La importancia de la meditación: cómo meditar sin sentarte a meditar

Cuando alguien comienza a meditar hay situaciones que se repiten en los primeros tiempos, que es necesario analizar y superar.

Te sientas a meditar.

Sientes un poco de calma, algo de presencia…

Pero en cuanto termina la meditación, esos efectos empiezan a desvanecerse.
Poco a poco vuelves a caer en lo de siempre: pensamientos repetitivos, ansiedad, desconexión.

Y entonces te preguntas:

«¿Por qué no está funcionando?»

Has escuchado mil veces que la meditación puede cambiarlo todo…
Pero en tu vida, esa transformación parece siempre quedarse a medias.

Y aquí es donde muchos se equivocan:

Creen que meditar es algo que solo pasa en el cojín, cuando en realidad es una práctica que se extiende a cada momento del día.

La verdadera diferencia entre un meditador experimentado y uno principiante no está en quién puede sentarse 30 minutos en silencio.

Está en quién puede mantener esa presencia mientras vive su vida.
Ahí es donde empieza la verdadera transformación.

Por eso, en este correo queremos compartirte 3 maneras simples de integrar la meditación en tu día a día.
Sin tener que agregar más a tu rutina…
Solo usando momentos que ya están ahí, esperando ser vividos de otra forma.

Para tener en cuenta:

1. Esperar… o meditar

Todos los días nos toca esperar:
En el tráfico, en la fila del café, en el elevador.

¿Y qué hacemos la mayoría de las veces?

Sacamos el celular, tratando de escapar de la incomodidad de estar aburridos.
Pero justo ahí está una de las mayores oportunidades de práctica.
La próxima vez que tengas que esperar, no saques tu teléfono.
Mejor conecta con tus sentidos:

Siente tu respiración.
Escucha los sonidos a tu alrededor.
Siente el peso de tu cuerpo sobre el suelo.

Poco a poco, descubrirás que detrás de ese aburrimiento…
Hay un mundo vibrante y lleno de vida esperando ser descubierto.

2. Tres respiraciones conscientes

Cada vez que cambies de actividad o sientas que te estás acelerando, cuando notes que tu mente salta de un pensamiento a otro…
Haz una pausa.

Toma tres respiraciones profundas y conscientes.
Eso es todo.
Tres respiraciones.
Tres segundos para volver a ti.

3. Recuerda tu ancla

A veces, solo necesitamos algo sencillo que nos recuerde volver a lo esencial.
Puede ser el olor de un aceite esencial o un incienso, una canción, un mantra…
Algo que, al repetirlo o recordarlo, te regrese a tu centro.
Todos tenemos esa ancla.

¿Cuál es la tuya?

Reflexión final

Recuerda:
La meditación no empieza cuando te sientas.
Empieza cuando decides estar aquí, ahora.

Al meditar se puede recitar internamente un mantra, en silencio, por ejemplo MA_RA_NA_TA (Ven Señor)

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