Apuntes a un año de la muerte del fiscal Alberto Nisman

Por Ricardo Guaglianone

 Con la muerte del fiscal Alberto Nisman hace un año todos los argentinos  apreciamos, una vez más,  la verdadera dimensión y naturaleza del poder en las sombras.

Porque esta muerte llena de interrogantes, como tantas otras circunstancias  difíciles y trágicas que los argentinos hemos padecido, no sucedió en la trama de una película de domingo a la tarde, donde las intrigas entre amantes, espías y funcionarios de distinta calaña nos entretienen.

Esta muerte real,  sucedió en el curso de una acusación temeraria, dividiendo aún más a los que estaban a favor y en contra del anterior gobierno nacional, pero a su vez, arrojando luz sobre la profunda división de los judíos en la consideración de las acciones del fiscal Nisman para investigar el atentado de la Amia, circunstancia que aún prevalece en esa comunidad.

También arrojò luz, sobre las constantes intromisiones de poderes extranjeros en  conflictos que supuestamente le son ajenos. Hace un año atrás, un senador norteamericano dijo que la muerte del fiscal se resolvería con un tribunal internacional, no con la justicia local. Lo afirmaba un representante de un país que nunca esclareció la muerte de Kennedy o de Luther King.

¿Alberto Nisman fue un héroe o un villano? Los datos limpios dicen que tenía la responsabilidad de la causa Amia desde hacía 10 años y que en los últimos tiempos, sobrellevaba fuertes cuestionamientos acerca de su inacción, de su falta de compromiso y de su excesiva dependencia de servicios secretos extranjeros, que no aportaban nada para esclarecer el atentado.

Las denuncias sobre el pobre papel del fiscal en la investigación empezaron a ganar fuerza  tres años antes de su muerte, originadas en las dos agrupaciones de familiares de las víctimas, Memoria Activa y 18J.

En cambio, las autoridades de la AMIA y la DAIA, las instituciones madre de los judíos en el país, que responden al poder y a la orientación de Israel,  se manifestaban conformes con Nisman en la acusación a Iran como responsable del atentado que se llevó la vida de 85 personas hace 22 años.

De las declaraciones de las agrupaciones de familiares de las víctimas en contra del fiscal hay dos partes. Algunas unos años antes de la denuncia que derivò en su muerte, mientras que otras fuertes expresiones reprobatorias se sucedieron cuando Nisman , hace un año atrás, acusò a la ex presidente de encubrimiento para beneficiar a los iraníes.

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El descontento con el fiscal

A mediados de 2011, Memoria Activa difundió una carta firmada por su titular, Adriana Reisfeld, cuestionando al fiscal «por su falta de compromiso e inacción en la causa” y sobre el ahora derogado memorándum con Irán,  afirmaba que era imperfecto pero que era algo: “nadie propuso absolutamente nada superador», expresión que alcanzaba claramente a Nisman.

Cuando Nisman, en un escrito de 75 fojas, cuestionó el acuerdo antes de firmarse, en línea con los servicios secretos israelíes y norteamericanos, las agrupaciones de familiares lo denunciaron por falta de sustento jurídico de sus afirmaciones, por la vacuidad de sus argumentos y sostenían, categóricamente, que al fiscal no le interesaba involucrarse en el esclarecimiento del atentado.

«Coincidimos en todo lo que plantea Memoria Abierta», declaraban, hace cuatro años,  los familiares de 18J a través de su titular, Sergio Burstein: «Durante siete años el fiscal no generó nada, y cuando tiene una herramienta como el memorándum, que puede permitir avanzar en la indagatoria, la critica”… “a Nisman parece no interesarle la causa».

Con estos antecedentes, cuando el fiscal presenta la denuncia contra la ex presidente recibió, no solo una falta de respaldo, sino un rechazo muy potente de las agrupaciones de familiares que ya estaban pidiendo, desde hacía unos años,  la remoción del fiscal por inacción en la causa: «Quiere que lo echen y quiere victimizarse«.

La referente de Memoria Activa, Diana Malamud, luego de presentada la denuncia contra la ex presidente, acusó al fiscal de hacer «espionaje interno» y relató que su accionar «nunca tiene que ver con la investigación y el esclarecimiento sino con temas de poder»… «los últimos tres años se dedicó a espionaje interno pero de AMIA ni una sola palabra».

Quienes también habían pedido su remoción de la causa, Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado a la AMIA, a través de su titular, Olga Degtiar, se pronunció con severidad contra la denuncia: «La acusación está lastimando el sentimiento de 85 familias que vienen sufriendo y luchando por justicia hace 20 años. Creo que es una maniobra del fiscal para quedar fuera del caso».

