S.O.S Riachuelo

Cuadro de Situación ante una limpieza que no avanza

Después de silencios cómplices y abandonos dolosos, de las presentaciones de la Corte Suprema y de la audiencia pùblica a principios de marzo, las “aguas” del Riachuelo siguen bajando negras y macabramente contaminadas. Lo único que goza de buena salud es el olvido. Cualquier río es fuente de vida, pero el que nos ocupa es sinónimo de muerte, hoy induce silenciosamente el doble de fallecimientos en niños de los partidos de la cuenca en la Provincia de Buenos Aires, y en los barrios de La Boca. Barracas y Villa Lugano de Capital Federal, respecto del promedio de toda la Ciudad de Buenos Aires.
El Matanza – Riachuelo tiene la longitud de un río (se extiende desde La Boca hasta Cañuelas), la forma de un río y lleva el nombre de un río. Pero no huele como un río, no tiene el aspecto de un río, no es fuente de esparcimiento para los habitantes de su ribera, no es navegable, no tiene peces y lo que es peor: tiene cualquier otra cosa menos agua, ese líquido de aspecto prístino, transparente, que posee dos partes de hidrógeno y una de oxígeno.

Sus “aguas” hierven en burbujas de gases venenosos. La única vida que se percibe es la de las bacterias que descomponen la basura agrupada en fétidos camalotes.
El fondo del “río” contiene un lodo letal formado por venenosos metales pesados con un espesor que en muchos sitios llega a 7 metros de profundidad. Solamente entre el puente de la Noria y La Boca, existe un excedente de 4.000.000 de metros cúbicos de barro contaminado resultante de desperdicios orgánicos e inorgánicos volcados por las industrias desde hace dos siglos.

El 55% de la población de la Cuenca del Riachuelo carece de cloacas (es común la existencia de conexiones clandestinas de aguas servidas o residuales a conductos pluviales). El 35% de la población relacionada al río no tiene agua potable, además de carecer del servicio de recolección de residuos domiciliarios en los asentamientos aledaños (más de 12 con un total de 500.000 habitantes). Existen alrededor de 100 basurales en la zona y de las industrias cercanas solo el 3 % tienen instalados procesos de depuración.

El Riachuelo desemboca en el Río de La Plata, muy cerca de donde AYSa tiene importantes tomas de agua para potabilizar, por ejemplo, en Bernal, a 2,4 Km. y en Palermo a 1,1 Km. de la costa. ¿Puede un río ser “cloaca y bebedero” a la vez?. Es como si alguien hiciera desembocar la cloaca en su pileta y después esa misma agua con un simple tratamiento de cloro, se lo diera de beber a sus hijos.
Un informe de la Auditoría General de la Nación (A.G.N.) sostiene que la empresa Aguas Argentinas ahora AYSA, efectúa el tratamiento de solo el 12% de los afluentes cloacales que recibe en las plantas norte y sudoeste. El resto de los afluentes es vertido al Río de la Plata, a la altura de Berazategui, sin haber recibido el tratamiento adecuado para obtener los niveles de calidad que establece el marco regulatorio.
El Riachuelo contiene concentraciones de mercurio, zinc, plomo y cromo superiores en 50 veces a los niveles máximos contaminantes.

Un articulo de La Nación de enero de 1871 decía “el Riachuelo parece un torrente de pus que escapa a raudales de la herida abierta en el seno gangrenado de la tierra”, 135 años después todo sigue igual en una elocuente radiografía de la desidia.
El agua es nuestro alimento vital y el disolvente de todos los demás, regula la temperatura corporal, transporta nutrientes a los tejidos y representa el 70 % del peso total de un individuo.
Beber agua contaminada trae múltiples problemas.
Las parasitosis intestinales son especialmente frecuentes entre los niños, que las contraen por contacto directo con el polvo del suelo contaminado o por ingesta de alimentos crudos mal lavados. En ciertos grupos, más del 90 % de los niños tienen parásitos en sus intestinos, y muy pocos lo saben. Son causa frecuente de anemia. Algunos, como el Ascaris lumbricoides, pueden migrar más allá de la luz intestinal y provocar grave daño en el hígado y en los pulmones.

