Ningún país del mundo ha aprobado el cultivo de ningún trigo transgénico. En Argentina, la empresa Bioceres y algunos funcionarios quieren dar ese temible paso, incluido el uso del peligroso agrotóxico glufosinato de amonio, sin debatir profundamente con la sociedad. Como organizaciones del pueblo nos expresamos con un rotundo NO y explicamos los peligros que esto implica.
Algunos hitos de este camino han sido:
En 2012 el equipo de la científica Raquel Chan presentaba una tecnología de transgénesis: la HB4.
En 2013 Bioceres, integrada por empresarios del agronegocio argentino,planteaba sembrar el nuevo trigo en 2015 y afirmaban poder lograr la desregulación para América Latina.
En octubre de 2015 lograron las aprobaciones de Comisión Nacional de Biotecnología (Conabia) y del Servicio de Sanidad y Calidad Agropecuaria (Senasa). Pero no cuenta con el aval del área de Mercados de la Secretaría de Agroindustria.
En 2016 denunciamos la presencia ilegal de trigo transgénico en un cargamento argentino que llegó a Corea del Sur.
El 16 de noviembre de 2018 Bioceres publicó que “Trigall Genetics SA presentó -en jornadas a campo- el nuevo trigo HB4 tolerante a sequía y al herbicida Prominens” que tiene como principio activo al agrotóxico glufosinato de amonio.
El conflicto actual es por la aprobación comercial. Un sector del gobierno nacional insiste en no aprobar el trigo transgénico, mientras otros (con el Secretario de Ciencia, Lino Barañao, a la cabeza) buscan la aprobación. En los inicios de 2019 están en pleno lobby: ocupan espacios en medios masivos y hasta lograron reunirse con el presidente Macri.
1- Porque multiplicaría el consumo de agrotóxicos.
Los transgénicos de tolerancia a herbicidas (y este trigo lo es) multiplican el consumo de herbicidas. Que los transgénicos no redujeron el consumo de agrotóxicos (como habían prometido) hoy es obvio. Está claro desde hace 20 años. Cualquiera que quiera entender el problema de las malezas resistentes no tiene más que mirar los datos de consumo de herbicidas de la Argentina desde 1996 a la fecha: cuesta encontrar datos oficiales actualizados porque los esconden, pero sabemos que entre 1991 y 2011 el consumo de herbicidas creció 1.279%.
Los productores sumados al paquete de siembra directa están desesperados por las malezas resistentes a herbicidas. Algunos sectores empresarios, funcionarios y del sistema de ciencia y técnica sostienen la mentira de la disminución en el consumo de agrotóxicos por la difusión de variedades transgénicas. Lo hacen aunque saben que para eso tienen que mentir y esconder información, porque todavía hacen negocios millonarios.
Y lo que es más obvio: esos agrotóxicos quedarían como residuos contaminando los granos de trigo y sumarían venenos al pan que comemos cada día.
2- Porque contaminaría todos los trigos.
El trigo se autofecunda en un gran porcentaje pero también se cruza con cultivos de cercanía, como sucede también con la soja. Los datos científicos hablan de cruzamientos de entre 1 y el 14%.
Los empresarios y sus aliados nos explican que no tenemos por qué oponernos, que «el que no quiera que no adopte la tecnología». Con fundamentos sólidos podemos afirmar que una vez liberadas las variedades transgénicas en pocos años se van a diseminar por polinización cruzada y por “bolsa blanca”. Si esto sucede vamos a estar expuestos a la locura de que nos contaminen los trigos nacionales y nos puedan denunciar por querer «robarles la tecnología».
3- Porque es parte de la intención de las transnacionales de imponer su ley de semillas
Hoy tenemos un problema grave: ya tiene aprobación de comisiones un proyecto de ley de semillas que busca limitar el uso propio (utilizar semillas de la cosecha anterior). Como sucedió hace unas semanas con la soja Enlist de la multinacional Corteva, las empresas van a usar sus semillas transgénicas para presionar al estado argentino para que apruebe la ley Monsanto/Bayer de semillas.
Si frenamos este trigo ganamos una parte de la disputa. Si frenamos la ley Monsanto/Bayer de semillas no nos van a imponer el trigo, simplemente porque no lo van a querer difundir por no poder cobrar regalías.
4- Porque los objetivos que ellos dicen tener de «mejores productividades» se puede lograr por mejores medios.
La producción de trigo puede ser parte de rotaciones de suelos y de manejos mixtos con producción ganadera. El trigo como gramínea incorpora materia orgánica y puede competir muy bien con malezas. También puede ser muy importante para tener cultivos todo el año, lo cual es muy importante en regiones hoy inundadas.
Para las empresas el objetivo es el lucro: hablan de derechos porque suena bien, pero violan sistemáticamente los mismos derechos que dicen defender.
La misma FAO acaba de afirmar que “hemos llegado al límite del paradigma de la revolución verde” y que alcanzar una agricultura sostenible requiere un enfoque integrado. Los transgénicos son hoy la mejor encarnación del paradigma de la «revolución verde» y avanzar hacia enfoques integrados es el principal desafío que hoy tenemos como humanidad.