A Nisman no se le podía echar la culpa de todo el fracaso de la causa porque la tomó a diez años del atentado, con todas las oscuras maniobras que sucedieron en su desarrollo para que no se avanzara en el esclarecimiento. Pero su labor estaba más que cuestionada, a pesar de los recursos extraordinarios que tenía a su disposición.

Si en ese momento la Fiscalìa General de la Naciòn removía de su cargo a Nisman,  por el pedido expreso de estas agrupaciones, (petición que fue denegada), se ganaba un conflicto político inmenso, ya que estaba apoyado por Israel, Estados Unidos y las entidades judìas de AMIA y DAIA, que contaban con el respaldo y el poder de la prensa concentrada.

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Los datos

A un año de la muerte de Alberto Nisman existe información fidedigna que pone en cuestión su independencia  en la investigación del atentado.

El periodista Santiago O’Donnell, publicò en un libro de su autoría, los cables de Wikileaks que evidenciaban, con elocuente claridad,  una relación muy dependiente del fiscal Nisman con Estados Unidos en toda  la causa AMIA.

Según los cables y comunicaciones revelados en el libro,  anticipaba los textos judiciales que producía a la embajada americana, allí se los corregían y luego el fiscal definía  en la orientación que le indicaban, el curso de la investigación.

En el momento que Nisman tomó la causa, Irán era el  enemigo número uno de Estados Unidos e Israel.  Se especulaba con una invasión a ese país porque se lo acusaba de estar desarrollando energía nuclear para fines militares. Los dos estados estaban muy interesados en involucrar a Iràn como autor del atentado de Buenos Aires.

Por lo tanto, instruyeron a Nisman  (se conoce mucha documentación existente que así lo confirma)  para que desviara la investigación original de la pista siria y abandonara la investigación de la conexión local en el atentado.  Y esa fue, justamente, la orientación que le diò el fiscal a la causa.

No solo los críticos del fiscal dijeron  que luego de esa acusación nunca produjo nada nuevo  en la causa. Hay quienes afirmaban que la acusación a Irán jurídicamente estaba forzada y carecía de pruebas, incluida la opinión del juez de la causa, Canicoba Corral,  que le ordenó al fiscal no abandonar la pista local, sugerencia que Nisman nunca cumplió.

En 1997 una misión del FBI, durante un mes estuvo en nuestro país revisando la investigación y presento un informe muy contundente, donde expresaba que lo màs serio que había en la causa era la  pista siria, con sus ramificaciones locales.

Era tan fuerte  la orientación de Estados Unidos e Israel de acusar a Irán, que esa recomendación del FBI fue dejada de lado y la causa se paralizó por completo.

Cuando la Argentina firma el memorándum con ese país, ahora derogado,  para destrabar la inacciòn de años, todas las partes interesadas, con algunas dudas, apoyaron el acuerdo, menos el fiscal Nisman.

Como en todas las instancias de la causa Amia donde intervenía el fiscal, en esta tampoco estuvo solo.  Israel defenestrò públicamente el acuerdo con Irán y luego Estados Unidos manifestó su desacuerdo. Automáticamente la AMIA y la DAIA  se pusieron en contra de lo firmado y apoyaron a Nisman, desautorizando a los familiares  que cuestionaban fuertemente al fiscal por inacción.

Es interesante revisar estas cuestiones porque son el meollo de toda la historia de la investigación del atentado, de la acusación a la ex presidenta, donde están mezclados  intereses geopolíticos y maniobras poco claras del poder judicial, que ensuciaron la causa AMIA desde su inicio, hasta casi extinguirla.

Más allá del memorándum y de la acusación por encubrimiento al anterior poder ejecutivo,  la muerte del fiscal será muy difícil de esclarecer, por los intereses y mezquindades políticas en juego, tanto si fue  un asesinato o un suicidio. Actualmente, hay una fuerte movida judicial y mediática para  involucrar, facciosamente,  al anterior gobierno nacional como responsable de la muerte del fiscal.

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 Las posibles causas de la acusación

La ex presidenta siempre mostró una gran independencia de criterios al tratar asuntos de gran importancia geopolítica que disgustaron profundamente a los israelíes y como reflejo, a las entidades judías en la Argentina.

Por ejemplo, en septiembre de 2014 en la asamblea general de la ONU, afirmó que el conflicto entre Israel y los palestinos era “el nudo fundamental” de la crisis en Medio Oriente e  instó a que encuentren una solución y destacó la necesidad de avanzar “en el reconocimiento de un Estado de Palestina” al tiempo que ratificó el derecho de Israel de vivir en su propio Estado bajo las fronteras establecidas en 1967.

