Los misterios de la atracción

Mágicos son el amor y el odio,
que imprimen en nuestros cerebros
la imagen de un ser
por el que consentimos dejarnos hechizar.

Marguerite Yourcenar, Opus Nigrum.

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¿Cuáles son los motivos por los cuales elegimos a nuestra pareja? 

Como bien sabemos, no para todos es lo mismo. Aquello que para uno es irresistiblemente erótico y atractivo, para otro puede llegar a ser indiferente o hasta incluso provocar rechazo.

La atracción sexual se produce a muchos niveles y es distinta para cada persona.

 El tipo de persona por el que nos sintamos atraídos tiene mucho que ver con nuestra historia personal, con las asociaciones positivas y negativas acerca de ciertas características personales (determinando color de pelo, tipo físico, inteligencia, modales, etc).

Según la biología, las cuestiones de atracción podrían tener su base en el olfato. Los biólogos han descubierto una clase de compuestos químicos llamados feromonas que, en muchas especies, están relacionados con la señal de receptividad sexual y atraen a potenciales parejas. 

Los mamíferos infrahumanos segregan estas sustancias odoríferas que estimulan y desencadenan respuestas sexuales en ejemplares del sexo opuesto. En los seres humanos no se reconoce siempre la influencia del olfato sobre el funcionamiento sexual.  Sin embargo, se ha especulado acerca de que también segregarían feromonas, posiblemente a través de las glándulas apocrinas y del prepucio masculino y femenino. 

 Dado que es innegable la importancia que tienen los olores corporales antes, durante y después de las relaciones sexuales, y entendiendo desde esta perspectiva biologista, al sexo y al amor como pura química, no deberíamos soslayar el importante papel que tiene el olfato a la hora de elegir un partenaire para encender la pasión ya que un aroma que para uno resultase agradable constituiría un poderoso afrodisíaco, mientras que resultase desagradable podría operar incluso como generador de rechazo.

Circula la leyenda que adjudicaría a Napoleón y a Josefina unas relaciones sexuales basadas en este aspecto. Aparentemente él instaba a Josefina a no lavarse en los días previos al reencuentro luego de sus campañas militares. Cuentan que en alguna carta entre los amantes puede leerse “Josefina no te laves. Voy”

Las hipótesis evolucionistas

Por su parte, las hipótesis evolucionistas que intentan explicar el porqué de la elección de determinada pareja o partenaire sexual, han dado cuenta de que la evolución nos habría conducido a ser atraídos por personas con las que podamos emparejarnos con éxito. Por ejemplo con aquellas cuyo aspecto indica buena salud y fertilidad. Con licencia literaria el novelista Somerset Maugham en “Cuadernos de un escritor” dice: “el amor no es más que una jugarreta para continuidad de la especie”.

Vale decir que las personas más atractivas serían aquellas que gozaran de mejor salud y que, de esta manera garantizaran la procreación y descendencia. 

Muchos años de investigación comprobaron que no hay correlación entre la buena salud y el buen aspecto físico.

Dentro de una determinada cultura existe entre las personas un considerable acuerdo respecto de lo que determina el atractivo físico. Estos patrones van variando aún dentro de la misma cultura a lo largo del tiempo.

Queda en evidencia que la cultura presenta un papel importante al momento de discernir que es lo que nos resulta atractivo.

Los medios de comunicación son herramientas muy significativas que influyen en los patrones del atractivo físico.

Las imágenes de las publicidades, cine y televisión nos bombardean a diario con los mismos estereotipos y determinan así los cánones de belleza, generando efectos negativos en la autoestima y en otros aspectos de la vida de la persona.

Los patrones sociales 

Liberarse de la influencia de la sociedad al definir el atractivo es importante no solo porque puede determinar cómo juzgamos el aspecto de los demás, sino porque influye en cómo nos sentimos respecto de nosotros mismos, algo que tiene grandes consecuencias en nuestra vida relacional y sobre todo al momento de la elección de una pareja o partenaire sexual.

Si hablamos de los motivos psicológicos que intervienen en estas elecciones, numerosas teorías intentan dar cuenta el porqué de las mismas. 

¿Es por lo que tenemos en común o por lo que nos diferencia? ¿Elegimos siempre el mismo tipo de persona? ¿Buscamos que se parezca o que no se parezca a alguien?

A medida que vamos creciendo descubrimos lo que nos gusta y lo que no, se lleva a cabo una

especie de programación emocional que perfila el conjunto de rasgos que buscaremos en nuestra pareja. 

Las experiencias y creencias de nuestra infancia y adolescencia, los modelos familiares, los acontecimientos de nuestra historia emocional y afectiva, el cómo nos vemos, los valores sociales y culturales del entorno son elementos que intervienen y de los que no siempre somos conscientes.

El tipo de vínculo que se fue desarrollando a través del trato y la relación con los padres durante la crianza y el acercamiento o distancia afectiva que desarrolló una base segura o una baja autoestima, generan necesidades inconscientes que posteriormente influirán en la elección. Se establecen una serie de expectativas y fantasías acerca de lo que es esperable de una pareja. 

La relación con el otro

Según la Teoría del Vínculo  la necesidad humana más importante es la relación con el otro; en este sentido, cuando los seres humanos buscan a una pareja, seleccionan a la persona que más se adapta a sus necesidades internas, las cuales no necesariamente son conscientes. Estas necesidades están determinadas por un conjunto de factores que incluyen aspectos de tipo interno y externo. 

Según Bowlby, J. (1993), por un lado el tipo de vínculo con el que los padres criaron a la persona, si fue criado bajo una base segura, el sujeto buscará a una pareja que cumpla con esas características para satisfacer sus necesidades, esto es, a alguien que pueda proporcionarle una base segura, que lo ame en forma segura y que esté siempre junto a él. 

O por el contrario, Satir, V. (1999) afirma que una persona con una baja autoestima, suele presentar una sensación de ansiedad e inseguridad acerca de sí misma, lesionando su autonomía, por lo que suele disponerse a sufrir desilusiones, eligiendo parejas que puedan satisfacer sus más grandes esperanzas. 

En estos tiempos de globalización, cuando se piensa en la elección de una pareja o un patenaire sexual, nuevas concepciones y connotaciones arriban. Dando cuenta que factores importantes dentro del desarrollo de la persona, como las  motivaciones conscientes e inconscientes, las relaciones con sus compañeros o pares, el tipo de clase social a que pertenece, las características idiosincráticas del individuo y las experiencias particulares que el sujeto haya tenido en relación con la búsqueda de pareja,  que incidirán profunda  y determinantemente en esta elección.

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