Reflexiones sobre alimentación humana

La relación que existe entre la alimentación humana y los cambios del clima está relacionada con el ingreso calórico de las poblaciones y con la producción de alimentos que influyen negativamente en las condiciones ambientales, debido a que los seres humanos nos alimentamos más allá de nuestras necesidades básicas de supervivencia, profundizando el uso del alimento para satisfacer otras necesidades que alteran las señales corporales de hambre y saciedad.

La comida, los alimentos, cumplen funciones vitales e irreemplazables para cualquier organismo vivo. Sabemos que el alimento puede curar o enfermarnos “que tu alimento sea tu medicina” afirmaba el sabio Hipócrates pero, más allá de que ciertos alimentos o dietas específicas puedan ayudar a prevenir o curar enfermedades, los seres vivos se alimentan principalmente para cubrir las necesidades de energía y nutrientes que les permiten seguir vivos y realizar todas las funciones que exige el medio donde habitan. Si bien el comer entonces, es vital nada menos que para la supervivencia, no debería serlo para nada más.

¿Por qué empezamos a comer y qué nos detiene?

Existen más de 20 sustancias en nuestro cerebro que controlan las ganas de ingerir alimentos y otras tantas que dicen cuando detenernos, (lo cual parece sugerir, que habría muy poco margen para la decisión voluntaria), aunque la mayoría de las veces el deseo, la costumbre o la inducción publicitaria suelen ser más poderosos que la regulación natural.
Hemos perdido la sensibilidad o confundido las señales que el organismo nos envía cuando tiene hambre y cuando esta saciado.
A diferencia del animal salvaje con sus instintos intactos, los mamíferos humanos adquirimos el mal hábito de comenzar a comer o parar de hacerlo en respuesta a señales externas: estímulos provenientes del medio ambiente.
Esta conjunción entre la ingesta de alimentos para cubrir otras necesidades, la pérdida de sensibilidad a la saciedad más la ingesta por apetito en vez de hambre, genera un mayor consumo de alimentos con las consecuencias personales que abarcan desde los trastornos del peso corporal hasta enfermedades como las cardíacas y algunos tipos de cáncer entre otras.

¿Cómo modificamos nuestra relación anormal con el alimento?
La vida suele ser demasiado exigente como para tener que privarnos de los placeres efímeros del gusto y la textura del alimento en la boca, aunque sean sólo unos segundos de disfrute a cambio de los efectos negativos para el cuerpo y para el planeta que habitamos.
Se requiere cierto sacrificio, esfuerzo y una actitud austera y moderada para que las personas puedan aprender una nueva forma de relacionarse con la comida. Esto es especialmente necesario en aquellos que padecen enfermedades metabólicas, a quienes con los tratamientos actuales se les enseña más el cómo comer que el qué comer.
Sin embargo, un cambio colectivo es fundamental para la supervivencia de una especie, para la que aún en este campo, el nombre de sapiens parece ser un poco ambicioso.
Por Dr. Daniel Ganino.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *