Por Lic. Claudia Reynoso*
La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y UNICEF nos informan que América Latina y el Caribe continúan siendo las subregiones con la segunda tasa más alta en el mundo de embarazos adolescentes.
Si de números hablamos la tasa mundial de embarazo adolescente se estima en 46 nacimientos por cada 1.000 niñas, mientras que las tasas de embarazo adolescente en América Latina y el Caribe continúan siendo las segundas más altas en el mundo, estimadas en 66.5 nacimientos por cada 1,000 niñas de entre 15 y 19 años, y son sólo superadas por las de África subsahariana.
En nuestro país 300 adolescentes se convierten en madres a diario. Para 240 de ellas es su primer parto, para las 60 restantes es su segundo o tercer hijo. A los 14 años de edad, 6 de cada 10 adolescentes argentinos de todas las clases sociales ya tuvieron relaciones sexuales.
Se ha unificado la edad promedio de iniciación sexual de hombres y mujeres. Cinco años atrás la edad de iniciación para los varones era a los 15 años y para las mujeres era a los 17 años en promedio. Hoy es a los 14 años para ambos.
El debut sexual
El debut sexual se da cada vez a edades más tempranas y fuera del marco de una relación estable: con un amigo o un conocido, en un lugar que generalmente no es muy íntimo, como un boliche o un auto. Lo hacen como si fuera un ensayo para saber cómo es el tema. Para las chicas, la primera vez ya no reviste una experiencia romántica, sino más bien fáctica, algo que disfrutarán más adelante, con la persona de la que estén enamoradas.
Si bien no se tienen números ciertos, se conoce que una parte llamativamente grande de los inicios precoces son con personas de su mismo sexo, lo que hace más complejo el control por parte de los padres, y en el caso de los jóvenes suponen que tienen casi una garantía de placer “sin riesgos”. Otra cuestión a contemplar es que el sexo oral es vivido como una experiencia que en la amplia mayoría de los casos (70%) precede al debut, para los adolescentes equivale a una relación sexual penetrativa, pero que al no haber riesgo de embarazo es practicada sin utilizar ningún método de barrera para prevenir el contagio de HIV.
puede ir o no un separador, por ahí una línea gruesa de pocos cm sino nada
Veamos que sucede respecto de los embarazos en adolescentes. Los últimos datos de la Dirección de Estadística e Información de Salud (DEIS) datan de 2016 y revelaron que hubo en el país 99.324 nacimientos producto de embarazos adolescentes, cifra que representa el 13,7% de todos los nacimientos ocurridos a nivel nacional. Entre ellos, 96.905 fueron de madres de 15 a 19 años, y 2.419, de madres menores de 15 años.
Al consultar a estas jóvenes madres sobre la planificación del embarazo aquellas que tienen entre 15 y 19 años declararon que no lo habían planeado, y en el caso de las madres menores de 14 años se hallaron incluso factores vinculados al abuso.
Un embarazo no planificado puede suceder por muchas razones: a veces por no saber cómo cuidarse, otras porque el método anticonceptivo falla -o se usa mal- y otras porque las personas decidieron arriesgarse y no usar ningún método.
Las chicas también quedan embarazadas contra su voluntad por violaciones, abusos sexuales o porque su partenaire las convence de no cuidarse, con insistencia o amenazas, y ellas acceden por no poder negociarlo, por vergüenza o temor a que las dejen, situaciones éstas de violencia.
Las estadísticas nos muestran que los principales porcentajes se dan en las poblaciones más vulnerables desde el punto de vista socioeconómico. Muchas de estas adolescentes madres refieren no tener otra expectativa que ser madre, algunas ya abandonaron la escuela, otras lo harán durante el embarazo, y esto complica sus posibilidades a futuro de inserción laboral, perpetuando la pobreza. Además deben considerarse los embarazos que no llegan como resultado de una decisión sino producto de un abuso o forma de imposición de relaciones sin protección.
Educación sexual y procreación responsable
Al indagar las razones por las que los jóvenes no usan métodos anticonceptivos, según datos que arrojan estadísticas realizadas en Provincia de Buenos Aires (Primera Encuesta de la Juventud), se observó que la mayoría no lo hace porque no quieren (32,9%) o porque están buscando un hijo (19,3%). Entre los varones es mayor la proporción de quienes no utiliza métodos anticonceptivos porque no quieren (48,1%) y cae la de aquellos que lo hacen porque están buscando un hijo (14,0%). Al contrario, entre las mujeres, se destaca que un 18,9% no utiliza métodos anticonceptivos porque no quiere, un 24,2% porque está buscando un hijo y un 24,0% porque su pareja no quiere siendo esta una última una clara forma de violencia.
Atendiendo a la salud de estas jóvenes, se consideran de alto riesgo los embarazos en la adolescencia, especialmente en las menores de 16 años, requieren cuidados y controles prenatales más seguidos y en profundidad por posibles problemas. Las carencias alimenticias y nutritivas son más frecuentes, como la anemia y otras avitaminosis y por eso generalmente los hijos de estas jóvenes madres son niños de bajo peso al nacer.
No debemos olvidarnos los frecuentes problemas en el parto ya que a veces en las más chicas la conformación ósea de la pelvis no está soldada y entonces el parto vaginal está contraindicado por problemas de deformación ósea de la madre y también de atascamiento del feto en el parto, con riesgos para la vida. Por esto es que en estas chicas está indicado el parto por cesárea. Hay mayor incidencia de patología materna y patología neonatal, consecuentemente es mayor el número de embarazos de alto riesgo.
La decisión de ser padres es compleja, requiere compromiso, autoconocimiento, estabilidad, capacidad de respuesta a la exigencia que se presenta, y lo que es más importante es que es una decisión para toda la vida. Es por eso que el mejor momento para serlo será aquel que se haya elegido en libertad, con responsabilidad y habiendo evaluado todas las posibilidades.
Como sociedad debemos redoblar la apuesta y acompañar a las políticas públicas en materia de educación sexual y procreación responsable, utilizando todos los medios que tenemos a nuestro alcance, pero fundamentalmente uno que no puede ser reemplazado ni demorado en el tiempo, y es el diálogo con nuestros hijos.
* claureynos@hotmail.com