Las aguas saborizadas atentan contra la salud

Por Marina González

Hace años que las aguas saborizadas se encuentran sentadas en el banquillo de los acusados por ser consideradas grandes responsables de la pandemia de obesidad y diabetes que avanza sin control.  La oferta de aguas saborizadas azucaradas es una opción que conduce a los mismos problemas que sus parientes burbujeantes.

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Existen varios estudios internacionales sobre ese tipo de bebidas y sobre los riesgos de consumirlas  por su aporte de calorías, sodio y azúcares.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó este año directivas sobre la ingesta de azúcares: “Tanto para los adultos como para los niños, el consumo de azúcares libres se debería reducir a menos del 10% de la ingesta calórica total”. Lo que equivale a unos 50 gramos diarios, como máximo, en adultos (unas 12 cucharaditas) y 37 gramos en chicos (9 cucharaditas). No obstante, el organismo aclara que “una reducción por debajo del 5% de la ingesta calórica total produciría beneficios adicionales para la salud”.

El estudio “No tan dulce” realizado por la Fundación DAAT en base a datos del rotulado nutricional de las principales aguas saborizadas no dietéticas disponibles en el mercado local arrojó que medio litro al día pueden aportar, según la marca, entre 15 y 43 gramos de azúcar, de 65 a 160 calorías y de 25 a 235 mg de sodio.

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Bebidas “colas” y saborizadas

Si deseamos salir de las bebidas `colas` y pensamos suplantarlas por las saborizadas hay que decir que  son de igual magnitud de dañinas.

La médica nutricionista Viviana Baranchuk, que lideró el informe, tomó como parámetro una bebida sabor naranja de medio litro que aporta 125 calorías, 225 mg de sodio y 30 gramos de azúcar. Tomando como base una plan alimentario recomendado para un adulto de 2.000 calorías diarias, el consumo de tres unidades (o sea, un litro y medio) equivaldría a 375 calorías, más que un plato de fideos (sin aceite ni salsas); y 75 gramos de azúcar, un 50% más del máximo recomendado por la OMS.

Segùn el estudio  las bebidas azucaradas tanto en su versión saborizada como en las energizantes,  son perjudiciales para la salud y su consumo diario sistemático pueden producir: alteraciones hepáticas, hígado graso, aumento de los triglicéridos, obesidad, intolerancia a la glucosa, diabetes y caries.

Otro estudio realizado en conjunto por la Escuela de Ciencias y Política de la Nutrición de la Universidad de Tufts, de la Escuela de Salud Pública de Boston (ambas de EE.UU.) y del Imperial College London (Reino Unido)  reveló que el consumo de bebidas azucaradas (gaseosas, aguas saborizadas, jugos, refrescos deportivos, etc.) puede provocar 184 mil muertes anuales, en su mayoría, por diabetes (unas 133.000), enfermedades cardiovasculares (45.000), y cáncer (6.450).

Necesidades productivas, comerciales y de conservación, hacen que se utilicen gran cantidad de sustancias químicas en el procesamiento de los alimentos masivos.

Los conservantes y colorantes son un buen ejemplo de ello. Estos preservantes de alimentos actúan por inhibición de procesos enzimáticos (fermentación, putrefacción, etc). Esto, que resulta benéfico para el alimento que debe conservarse en una góndola, una vez ingerido, continúa produciendo inhibición enzimática en nuestro organismo.

Un buen ejemplo es la tartrazina,  un colorante de tono amarillo utilizado en la elaboración de refrescos y golosinas. El consumo constante de esta sustancia causa hiperactividad, somnolencia y alergias, que a la larga se pueden traer enfermedades más peligrosas: “productos con tartrazina trae como consecuencia la temible obesidad en niños, pues es una sustancia que contiene mucha azúcar”. (Ketty Rodríguez, nutricionista).

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 ¿Bebidas “inofensivas”?

Basta ser un consumidor habitual de, por ejemplo, jugos artificiales para que  la tartrazina actúe en el cerebro de los chicos,  alterando los espacios sinápticos (donde se efectúa el intercambio de información entre una neurona y otra), lo que conduce a síntomas similares: falta de concentración, somnolencia e hiperactividad.

Ello sucede porque se combinan, la dosis continua y el rápido arribo al umbral tóxico, a causa de la baja masa corporal de los niños. La relación entre el consumo de colorante y el aumento en los niveles de histamina, es directamente proporcional.

Pero lo más grave es que los colorantes, como la tartrazina, no actúan solos, sino que forman parte de formulaciones que incluyen saborizantes, aromatizantes, edulcorantes, emulsionantes, gelificantes, tensioactivos, leudantes, antiaglutinantes, estabilizantes, antioxidantes, espesantes y conservantes y la combinación de colorantes artificiales y conservantes (benzoato de sodio) influye negativamente en el comportamiento de los niños con déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Las “inofensivas” aguas saborizadas que consume “gente que se cuida”, concentran 17 componentes indeseables para la salud:  además de agua y jugo, encontramos: edulcorantes refinados (jarabe de maíz de alta fructosa), edulcorantes sintéticos (sucralosa y acesulfame), cloruro de calcio, bicarbonato de sodio, sulfato de magnesio (sal inglesa), acidulantes (330, 331), conservantes (202, 211), secuestrantes (385), esencias artificiales (dos), colorantes (110, 150).

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¿Qué hay detrás de algunos de estos números que aparecen en las etiquetas de estos productos?

Entre los colorantes encontramos el 110 (amarillo ocaso), considerado peligroso (depresor del sistema nervioso, puede producir alergias, parálisis, convulsiones, urticaria, dermatosis, trastornos gástricos) y el 150 (caramelo), también peligroso (puede producir alteraciones en el intestino, deficiencias de vitamina B6 y disminución de glóbulos rojos).

Entre los conservantes tenemos el 202 (sorbato potásico), considerado muy peligroso (puede reaccionar con los nitritos y causar alteraciones en espermatozoides y óvulos, y producir alergias) y el 211 (benzoato sódico), también muy peligroso (puede ser cancerígeno  y producir gastritis, trastornos neurológicos, pérdida de peso, diarreas, hemorragias, parálisis, alergias, trastornos hepáticos e hiperactividad en niños).

Por las reiteradas recomendaciones médicas e informes científicos, es absolutamente imprescindible no consumir aguas saborizadas, ni de las llamadas “deportivas” o adelgazantes.

Y suplantarlas es muy fácil.

En un envase se puede poner la cantidad de agua que quieras agregando líquido de fruta fresca, hortalizas o hierbas aromáticas frescas que te gusten, con poca azúcar o sin ella, dejando solo el dulzor del agregado.

Estas preparaciones son muy económicas, más ricas y sanas y refrigeradas aguantan perfectamente 3 días.

Tienen muchas vitaminas, en algunos casos fibra y ningún conservante, colorante  o edulcorante.  En todos los informes hay un común denominador en los consejos médicos y es que consumir agua en abundancia (dos litros) produce beneficios para la salud inmensos.

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