Apuntes sobre Coronavirus, Darwinismo Social y Estado de Bienestar

Por Ricardo Guaglianone.

Desde tiempos remotos, pareciera ser que la gran separación de los humanos en su organización política y social,  radica en dos visiones de vida contrapuestas, una más integradora, solidaria, donde hablar de comunidad es incluirse con naturalidad en un todo, mientras que la otra sostiene que cada ser humano sufre o goza su destino solo en base a su superación individual.

Estas visiones opuestas fueron enmarcadas en teorías que justificaron largas luchas por el poder para llevar a la práctica esas convicciones, donde el rol del estado es el centro de la controversia.

La irrupción de la Pandemia del coronavirus posiblemente señale un antes y un después  en el rol del estado, pues aun en regímenes con una asentada filosofía liberal que privilegia lo económico sobre cualquier otro valor, debieron paliar la crisis sanitaria con un estado presente, dejando de lado los esquemas económicos. Es más, los estados que no reaccionaron rápidamente y quisieron seguir con el ritmo económico habitual, fueron los más avasallados por la pandemia.

Aun así, sectores poderosos siguen dando batalla en los medios de comunicación, (muchos periodistas son sus voceros),  sin importarles la vida de los ciudadanos comunes, exigiendo que se restablezca las actividades económicas con una desaprensión que llama la atención.

Un ejemplo sintetiza el espíritu de estas voluntades: el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, avalado por el presidente Trump,  declaro que “sería bueno que los adultos mayores dieran su vida (en la pandemia) para no  arriesgar la supervivencia de Estados Unidos  parando la economía”. El mismo presidente dijo “se trata de una gripecita y la economía no se va a parar”.  Estados Unidos está siendo arrasado por la pandemia y son miles los muertos.

La otra cara de estas convicciones, fue la del presidente Alberto Fernández “lo más importante es la vida y la salud de la población, la economía puede esperar”.

Estas conductas se identifican en dos grandes corrientes de pensamiento antagónicas: el Estado de Bienestar y el Liberalismo Económico que cuenta con un agregado que justifica sus consecuencias: el darwinismo social.

Este enfrentamiento sobre del rol de estado y las relaciones sociales, es un debate histórico pero ahora se actulizo claramente por la pandemia del Coronavirus.

Veamos más en detalle, en que consiste cada una de estas miradas filosóficas y políticas.

El Estado de Bienestar.

Básicamente el Estado Benefactor propone intervenir en la economía para una mejor distribución del ingreso en la población, impulsa sistemas de seguridad social, crea marcos de regulación en la composición de la oferta y la demanda y además, desarrolla servicios y bienes  de uso generalizado, que son accesibles para toda la población. Entre ellos los servicios de salud y educación pública.

Los puntos básicos del Estado de Bienestar son:

a) Asegurar las garantías y los derechos ciudadanos establecidos en la Constitución, participación estatal en la gestión de servicios de salud pública, educación, vivienda y la producción y el acceso a bienes de consumo básico.

b) Desarrollar un esquema de subsidios, no sólo en la forma de apoyos fiscales, financieros, con precios y tarifas reducidas, para mejorar el gozo de ese derecho para la mayoría, sino también, para la creación de infraestructura industrial y urbana para dar empleo a toda la población.

c)  Asegurar que los bienes y servicios lleguen masivamente, favoreciendo a  cadenas productivas de industria nacional.

d) El Estado es el gran estabilizador de las relaciones sociales y el ciclo económico para que toda la población esté incluida y mejore la calidad de vida de la comunidad.

La otra mirada: Liberalismo Económico y Darwinismo Social

El liberalismo económico, en contraposición, dice que nadie debe intervenir para regular nada.  La competencia es la base de la libertad política y económica de los ciudadanos y eso estimula la creatividad, el progreso técnico y el desarrollo.

Los precios de los bienes deben ser fijados por las fuerzas del mercado sin intervención estatal y conseguir empleo e ingresos, queda supeditado a los mecanismos de oferta y demanda.

La propuesta es que el estado sea mínimo, sin empresas públicas, ni prestación accesible de servicios, que no son un derecho sino una mercancía. Lo trascendente es el “individuo”, “el mercado” y la “libre iniciativa”.

Uno de los fundamentos que justifica filosóficamente los resultados sociales negativos del liberalismo económico, es el darwinismo social.

El exponente más contundente de esta visión, fue el filósofo inglés Herbert Spencer (1820-1903): “el progreso es consecuencia de la lucha por la supervivencia, donde el fuerte sobrevive,  el débil sucumbe y el estado no tiene que intervenir para no interrumpir este proceso natural”.