5- Porque son parte de la destrucción del sistema de ciencia y técnica que dicen defender.
Argentina está en un momento histórico en que se profundiza el ataque al sistema científico tecnológico. El gobierno nacional avanzó en recorte presupuestario del sector científico, que incluye la privatización de las universidades públicas.
Más allá de defender lo que hoy tenemos, necesitamos que la ciencia argentina en lo agrario escuche las voces de transformación y apoye los procesos de agroecología y soberanía alimentaria que hoy son un hecho. Además necesitamos ciencia independiente que denuncie el accionar de las empresas de los agronegocios: en lo sanitario, en lo ambiental y en lo económico.
Rechazamos la complicidad de los sectores científicos que, bajo el paraguas del Conicet, son socios de las empresas biotecnológicas. Esos académicos tienen responsabilidad en las consecuencias que sus «desarrollos» producen en los territorios (más desmontes y afecciones en salud, entre otros).
6- Porque no queremos consumir alimentos transgénicos.
En Argentina no hay etiquetado de transgénicos. Las empresas del agronegocio y las procesadoras tienen muy claro que el pueblo argentino no los quiere, no los elige, y por eso no permiten que se etiqueten los alimentos con transgénicos. Defendemos la libre elección, informada y desde las subjetividades que cada sujeto elija, independientemente de los intereses de los compradores globales y las empresas transnacionales.
La «equivalencia sustancial» (argumento empresario que dice que un transgénico es igual a un alimentos convencional) es un mito creado por los científicos pagados por las corporaciones. Por lo tanto, nada nos garantiza que el pan que comamos sea el mismo que el de un pan hecho con trigo convencional.
7- Porque no confiamos en la tranquilidad que prometen Conabia y Senasa.
La Conabia (Comisión Nacional de Biotecnología) recomienda aprobar transgénicos y el Senasa (Servicio de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) autoriza el uso de agrotóxicos: son ejemplos de conflictos de interés.
Ambos organismos están controlados por representantes de las empresas que producen y venden transgénicos y agrotóxicos.
8- Porque los transgénicos promueven los monocultivos y éstos degradan los ecosistemas y la soberanía alimentaria.
Supongamos que el trigo transgénico no fuera resistente al glufosinato y se evite el uso de este agrotóxico. La tan publicitada y prometida «resistencia a sequía» se vende como una ventaja para los productores. ¿Es una ventaja que el trigo transgénico reemplace bosques nativos y cultivos de pasturas para ganado? ¿Quiénes tendrían que decidir ese cambio de uso de suelo?
Los transgénicos agrícolas sirven hoy sólo para generar lucro para unos pocos. No son necesarios para garantizar ningún derecho del pueblo.
Para avanzar en las transformaciones necesarias el gobierno nacional tiene hoy en sus manos la Ley de Agricultura Familiar N.º 27.118 y la Declaración de los Derechos Campesinos de la ONU.
9- Porque el trigo transgénico ya fue rechazado en el mundo.
A partir del rechazo de diversos sectores vinculados a la comercialización del trigo en América del Norte (como por ejemplo el Consejo Canadiense del Trigo) Monsanto retiro en el año 2004 su trigo resistente al glifosato reconociendo que “como resultado de la revisión de nuestra cartera [de productos] y el diálogo con líderes del sector triguero, admitidos que las oportunidades empresariales del trigo primavera Roundup Ready son menos atractivas en relación con otras prioridades comerciales”.
Es urgente debatir en profundidad qué modelo agropecuario necesitamos como país y expresar nuestro rechazo al trigo transgénico.
Primeras adhesiones
RENACE, Red Nacional de Acción Ecologista
Museo del Hambre
Ecología Política del Sur (Citca-Conicet)
Coordinadora provincial por una vida sin agrotóxicos en Entre Ríos: Basta es Basta!
Multisectorial paren de Fumigarnos de Santa Fe
Seminario sobre el Derecho a la Alimentación Adecuada de la Facultad de Derecho de la UBA
Huerquen comunicaciones
Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT)
Asociación Amigos del Lago de Palermo
Acción por la Biodiversidad
Ambiente Mar
Asociación contra la Contaminación Ambiental
Asociación Ecológica de Lanús (A.E.L)
Bios Argentina
Colectivo El Parque no se vende
Colectivo Tinta Verde
Ecología y crecimiento con Organización Solidaria (ECOS)
Fundación Uñopatun
ONG Unidos por la Vida y el Medio Ambiente
Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH)
Eco Sitio
Foro Ecologista de Paraná
Federación Argentina de Espeleología (FAdE)
Fundación Cullunche
Asociación Ambientalista Piuké
Sociedad Ecológica Regional (SER)
Centro de Protección a la Naturaleza (CeProNat)
Centro Ecologista Renacer
Muyuqui
Pro Eco Grupo Ecologista
GRAIN