Historias de vida
Diarios de furgoneta
Una pareja de suizos dejó atrás la calma de su Lausana natal para dar la vuelta al mundo en una citroneta del 66. El libro Guiness les está reservando una página y El Adán los entrevistó en Buenos Aires justo antes de que empezaran a recorrer las rutas argentinas.
Él tiene 32, ella no llega a los 30. Son suizos pero ceban mate mejor que un porteño; se nota que ya recorrieron Uruguay. “Así vamos a perder la mitad de las cosas en el camino… ¡y después te quejás!” le dice Maïlise a Sebastien, en un perfecto español –solidaria- para que ésta cronista entienda. La chica suiza se queja porque su novio no sujetó bien la última de las seis valijas al techo de la furgoneta. El viaje al sur de Argentina está por comenzar.
El mapa que Sebastien rota constantemente entre sus manos marca la ruta de Buenos Aires a Ushuaia; no se fía de la cartografía digital porque el recalculado de su GPS ya lo volvió loco en Brasil. Además, el sabe muy bien de mapas; vienen de recorrer juntos las intrincadas rutas de Rusia. Nadie iba a pensar que una bioquímica y un licenciado en Ciencias Políticas iban a cambiar la calma de su cantón suizo por un viaje sin fecha de regreso fija.
Todo comenzó hace seis años, cuando estos dos trotamundos se conocieron en unas vacaciones en Kazakastán. Desde ese momento, compartieron la pasión por los viajes.
¿Cómo empezó toda esta aventura?
“Una noche de alcohol a Maïlise se le ocurrió la loca idea de recorrer el mundo en furgoneta. Empezamos por Europa y, en Alemania, conocimos a un editor del libro Guiness de los records que, con un contrato de exclusividad de por medio, nos incentivó para que siguiéramos con la aventura”, dice Sebastien.
Contrariando a todos aquellos que piensan que un viaje de este tipo sólo es posible con una camioneta todo terreno; la furgoneta de esta pareja de suizos va en contra de todas las leyes de una 4×4: es llamativamente celeste y naranja; carece de dirección hidráulica; y, lejos de tener tracción en las cuatro ruedas, consta de una suspensión mínima que apenas la eleva unos centímetros del suelo. Ni siquiera los asientos son de un confortable cuero negro sino que están forrados con distintos trozos de telas hindúes -un estilo bien logrado para una posible lesión lumbar-.
¿Qué los llevó a dejar la conformidad de su casa o a no optar por hoteles o hostels?
“Cuando estás visitando lugares hermosos, con la persona que amás y en un vehículo tan cool, no te molesta estar un poquito incómodo”, piropea Sebastien a sus dos amores con una dulce sonrisa suiza.
Todo se entiende más sabiendo que este joven suizo es fanático de los Citroën; a tal punto que pagó 5 mil euros -cinco veces más que el valor original del vehículo – para traer hasta Latinoamérica en barco su citroneta modelo 66. Va a pasar mucho tiempo hasta que los suizos concluyan su vuelta al mundo. Lausana, el pueblo que los vio nacer y partir, va a seguir extrañándolos; pero ellos saben que todo vale la pena porque cada hoja del diario de viajes de Mailise habla de ellos dos siempre juntos, a la par.
Por: Emilia Vexler
emilyvez@hotmail.com