del agua

Esta situación, que es grave, ya sucedió en los países centrales, por ejemplo,  los acuíferos, ríos y lagos de Estados Unidos han experimentado un notable proceso de contaminación y sobreexplotación. Los acuíferos de California se están secando y el río Colorado se explota al máximo; lo mismo sucede en  Nuevo México, Texas y Florida. También Europa tiene la mayoría de sus ríos contaminados. Por esta razón las grandes empresas jan venido a lugares vírgenes para explotar el recurso.

Esta movida estratégica tiene una razón y es la abundancia de agua en nuestra región. A las grandes arterias fluviales de Sudamérica (Orinoco, Amazonas, Magdalena, Paraná, Paraguay, Uruguay) se une la existencia del denominado Acuífero Guaraní, que se extiende por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Tiene 132 millones de años de antigüedad, 1,2 millones de kilómetros cuadrados y el volumen almacenado de agua es de 37.000 kilómetros cúbicos.

Este acuífero podría abastecer a una población de 360 millones de habitantes con una dotación de 300 litros diarios por persona.

En los momentos que en estos países había administraciones nacionalistas, el ejército argentino y el brasileño emplazaron unidades de combate en esa zona para tener el control del Acuífero ante posibles amenazas extranjeras, situación que se está revirtiendo con la entrada de gobiernos neoliberales.

 

El agua, ¿propiedad pública o propiedad privada?

Mas alla de toda discusión, el verdadero núcleo de la discusión mundial es si el agua es una mercancía o un bien común.

La experiencia d elos países que privatizaron los sistema de distribución de agau  demostraron ser muy caros para la población. El agua privatizada es cara.

Chile es uno de los pocos lugares del mundo, junto con Inglaterra y Gales, donde el abastecimiento hídrico está en manos particulares.

El origen de la comercialización del agua nació en noviembre de 2001 en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y fue planteado explícitamente en los tratados de libre comercio bilaterales auspiciados por Estados Unidos.

La privatización del agua se realiza a través de concesiones y contratos de los servicios municipales de distribución, gestión y purificación del agua, así como de las redes de alcantarillado y saneamiento.

Argentina estatizó hace unos años en el gobierno de Cristina Fernandez  el servicio de aguas atendiendo el criterio que el agua es un bien común.

En Cochabamba (Bolivia) en 2000 se privatizó el servicio de agua y  los precios se triplicaron a favor de la empresa transnacional Aguas del Tunari, subsidiaria de la compañía Bechtel (Estados Unidos) y Abengoa (España). Luego asumió Evo Morales y la estatización le costó una demanda al Estado boliviano de más de 25 millones de dólares, aunque el acceso a al población es muy barato.

Mientras tanto en Ecuador el presidente Correa tras múltiples avatares jurídicos, suspendió la privatización en 2007 y el agua quedó como un bien público.

La privatización también se ejerce mediante la acción de las embotelladoras de agua, que son subsidiadas con permisos de explotación muy baratos y que con total impunidad con una fórmula ridícula: “transforman el agua en agua”.

Estas empresas sacan ventajas extremas porque el mantenimiento inadecuado de las redes públicas de distribución obliga a la población a consumir agua embotellada, bien por falta del recurso o por su deficiente potabilización, además de campañas mediáticas que sin comprobación, dejan entrever que el agua de grifo no es buena para consumir.

 

Conclusiones

El Banco Mundial ha propuesto que este recurso sea tratado como una mercancía, como el petróleo o el oro y que, por lo tanto, sea explorado y desarrollado por la empresa privada.

Lo fundamental es comprender que el agua es un bien público, como el aire y el sol, y también un derecho humano.

Mil millones de personas que no tienen acceso al agua potable en el mundo y los países ricos están dispuestos a desatar guerras por el control de este recurso.

El caso más típico en este sentido es la reciente guerra en Hungría, que tiene agua en abundancia, además de ricas y fértiles tierras, cuyo control disputan Rusia, Europa y Estados Unidos.

Los analistas internacionales prevén que el control y utilización del agua generarán a medio plazo en la mayoría de los países latinoamericanos, focos de conflictos importantes para la estabilidad de la región.

Fuentes: José Antonio Segrelles Serrano, Red Nacional Ecológica.

 

 

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