El dato fue brindado por el informe técnico “Riesgos alimentarios y prácticas de consumo en la Argentina urbana” realizado por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA con auspicio de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En efecto, 2 de cada 10 hogares urbanos registraron inseguridad alimentaria durante el segundo semestre de 2020. De manera más grave, el 8,8% sufrió situaciones de hambre (inseguridad alimentaria severa). La cifra, en hogares del nivel socioeconómico más bajo, asciende al 57%, implicando una incidencia casi 3 veces mayor que para el total de los hogares urbanos.
Pero esta situación de naturaleza estructural tuvo alcances diferentes según la región urbana. En CABA, la ciudad más rica del país, el problema de no dejó de ser importante: 7,5% de los hogares experimentaron riesgo alimentario. Sin embargo, el problema se hizo más grave en el Conurbano Bonaerense: 27,6%. A la vez que, en el resto urbano del país, la inseguridad alimentaria afecto al 21,4% de los hogares.
En contextos altamente inflacionarios, la mayor proporción de gastos alimenticios implica una mayor dificultad para poder alcanzar el consumo adecuado de alimentos. Esta disminución de la capacidad de acceder a los alimentos se traduce en situaciones de inseguridad alimentaria. Sin duda, tal como lo muestra el estudio, la problemática habría sido mucho más grave sin los programas -públicos y privados- de asistencia alimentaria.
Agustín Salvia, titular del Observatorio de la Deuda Social de UCA y coordinador del estudio declaro: “Este documento se centra en comprender los riesgos alimentarios junto con las prácticas y hábitos de consumo de la Argentina urbana, haciendo foco sobre el Área Metropolitana de Buenos Aires”. “En un contexto caracterizado por una tasa de 22,1% de inseguridad alimentaria total entre los hogares urbanos de Argentina, se destaca la mayor probabilidad de sufrir dichas situaciones asociada a los hogares en condiciones de pobreza”.
Por su parte, Dolores Gandulfo, Titular de Política Institucional de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, estableció que “la inseguridad alimentaria en el núcleo de los hogares pobres e indigentes es la base sobre la cual pueden dispararse severas situaciones de vulnerabilidad de las personas”.
El documento establece que en la población general la pobreza en la segunda parte del año 2020 fue del 44,7%, en el caso de los niños/as y adolescentes este indicador alcanzó al 64,6% de los mismos.
Según el informe el 32,5% de los hogares urbanos del país se caracterizan por compras semanales, mientras que el 28,9% realiza compras con una frecuencia quincenal o mensual. El restante 38,6% de los hogares urbanos de la Argentina realizan compras de más alta frecuencia, estas pueden ser diarias o cada 2 o 3 días, lo que constituye un indicador de dificultad de planificación del consumo en la situación actual.
El estudio menciona la incidencia de la Tarjeta ALIMENTAR, estableciendo que la misma tuvo efectos positivos en la reducción de la inseguridad alimentaria para las poblaciones beneficiarias.