En ocho años hubo seis Directores Generales de Espacios Verdes en la ciudad

Por Asociación Amigos del Lago de Palermo

 

Recientemente fue reemplazado el Director General de Espacios Verdes de la Ciudad -Ing. Nicolás Quintana- por María Inés López Lo Celso, quien cuenta como antecedente inmediato, haber sido durante un año Gerente Operativa de la Reserva Ecológica Costanera Sur.

Antes que la designaran en ese puesto se destacaba por ser «Profesional con extensa trayectoria Gerencial desarrollada en las áreas de Capital Humano, Calidad y Procesos de Negocio y Change Management, según su presentación: “Poseo una marcada capacidad para armar equipos de trabajo que sobresalen en su gestión. Asimismo, disfruto asumiendo desafíos, con alto compromiso y espíritu positivo, logrando los resultados esperados, a través de relaciones sólidas con pares, equipo de trabajo y clientes finales.

Desarrollé mi carrera mayormente en importante empresa de Telecomunicaciones, donde sumé a mi experiencia en otras industrias, los años de mayor crecimiento personal y profesional».

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En estos 8 años de administración de la Ciudad (principios de 2008 a fines de 2015), han actuado 3 Ministros de Ambiente y Espacio Público y, bajo su autoridad, seis  Directores/as Generales de Espacios Verdes.

Esto significa 1 año y cuatro meses de promedio de gestión de cada uno.

Ninguno (ni los Ministros ni los Directores Generales)  fue nombrado por su experiencia en el tema ambiental (ya que vienen de diferentes ámbitos laborales y profesionales).

Mirando un poco hacia atrás, vemos que en un lapso de aproximadamente 60 años entre fines del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, hubo sólo cuatro  Directores de Parques y Paseos -como era la antigua denominación de esa área administrativa en la ex MCBA- que ocuparon ese lugar: Carlos Thays, Benito Carrasco, Eugenio Carrasco y Carlos León Thays (h.)- todos paisajistas renombrados nacional e internacionalmente. Ellos diseñaron o terminaron de diseñar y construyeron el sistema de parques y plazas de la ciudad. Plazas y parques que a partir de mediados de la centuria pasada comenzaron a sufrir una paulatina pero permanente degradación y reducción.

Los saltos negativos más importante se produjeron con la dictadura militar encumbrada a partir de 1976, con el trazado de las autopistas sobre la trama urbana (por ej. por sobre el Parque Chacabuco) y el inicio del proceso de la irregular venta de tierras pertenecientes al Parque 3 de Febrero (consolidado en los gobiernos democráticos que la siguieron). Con en el auge del “menemismo” en el decenio 1989-1990 se hacen públicos y evidentes más que nunca los deseos y las acciones concretas de eliminar espacio verde público con el propósito de ponerlo a disposición de los negocios privados de los amigos del poder.

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Paralelamente, entre principios y fines del siglo XX, se da el mayor porcentaje de diminución de la superficie de espacios verdes públicos en proporción a la cantidad de habitantes de la ciudad: de 7 m2/hab en 1904 pasamos a 2 m2/hab parquizados, en 1990; a los que sólo podemos agregar la proporción dada por la Reserva Ecológica de Costanera Sur +1,17 m2/hab.

Ya iniciado el siglo XXI (administraciones Ibarra, Telerman, Macri) se inicia una segunda etapa del ciclo negativo para los espacios verdes urbanos, que no elimina la anterior sino que se monta sobre ella: la reconversión (“puesta en valor”) de la armoniosa parquización existente, por el uso indiscriminado del hormigón y la tendencia a poner sobre su superficie cuanto objeto o propósito de su interés no se logra introducir en otro lugar de la trama urbana.

Como contrapartida, las entidades vecinales que luchamos por la recuperación y ampliación de esos mismo espacios verdes, logramos en los últimos años, la creación o recuperación de más de 50 has de nuevos espacios verdes en la ciudad que habían mal otorgadas a concesiones particulares o que habían sido usurpadas por particulares para hacer negocios con espacios públicos.

Así las cosas, las propuestas oficiales de negocios privados sobre los escasos espacios verdes públicos que quedan, continúa. También la imposición del hormigón sobre las arboledas, el césped y los caminitos de granza.

Sólo las asociaciones vecinales venimos dando el ejemplo de permanencia y reivindicación de lo público en esta larga batalla por la defensa y ampliación de los espacios verdes urbanos. Y con éxito, dada la disparidad de las fuerzas en juego.

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