Minería y Prosperidad: un gran cuento Chino

moira millanCrónica mapuche desde Sierra Grande

 

Por Moira Millán*

 

Mari mari, amigo, amiga, ya sé, no me diga nada, le prometí una crónica de mi viaje por la costa del Atlántico Patagónico, y aquí va. Es solo suya. La escribí pensando en usted, pero también para el mundo. Porque hay verdades que deben ser contadas, e injusticias que deben ser denunciadas.
Porque hay silencios que gritan en los rincones más apartados de nuestra geografía, porque hay paisajes que nos miran, desde lo más profundo de su historia y exigen justicia. Usted ya sabe que aleteo como pájaro enjaulado, hasta abrir la tranquera, y vuelo, está vez con alas de gaviota y brisa marina, llegué hasta Sierra Grande.
Las rutas patagónicas son testigos de mí andar aventurero. Por momentos el sol quemaba con sus poderosos rayos, pero no me desanimé.
Sierra grande es una pequeña localidad en la provincia de Río Negro, epicentro de nuestro territorio ancestral mapuche, Se ubica a 41º36`41” de latitud sur y 65º21`27” de longitud oeste, sobre el “km 1250” de la ruta Nacional 3 que la vincula al norte con San Antonio Oeste y Viedma – Patagones; y al sur con Puerto Madryn. Se encuentra recostada contra el lado este del faldeo de las sierras, a unos 28 km de la costa, en donde se emplaza el Balneario Playas Doradas.

Allí viven unas 7000 personas, aunque no siempre fue así, en la década del 90 poco más de 11,000 habitantes componían su población, la mayoría mapuche, ya que este municipio es cabecera administrativa de Konaniyeu y otras comunidades mapuches. El campo se despobló y la migración forzada por la pobreza empujó a nuestra gente a asentarse en la periferia de esa ciudad. En la década del 70 se alimentó la fantasía de la prosperidad eterna con la explotación de una mina de Hierro. HIPASAM se instala en Sierra Grande entre los años 1973 y 1989 aproximadamente. Sin embargo, durante la década de 1990, el gobierno nacional decretó el cierre del yacimiento, convirtiendo a Sierra Grande en la primera de varias empresas públicas cerradas por el gobierno de Menem.
Los 1.000 trabajadores sin empleo fueron devastadores para el poblado que sufrió la mayor caída de población entre localidades de más de 10.000 habitantes de la Argentina, quedando a fines de la década en menos del 50% que en los comienzos, y una tasa de desocupación superior al 30%. Posteriormente el gobierno provincial, administrado por Horacio Massaccesi, provincializó la empresa para ponerla en actividad nuevamente tratando de evitar el desguace que se estaba produciendo de equipos e insumos, creando la empresa provincial HIPARSA. Se intentaron todo tipo de iniciativas para reactivar la economía, y salir de esa desolación de pueblo fantasma en la que quedó sumergida la localidad.
Hasta el muy promovido turismo minero, fue una de las cartas que se usaron para despertar la ilusión de que se volvería a la vieja época de prosperidad y la llamaron VIAJE AL FONDO DE LA TIERRA.
Sin embargo los conjuros mágicos no surtían efecto.
La villa, en otra época el barrio más próspero de la ciudad, se convertía en taperas, okupadas por los nuevos parias de un pueblo que no conocía tanta pobreza.

Las comunidades mapuches sumergidas en la miseria desde la instalación del estado argentino han sido meras espectadoras de estos intentos desarrollistas.
Sin embargo en la actualidad hay un despertar decidido y firme de nuestro pueblo de intervenir, de levantar la voz, de accionar contra un modelo que solo pretende progresar la muerte, la contaminación de nuestra Tierra.
A comienzo del 2006 los capitales chinos Grade Trading adquirieron los yacimientos mineros. Trading es una compañía americana constituida en California.
Tiene dos accionistas, el mayoritario es Ling Chen Mining Limited y el otro accionista es una persona física que está relacionada con la familia. Su producción principal es el palo de golf. Ahora se dice que han vendido la mina a otra empresa, pero se desconoce a quién. Las promesas de incorporación de mano de obra local fue promovida desde los medios de comunicación, cómo el salvavidas para todos y cada uno de los pobladores, pero vino la decepción.
La empresa trajo un importante número de trabajadores chinos y profesionales de otros lugares empleando un número mínimo de trabajadores de la ciudad de Sierra Grande. La vida se encareció, los alquileres y el costo de los productos fueron remarcados a la altura del bolsillo de un profesional de la minera. La contaminación y depredación fue gradual y resulta increíble desde la lógica mapuche que se destruya la naturaleza para finalmente terminar haciendo palos de golf para una elite.

Cuando nos oponemos a la megamineria no solo debemos preguntarnos por la distribución de las ganancias, los capitales que se benefician o los niveles que alcanza la afectación del medio ambiente sino también a qué industrias alimentamos, porque muchas de las minas aportan a la industria armamentística o destruyen un ecosistema para que un grupito de personas jueguen al golf. Y Créame que no tengo nada contra este deporte, pero tengo todo contra las banales explicaciones y argumentos que justifiquen la explotación extractivista y contaminante.
Otros males también aquejan al pueblo, junto con la minería llegó la prostitución, y la droga. Los prostíbulos se enfilan a lo largo de la ruta, ya estaban antes, por ser Sierra Grande un punto de paso obligatorio para el tránsito. Sin embargo la reactivación minera multiplico los prostíbulos.
A pesar de las muchas injusticias que me fueron relatadas en detalle por los pobladores que conocí, me sentí afortunada de conocer gente maravillosa, mujeres de mi pueblo, con una fuerza y dignidad vitalizadora, hombres de mi pueblo pujantes, seguros y firmes en su andar identitario. Me acariciaron con su comida, con su cuidado, con su compañía. Me hicieron crecer con sus testimonios y reflexiones, me regaron con emoción a través de sus lágrimas, y caminé por el mar, como antiguamente lo hiciera mi pueblo Mapuche. Partí de allí con el piwke, llena de gratitud, con deseos de volver y seguir estrechando lazos, me sentí feliz y orgullosa de ser ¡¡Gente de La Tierra!! Llegué así a las Grutas, pero esa, es otra crónica mi querido amigo. Abrazos desde la cordillera Sur.
Por territorio justicia y libertad, marici weu!!

*Moira Millán es una mapuche que se dedica a defender la identidad de su pueblo y lucha hace décadas denunciando el atropello de las comunidades a manos de las industrias extractivas amparadas por los poderes provinciales y nacionales.

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