“Si alguien cae en la pobreza se debe a sus propios errores

                                       Y nadie debe ayudarle a reponerse”

                                                                                        Herbert Spencer

La teoría del darwinismo social sostiene que los seres  superiores son los más ricos de la sociedad y justifica e avala el orden cruel que impulsó el capitalismo primitivo: “cada uno compite con los demás y los débiles  son eliminados en un marco de competencia más o menos despiadada”.

Es un sistema “natural”, donde hay ganadores y perdedores producto de la evolución de cada uno y de su fortaleza para sobrevivir.

Bajo estas premisas, está organizada la vida política, social y económica en varios países del mundo. En nuestro país,  Macri fue la cabeza visible del darwinismo social y quiso eliminar de cuajo la idea del “Estado benefactor” o del “populismo”.

Cuando comenzó la pandemia su frase fue: “el populismo es más grave que el coronavirus”.

De hecho en su política de salud, el presupuesto del Instituto Malbran, la institución médica científica más importante del pais, fue reducido en un 50%. 

El Darwinismo social, acá y ahora

  “Si alguien es rico se debe a sus propias virtudes,

                    aunque la riqueza haya sido adquirida por medios inmorales”.

                                                                                                          Herbert Spencer

Esta filosofía sostiene que los ricos son seres superiores y deben conducir a los demás. Un ejemplo reciente, muy conocido es el empresario Paolo Roca, que se quedó con la empresa estatal Somisa a precio vil y fue la base de su fortuna actual de 9000 mil millones de dólares. Aun con esta riqueza incalculable, quiso echar en plena pandemia a 1500 trabajadores. Otro tanto hizo McDonald’s y otras grandes empresas que pagaron el 50% del sueldo de marzo a su personal. Pero esto no es nuevo en el Darwinismo Social.

La “supervivencia de los más aptos” de Spencer fue utilizada por magnates como  Rockefeller y otros, para justificar la explotación de la población “inferior” y la eliminación de los competidores sin atender criterios morales o éticos. El objetivo: ser inmensamente ricos, ser inmensamente poderosos, sin límite alguno.

Estos lideres sostuvieron la consigna “Civilización o Barbarie”, masacraron pueblos enteros, “para que llegue el progreso” y por supuesto, sus negocios.

Coronavirus  y Laudato Si (“Alabado Seas”)

Esta encíclica del Papa Francisco es  de una enorme importancia para comprender el capitalismo de este tiempo,  la visión darwinista de la sociedad y la confrontación con el Estado de Bienestar.

El Papa afirma en la encíclica: “Hay que decir no a la exclusión y la desigualdad. Esta economía liberal  mata. En el juego de la competitividad el poderoso se come al más débil. El ser humano es considerado como un bien de consumo que se puede usar y tirar. Es descartable. Los excluidos no son seres humanos, sino residuos, sobras.  El libre mercado excluye y desarrolló una globalización de la indiferencia”.

“La cultura del bienestar nos anestesia. El dinero domina sobre nosotros y nuestras sociedades. La adoración del antiguo becerro de oro (Éxodo 32,1-35) es hoy el fetichismo del dinero y una economía sin rostro, sin objetivo humano. En el libre mercado unos pocos crecen y la mayoría está lejos del bienestar, en cambio el  Estado vela por el bien común.  El mercado es una  tiranía invisible que no conoce límites”.

Coronavirus y el ejemplo de Europa

Italia y España que ajustaron durante años sus sistemas de salud, están siendo arrasadas por la pandemia y además, quisieron preservar sus economías por sobre la salud de la población. El resultado es concluyente: desbordan los hospitales cruelmente debilitados por la ausencia de inversiones y se  sacrifica al personal sanitario para atender una situación con miles de muertos.

El sistema privado de gestión de la salud, ¿podría afrontar con mínima solvencia un estado de emergencia de las características de esta Pandemia? Definitivamente no podría.

Un ejemplo de cómo puede cambiar la visión de los lideres es la mirada del presidente de Francia Emanuel Macron: “subcontratar nuestra alimentación, nuestra protección, nuestra capacidad y nuestro modo de vida” al sistema privado, “sería una locura”.

Sin dudas, la crisis muestra la necesidad urgente de reorientar la construcción social: no a la mercantilización de todo lo que tiene que ver con el bien común. Sin embargo  es previsible que superado el coronavirus,  vuelva todo a lo que se concibe como “normal” (con el ferviente apoyo de los grandes medios de comunicación a esta “normalidad”), como si nada hubiera pasado.

Coronavirus, Darwinismo Social, Estado de Bienestar, el debate continuara. Esta es la verdadera grieta.

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