Nuevas recuperadas que defienden sus puestos de trabajo
Habitualmente, cuando se habla de empresas recuperadas, sobrevienen imágenes de los obreros que se hicieron cargo de reabrir fábricas en la periferia urbana, dedicadas a la producción en rubros industriales como el textil, metalúrgico, gráfico o alimenticio. Se trata, efectivamente, de la mayoría de los casos registrados.
No obstante, el modelo penetró sugestivamente en empresas de servicios orientadas a sectores medios de la Ciudad de Buenos Aires.
En los últimos meses, irrumpieron de esa forma una cadena de restoranes entre los cuales sobresalió AléAlé, símbolo de la oferta gastronómica de Villa Crespo, y el colegio Guido Spano, con más de 90 años en Palermo.
Por si fuera poco, en los últimos días la cadena de comida rápida Nac and Pop ganó espacio en las pantallas ante la intempestiva huida de su dueño, Alex Gordon, y la iniciativa de sus trabajadores de mantener activa la firma a través de la conformación de una cooperativa.
Ese camino ya decidieron semanas antes sus pares de La Casona, restorán ubicado en Maipú y Corrientes.
Valga un paréntesis para subrayar que, si bien el proceso es semejante, su emplazamiento geográfico y socioeconómico dio a estas experiencias una visibilidad tan inmediata como sorpresiva, que permitió incluso la aceleración de los trámites burocráticos para la salida autogestiva.
No corren la misma suerte los trabajadores de aquellas fábricas ubicadas en los barrios del Sur, en el GBA o en los cordones al margen de las grandes ciudades. Por ejemplo, los trabajadores de la gráfica Mom acampan hace casi tres años en la puerta de la planta de Pompeya y, aunque ya demostraron que la pueden hacer funcionar, están perseguidos penalmente y la Justicia no les permite ingresar ni acepta propuesta alguna de parte de ellos. En la ciudad de Buenos Aires recientemente se resolvió la expropiación de Dulce Carola, una empresa de lencería de primer nivel, cuya historia contamos en este número de El Adán.