Comunicado del Consejo Nacional Armenio por el Día de los Derechos Humanos

El Consejo Nacional Armenio de Sudamérica (CNA) emitió un comunicado por el Día de los Derechos Humanos que se celebra todos los 10 de diciembre y por el Día Internacional de Conmemoración y Dignidad de las Víctimas del Crimen de Genocidio y de la Prevención de este Crimen, celebrado los 9 de diciembre desde el año pasado por iniciativa de la República de Armenia, en recuerdo de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de Naciones Unidas aprobado ese día en 1948.

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De acuerdo con el CNA, «los derechos humanos comenzarían a ponerse en valor» en la Argentina con la asunción de Raúl Alfonsín como presidente, para pasar a tener un espacio «marginal y hasta nulo» hasta la presidencia de Néstor Kirchner. «Sería en estos dos procesos políticos donde la Causa Armenia tuvo sus avances más destacados en el país», agregó el texto, remarcando el trabajo de Leandro Despouy en la Subcomisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, su trabajo en la aprobación del “Informe Whitaker” y Raúl Alfonsín hablando públicamente, como presidente argentino, sobre el Genocidio Armenio en 1987. En esa línea, en breve se cumplirá el 10° aniversario de la sanción de la Ley 26.199 que reconoció el Genocidio Armenio, promulgada por el presidente Kirchner luego de que el Congreso la sancionara con el apoyo de todos los bloques.

El organismo opinó que para que los derechos humanos sigan siendo una política de Estado en el país, «es imprescindible entender que la única constante en esta lucha desde la recuperación democrática fueron organismos como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, como el CELS, la APDH y el SERPAJ».

Se destaca también que «todo apoyo a los organismos, todas sus conquistas y su expresión en la recuperación de espacios como los sitios de memoria, son imprescindibles para cualquier etapa de la democracia, no sólo por los procesos de memoria, verdad y justicia frente la última dictadura, sino por la actualización y expansión constante de su agenda, en la cual el genocidio armenio siempre ha estado presente».

«El negacionismo, que en espacios que exceden lo político ha intentado volver a escena, solo puede desterrarse con un trabajo constante desde el Estado. Para no banalizar genocidios discutiendo cifras, mecanismo empleado hasta el hartazgo por los negacionistas del genocidio armenio, la educación es un ámbito fundamental. Finalmente, es deseable que las relaciones exteriores tengan su correlato con el plano interno, y éstas incluyan a los derechos humanos como guía. En ambos planos, las causas justas avanzan cuando las llamadas razones de Estado quedan supeditadas a la valentía y las convicciones», finaliza el texto.

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