Traducido es  sencillo de entender. Cristina Fernández pidió que se reconozca a Palestina como un estado libre, se les devuelva los territorios que Israel le arrebató (fronteras de 1967) y pidió se lo incluya en el cuerpo internacional de la ONU con el mismo status de cualquier nación que integra el pleno.

Esta postura significó una ruptura conceptual y práctica de la política impulsada por Washington y Jerusalén, que motorizó una gran oposición de las entidades judías locales hacia las políticas da la ex presidenta, en casi todo lo que proponía, incluido, por supuesto, el  derogado memorándum con Irán.

También en esos meses, la presidenta ordenó el descabezamiento de la  secretaría de inteligencia, cortando bruscamente las relaciones con los servicios de inteligencia con los cuales se manejaba Nisman en la causa AMIA (Israel y EEUU) a través de los agentes locales desplazados y con los cuales, una buena parte del poder judicial local estaba íntimamente relacionado.

Estas determinaciones no cayeron nada bien en los círculos de poder local, ligados a estas dos naciones. Tampoco fue bien recibida la profundización de las relaciones geopolíticas con Rusia y China que significaba un reacomodamiento de las relaciones internacionales de Argentina, que se expresaría en alianzas en los foros internacionales.

En este contexto, se produjo el sorpresivo regreso de Nisman de sus vacaciones y la presentación de la denuncia contra la ex presidenta, que el juez titular  de la causa AMIA,  Canicoba Corral consideró de “nulo o escaso valor probatorio”, además de indicar que nunca fue informado de tamaña investigación.

La muerte de Nisman enrareció todo y se empezó a parecer a una estudiada maniobra para perjudicar al anterior gobierno, debilitarlo y sacarlo del poder. Las operaciones de prensa para involucrar a la ex presidenta  en un posible asesinato del fiscal fue muy fuerte y ahora se renuevan se las embestidas mediáticas.

Hasta ahora no se sabe que paso. Si al fiscal lo asesinaron o se mató. Sin embargo, la investigación de la desplazada fiscal Fein estaba dirigida a cerrar todo en un suicidio, aùn con las disidencias de la ex mujer de Nisman, jueza nacional, que decía en aquel momento  y sigue afirmando que fue un asesinato.

También hay que señalar sobre las apreciaciones que querían involucrar al anterior gobierno en un supuesto asesinato,  que fuentes judiciales ya han dicho que no había ninguna prueba que sustente esa afirmación.

Lo único que fundamentaba  la presentación fueron las 290 páginas que presentó Nisman y que dio a conocer públicamente la Corte Suprema. Juristas de alto nivel, como Gil Lavedra y Moreno Ocampo aseguraron que el planteo carecía de fundamento jurídico.

Se habló mucho en los medios,  que le habían prometido l fiscal más pruebas, que había documentos secretos o escuchas que eran de la ex presidenta, pero nunca aparecieron. Esta trama siniestra, donde oscuros actores de otros momentos trágicos en el país, aparecen como personajes relevantes, como el caso de los agentes de inteligencia locales, fue lo más parecido a ofrecer pescado podrido que Nisman compró.

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 Enterrado como un héroe

El coche con el féretro de Alberto Nisman llegò al amplio patio del cementerio judío de la Matanza, a las 11,45 del 29 de enero de 2014, escoltado por una docena de motociclistas de la Policía Federal.

Desde muy temprano se desplegó, dentro del cementerio, un severo operativo de seguridad. En la entrada al predio esperaban unos cuarenta efectivos de la Federal y se habían ubicado en un campo lindante a las tumbas, francotiradores de la bonaerense distribuidos arriba de los árboles y detrás de tupidas malezas.

Todo el operativo estuvo supervisado por los servicios secretos israelíes que se movían muy concentrados, hablando todo el tiempo a través de sus equipos y controlando todo lo que sucedía con las 200 personas que esperaban al fiscal para su sepultura.

Menos producidos que en los programas de televisión, esperaban varios conocidos.  Estaba Elisa Carrio que no se saludó con la ahora Ministra de Seguridad, Patricia Bullrrich, Montenegro, el  ex jefe la metropolitana,  el presidente de AMIA, Leonardo Jmelnitsky, y el presidente de la DAIA Julio Schlosser, entre otros. Llamativamente no había representantes de las agrupaciones de familiares de víctimas del atentado.

