Un hábito que puede salvar de muchas enfermedades: lavarse las manos

Esta frase que todos hemos escuchado desde nuestra infancia, no importa la edad que hoy tengamos, tiene un significado poderoso debido no sólo al uso y las costumbres, sino también porque sigue teniendo un valor muy actualizado en este siglo 21 con tanta alerta de epidemias.
En infectología, se le da una importancia mayúscula al lavado de manos. Es obvio que un cirujano lava sus manos, un médico clínico lava sus manos luego de examinar a un paciente. Nuestras abuelas esperaban al médico de la familia con una toalla especial para el doctor y muchas veces con alcohol. Esto no sólo era por una cuestión de higiene personal del colega, sino por epidemiologia.

Nuestras manos son el principal vehículo de transporte de gérmenes de un individuo a otro o de un lugar a otro.

Por ello, esta casi obsesión de parte de la infectologia hacia el personal de salud, médicos, enfermeras, técnicos, camilleros, etc., es decir todos aquellos que de alguna u otra forma asistimos a los enfermos,

Y la pregunta ahora sería, ¿también esto debe cumplirlo la gente común que no está en el hospital?
La respuesta es SI.

Si recuerdan, cada vez que comienza una epidemia se recomienda:
– Lavarse las manos con agua y jabón
– Airear las habitaciones
– Utilizar agua lavandina en la limpieza de los utensilios de cocina y en el baño y en todas las superficies que toleren esta sustancia; pisos, mesadas, etc.
– Lavarse las manos con alcohol en gel o líquido.

Estas recomendaciones son muy útiles en caso de situaciones médicas como las antes descriptas. Así como cuando estamos o convivimos con personas que están padeciendo un cuadro febril. También cuando llegamos de manipular elementos utilizados por muchas personas; por ejemplo, en el transporte público.
Sin embargo, el exceso no es beneficioso: la excesiva higiene personal también nos puede enfermar al destruir, arrastrar, eliminar la población de bacterias o gérmenes beneficiosos, así como también lastimar o erosionar la piel o las mucosas, las que son barreras naturales con función defensiva de gérmenes patógenos externos.
Algunas cosas nunca cambian y nada las supera.

El equilibrio es lavar sus manos en estas ocasiones:

– cuando llegue a su casa o al trabajo
– cuando hay alguien con fiebre cerca suyo
– cuando ud tiene fiebre
– cuando deja el baño propio o público
– cuando tenga tos o secreciones por nariz o garganta (mocos)
– cuando juegue con perros o gatos o cualquier otra mascota
– cuando visita a un enfermo en su casa o en una institución

De esta sencilla manera, logramos un gran efecto, multiplicado, que cuida nuestra propia salud y también la salud pública.

Por la Doctora Alicia Lago
Depto. de Urgencias
del Hospital Álvarez

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