La sartén por el mango

Por Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria-CaLiSA
(Facultad de Agronomía Univ. de Buenos Aires)

Situación de los agricultores en Argentina

Parafraseando a María Elena Walsh, la situación que ella describía hace cuarenta años atrás se ha hecho más crítica, ya que los “dueños del mundo” son cada vez menos y la riqueza se ha concentrado en cada vez menos manos…es decir que unos pocos tienen los mangos que les permiten tener la sartén por el mango.

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Un informe de la ONG inglesa OXFAM –confederación de organizaciones no gubernamentales con sede en Oxford- señala que desde 2010, el 1 % más rico de la población mundial incrementó notablemente su riqueza…hasta llegar a poseer casi el 50 % de la riqueza de todo el planeta. Dentro de éstos -los aproximadamente 8 millones más ricos del mundo- sólo 80 individuos acumulan la misma riqueza que la mitad más pobre de la población del Planeta (unos 3.500 millones de habitantes) aunque bien podríamos estar subestimando la magnitud de la riqueza de esa exclusiva minoría, porque no todos sus bienes son públicos o circulan más allá de los “paraísos fiscales”.

Estos poderosos están vinculados a los sectores financieros o de seguros en primer lugar, a los que le siguen otros ligados al sector farmacéutico y de atención sanitaria, aunque se encuentran algunas excepciones; el 30 % de esa elite son norteamericanos (según la Revista Forbes). Esta publicación incluye también a algunos connacionales que tendrían capitales superiores a los mil millones de dólares, aunque los argentinos más ricos (los hermanos Bulgheroni) recién se sitúan en el puesto 272° del “ranking” y Alberto Roemmers en el 1479°.

Hacen bien los analistas de relacionar “riqueza” con “pobreza”, porque no se puede entender una sin la otra, ya que se trata de dos caras de la misma moneda, de lo que resulta que “todos los hombres son iguales, pero algunos son más iguales que otros”, al menos aquí en la Tierra, como afirma la cultura popular.

“Los argentinos más ricos” (en miles de millones de dólares)

Fuente: Revista “Forbes”

Bulgheroni, Carlos y Alejandro -5400
Rocca, Paolo y Gianfelice -5200
Eurnekián, Eduardo -1900
Pérez Companc, Gregorio -1600
De Lafuente Lacroze, María I. -1300
Roemmers, Alberto -1100

Concentración y desigualdad

Muchas razones podrían explicar nuestra preocupación por la concentración de la riqueza, una tendencia incesante desde la década de 1970 y principalmente en los países desarrollados, pero existe una razón fundamental: la concentración genera desigualdad y atenta contra la libertad, la democracia y la posibilidad de desarrollo. Por eso, este tema no puede dejar de estar en el debate público. Dicho de otra manera, esta elite de “mega-ricos” dominan a los gobiernos, medios de comunicación, partidos políticos y cualquier otra instancia que les permita utilizar sus recursos para incrementar su poder y riqueza. En “El precio de la desigualdad”, Joseph Stiglitz expone algunas razones por las que los altos niveles de desigualdad generan economías menos eficientes y productivas: la inversión pública es escasa, especialmente la social, lo que reduce la movilidad social; fomenta la inestabilidad y aumenta los índices de criminalidad; genera pérdida de confianza en las instituciones políticas, cooptadas por las elites dominantes, que las utilizan en su propio beneficio.

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Los ricos del campo en Argentina

Salvo contadas oportunidades, como en 2008, en el contexto de la “crisis entre el Gobierno y el Campo” provocada por la Resolución 125 que legislaba sobre las “retenciones” o más correctamente “derechos de exportación” de los granos, poco hablamos de quiénes producen nuestros alimentos, cómo lo hacen, quién trabaja, con qué tecnología, qué capital poseen, cuánta tierra tienen o del volumen de agua que disponen. La “Ley de Reparación Histórica de la Agricultura Familiar para la Construcción de una Nueva Ruralidad en Argentina” –Ley de Agricultura Familiar promulgada en diciembre 2014– y varios instrumentos de política pública recientes, permiten acercarse más a una realidad agraria, heterogénea, compleja, con múltiples actores y por lo tanto con diversidad de necesidades y demandas.

Hablando de “Ley de Agricultura Familiar”, decíamos en la anterior edición de El Adán, que sin proponerse alterar la estructura actual del sector, trataba de abarcar aspectos clave de la problemática de las dos terceras partes de los agricultores, poseedores del 13 % de la tierra, responsables de generar el 15-20 % del valor de la producción y de otorgar empleo permanente a más del 50 % de los trabajadores agrarios de Argentina.

Algo similar sucede con la producción de granos, ya que sólo el 12 % de la misma está en manos del 70 % de los productores (46.100) que obtienen entre 100-700 Toneladas de trigo, soja, girasol o maíz en un año, para quienes el Estado nacional crea una una serie de mecanismos que procuran garantizarle un “piso” de ingresos que les permita seguir en la actividad.

La producción promedio del 70 % de los productores de granos, es 17 veces inferior a la aquellos que producen más de 700 Ton/año de granos, responsables del 88 % de la producción nacional. Para los pequeños y medianos productores de granos el ingreso anual promedio –del que se deben descontar los costos de producción- rondaría los 80 mil dólares, en tanto que para el resto el promedio supera 1.350.000 dól/año. Estos datos son sólo un ejemplo más de la concentración existente en la producción agraria de Argentina, que se manifiesta también en mayor medida -y con elevada participación de empresas transnacionales- en la comercialización, transformación y exportación de lo producido en áreas ambientalmente cada vez más degradadas y en las que son predecibles mayores conflictos y crecientes demandas de los sectores más concentrados.

Concentración de la producción de granos en Argentina

Fuente: elaboración propia en base a datos del Min. de Economía

46.100 productores (70 %) 12% de la producción de granos Prom:260 Ton/productor
19700 productores (30 %) 88% de la producción de granos Prom:4500 Ton/productor

También en el campo de Argentina se da el mismo fenómeno de concentración de los recursos naturales y de la producción que se observa a escala mundial y por otro lado expulsión de productores, empobrecimiento, pérdida de fuentes de trabajo, migración, etc. hay quienes tienen el “mango”; por lo tanto resulta obvio que quienes tienen “el mango” traten de tener también “la sartén por el mango”, presionando y condicionando de todas las formas posibles las decisiones del Estado. Un Estado que debe ser más poderoso, más eficiente y en manos de las mayorías, si es que realmente se desea un país más inclusivo, justo y sustentable.

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