Por fin llegó el coche que traía los restos del fiscal. Lentamente estacionò en la primera entrada de la enorme sala mortuoria, donde esperaban los rabinos y el soldador para hacer su trabajo. También estaba preparado un cajón nuevo por si ocurría algún percance.

Luego del lavado ritual, del sellado del cajón y el retiro de todas las piezas metàlicas, el féretro fue llevado desde la sala de espera hasta el patio exterior, donde fue rodeado por los asistentes, mientras el rabino Marcelo Polakoff rezaba una oración.

Luego el cortejo, llevado por sus allegados màs íntimos,  recorrió unos pocos metros hasta el lugar donde se realizaría la sepultura, frente a la explanada que recuerda a los mártires de las guerras de Israel, bajo la siempre atenta y vigilante mirada de los servicios israelíes.

Hace un año, el entierro y los discursos

Durante el entierro y los discursos, de fortísimo contenido polìtico, los participantes de la ceremonia se resguardaron bajo tres gazebos de lona verde, que cubrían del sol a una parte de los  presentes que silenciosos y  tranquilos, siguieron con gran concentración la ceremonia.

Frente al cajón se ubicaron los rabinos, los padres del Nisman, su ex esposa, su hermana y sus dos hijas, que llevaron el momento con mucha entereza.

Se podría afirmar que al ser enterrado Nismàn en el cementerio judío central,  con la liturgia y ceremonial tradicional,  que  la colectividad  creyente  en su conjunto  descartaba su suicidio. El suicidio es una práctica reprobada por la ortodoxia religiosa judìa desde la antigüedad y que  tiene castigos específicos  en la forma que se hace el servicio fùnebre.

Por ejemplo, el fallecido si se suicidó, es enterrado en los extremos del cementerio, pegado a las paredes externas.

Por este motivo, los emotivos discursos de recuerdo a su persona reafirmaron la idea de que fue un asesinato, a la vez que dejaron en evidencia un cuestionamiento a la labor de la ex fiscal Fein, sobre todo en las palabras de la jueza Sandra Arroyo Salgado, la ex mujer de Nisman.

En el mensaje de despedida la jueza dijo: “Tenemos la certeza de que esto fue obra de otra persona. No sabemos de quién,”…” hoy siento que no están trabajando como se debe trabajar para llegar a la verdadera razón de este final”.

Cada discurso era precedido por una oración del rabino. El vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff  aseguró que con la muerte de Nisman el atentado a la mutual judía “está más lejos de esclarecerse”.

Luego hablo el escritor Santiago Kovadloff, con su clásica postura de tener la verdad revelada: “la sociedad argentina, una sociedad vapuleada por el encubrimiento y la distorsión de lo que debería saberse, encubrimiento y distorsión que no son otra cosa que un acto de traición a la ética”.

“Porque la ética, entendida como voluntad civilizadora, no es sino la configuración social de la verdad”  y adjudicó la muerte de Nisman a su intento que toda esa oscuridad no caiga sobre las cabezas de los ciudadanos. “Se jugó la vida –y pagó con ella– para impedir, en la medida de sus fuerzas, que el crimen se llevara por delante, sin costo alguno, la verdad, la ética y la República”.

Conclusión aproximada

No solo la muerte del fiscal todavía es un gran misterio a resolver. Hay muchas cosas demasiado oscuras en toda la causa AMIA y en los poderes internacionales, políticos y judiciales que intervinieron  en la investigación, que posiblemente nunca se esclarezca el atentado a la Amia y  la muerte de Nisman.

Somos un país joven, con  200 años de historia y de ese período, apenas un pequeño porcentaje lo vivimos en tiempos de derecho pleno. Es necesaria  la profunda convicción de no permitir que poderes facciosos destruyan nuevamente a la república con acusaciones infundadas.

Sobre Alberto Nisman no es sencillo resolver el enigma: para algunos es un héroe por la acusación a la ex presidenta, para otros un villano, porque no hizo nada para esclarecer el atentado a la Amia y dilapidó fondos públicos de la investigación  en fiestas y viajes privados.

La causa no tiene a un año de su muerte, ninguna definición jurídica, solo intensas especulaciones de medios, políticos y familiares que insisten en el asesinato para que la causa pase a juzgados federales y puedan acusar a la ex presidenta, pero estos intentos, no tienen asidero de verdad alguna en el expediente y en las pruebas hasta ahora recabadas.

Tenemos la idea de que nunca se resolverá la balanza para un lado u otro y nunca se sabrá que sucedió en la trama más profunda.

Aspiramos a que la República  crezca en conciencia y compromiso, a pesar de estos hechos trágicos, profundamente oscuros.

Por Ricardo Guaglianone

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