Los efectos del plomo, son de acción retardada, pudiendo provocar un tremendo déficit intelectual en el niño; el mercurio produce alteraciones neurológicas; el cadmio produce efisemas, alteraciones renales, anemias y cáncer de próstata; el arsénico motiva cáncer de piel y de pulmón; los virus entéricos se excretan en las heces y pasan a las aguas transmitiendo hepatitis infecciosa tipo “A” y son muchos los agentes contaminantes que arrojados al “río” o al ambiente corrompen la salud de los vecinos.
El deterioro ambiental hace que mosquitos como el Aedes Aegypti, vectores del
dengue, otrora tropical, ya estén instalados entre nosotros. Es el mismo vector de la fiebre amarilla, enfermedad que en siglo XIX produjo una epidemia mortal en Buenos Aires.

Por otro lado, al momento de la quema en los basurales de la Cuenca, se producen exposiciones peligrosas a hidrocarburos aromáticos policlorados que contaminan el aire, el agua y los alimentos. Cuando se absorben, se acumulan en grasas corporales y son potentes cancerígenos.
El nauseabundo y pestilente olor que desprende esta masa verdinegra de aspecto repulsivo, este desastre ecológico, patética cloaca a cielo abierto con pútridas miasmas, degrada 2300 km2 que lo entornan (11 veces la superficie de la Capital Federal).

No completar las obras de saneamiento es un crimen y un acto suicida.

De los 250 millones de Dólares que el B.I.D. tenía dispuestos para las obras de saneamiento (crédito 1059/OC-AR año 1997 para amortizarse en 20 años), hoy quedan 90 millones a refinanciar, pues 150 millones fueron inconsultamente desviados a “planes sociales”. Únicamente se aplicaron a la Cuenca 7 millones de Dólares, de los cuales sólo un millón se destinó a obras, pues el saldo se aplicó a estudios de consultorías y pagamos en concepto de tasa de compromiso (multa por no usar el préstamo) la suma de ¡¡¡6 millones de Dólares!!!. Es intolerable que el Presupuesto Nacional destine CERO PESOS para paliar esta mortífera degradación ambiental.
El 90% del dinero disponible, está destinado para gastos de personal y el resto para insumos y mantenimiento del edificio que el Comité Ejecutor Matanza – Riachuelo (CEMR) ocupa en avenida Almirante Brown 1378/90.
Nuestra Constitución Nacional en su art. 41 dice “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano”, principio reconocido también por la Constitución de la Provincia de Buenos Aires en su art. 28 y por la Constitución de la ciudad de Buenos Aires en sus art. 26 al 30.
El artículo 42 de la Constitución agrega: “el daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponerlo según lo establezca la ley”.
La situación que este informe describe fue denunciada ante el Defensor del Pueblo de la Nación con actuación Nº 9924/02 y ante todos los organismos nacionales, provinciales y porteños sin respuesta alguna.

Los vecinos de la Boca exigimos:
A. Sean retirados los 17 cascos hundidos y los 67 amarrados y abandonados en la costa.

B. Se limpie el “espejo de agua”.

C. Se provea de cloacas a los habitantes de la Cuenca que carecen de ellas.

D. Se provea de agua potable a los habitantes de la Cuenca que no la poseen.

E. Se proceda a la recolección de residuos, fundamentalmente en los 13 asentamientos precarios (500.000 personas) que crecieron en el curso inferior del Riachuelo como corolario de la grave crisis socio- económica.

F. Se erradiquen los 42 basurales a cielo abierto y se construyan plantas para la obtención de compostaje.

G. Se limpien y ordenen los terraplenes y taludes que bordean el “río”.

H. Se obligue a las industrias a instalar plantas para tratamiento de residuos industriales o generar procesos tecnológicos de producción limpia que minimicen la contaminación a vertido cero con incentivos financieros y fiscales, además de una larga lista de problemas a solucionar, entre ellos, la desafectación progresiva del Polo Petroquímico Dock Sud por su máxima peligrosidad.

Asociación de Vecinos La Boca

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