Estrés = trastornos del humor = trastornos del ánimo = depresión

Por Dra Marcela Castelli*

La Dra. Castelli es especialista en Psiquiatría y miembro del Comité de Bioética del Hospital Álvarez. Le consultamos por l situación de angustia y depresión que pueden causar las actuales circunstancias económicas y sociales y nos entregó un escrito donde explica la problemática más ampliamente, incluyendo al humor cotidiano como uno de los afectados. A continuación su trabajo para El Adán de Buenosayres.

Los trastornos del humor se suelen llamar Trastornos del Ánimo, (el afecto es la manifestación externa del humor, que es una emoción sentida internamente). La Depresión y la Manía son los extremos del espectro afectivo, donde la Depresión sería el polo bajo de las emociones, y la Manía el polo alto o exacerbado de las mismas, habiendo una amplia gama de posibilidades en el medio en  cuanto a duración, intensidad, y aún a veces coexistiendo en el mismo momento, en cuyo caso sería un estado del humor Mixto.

Hoy nos vamos a dedicar a los síntomas depresivos. Los estados de ánimo tienen una base orgánica en la interrelación y equilibrio entre neurotransmisores cerebrales, siendo los principales la Noradrenalina, la Serotonina y la Dopamina. Estos serían factores orgánicos que, en relación con el entorno, y modificados por éste, podrían actuar de una u otra manera, provocándose así la manifestación de distintos síntomas en respuesta a las diferentes posibilidades y situaciones que se presentan en la vida.

 Si bien el organismo está preparado, y necesita, cierta dosis de estrés, cuando éste es excesivo, sobre todo en la infancia, pueden desarrollarse ciertas modificaciones en circuitos cerebrales que hacen que, ante posteriores situaciones de estrés ese individuo esté más propenso a desarrollar un cuadro depresivo. En algunos tipos de Depresión hay más frecuencia de antecedentes familiares (carga genética)  pero sólo al complementarse con el impacto del medio que rodea al individuo (factor epigenético) puede o no desarrollarse.

Los síntomas de un cuadro depresivo varían, incluyendo:

_ Humor deprimido

_ Apatía, falta de interés en las actividades habituales

_ Trastornos del sueño (insomnio, hipersomnia, disomnias).

_  Trastornos del apetito ( por exceso o por pérdida del mismo, llevando a modificaciones en el peso).

_  Fatiga, cansancio.

_  Sensación de culpa, de inutilidad.

_  Alteración de la actividad psicomotora ( por exceso, presentando agitación, o por defecto, enlentecimiento, retraso de la misma).

_ Alteración de las funciones ejecutivas y dificultad en la toma de decisiones.

_Ideación de autoagresión o de suicidio.

Las manifestaciones van desde la esfera psíquica hasta la somática, contaminándose y complicándose así totalmente la vida del individuo, ya que además del gran monto de angustia va resultando imposible realizar tareas cotidianas, desde las más sencillas a las más complejas. Concurrir al ámbito laboral, desempeñar sus actividades habituales, proponerse y llevar a cabo objetivos, disfrutar de pequeñas o grandes cosas, ducharse, cocinar, comer, conectarse con amigos, familiares, tomar decisiones, concretar acciones, etc., resultan imposibles. Además sumado a ello la culpa y baja autoestima que estas situaciones provocan, para sufrimiento del individuo y de los seres que lo rodean (familiares, amigos, etc).

Situaciones a tener en cuenta

Por eso es tan importante estar atentos y diagnosticar y tratar estas situaciones, para evitar que se acentúen, profundicen y pasen a un estadío de cronicidad, con más daño, secuelas y  deterioro para la persona.

Entonces, volviendo a lo anterior, si bien a veces hay cierta predisposición genética (lo cual de ninguna manera implica obligatoriedad de padecer la enfermedad si tiene antecedentes familiares), también es muy importante la interacción con el medio (familia, trabajo, amigos, actividades  recreativas, intereses personales de la índole que sean, etc).

De esta interacción surgirá la posibilidad de que estas variables individuales se manifiesten de determinada manera, en forma Resiliente, (creciendo y capitalizando las diferentes situaciones de la vida, quedando mejor parados para la próxima situación que se nos presente), o de manera Vulnerable (sucumbiendo ante esas mismas situaciones vitales y no pudiendo remontarlas).

Más allá de las diferentes clasificaciones y tipos, Depresión Mayor, Distimia, Ciclotimia, etc. lo importante sería tratar de hacer prevención, para evitar cualquier tipo de sintomatología o cuadro que implique sufrimiento y dificultades psíquicas o físicas y que pueda evitarse.

Para ello hay que tener en cuenta factores simples pero muchas veces desestimados como conectarse con uno mismo y las propias necesidades anímicas, con los demás, tener una red social (amigos, familiares, comunidad, etc ),reforzando vínculos y actividades solidarias y enriquecedoras para el individuo y para la comunidad. Realizar dentro de lo posible actividad física, (caminatas, plazas, lo que sea posible), y cultivar intereses, lectura, música, solos o con otras personas, para enriquecerse mutuamente.

Sobre todo hay que poder ESCUCHARSE…. El organismo nos va dando señales… primero casi inaudibles, luego más y más fuertes…y si no las escuchamos luego viene el episodio disruptivo. La ENFERMEDAD…un QUIEBRE….un BASTA….

Obviamente, pasado este límite, y cuando los mecanismos de prevención y homeostasis (equilibrio) no alcanzaron, o no se los utilizó, una vez instalada la enfermedad, habrá que tomar las acciones terapéuticas adecuadas (psicoterapia, farmacoterapia y de otras índoles) para restablecer la salud

(Equilibrio).

Tenemos muchas opciones psicoterapéuticas y muchísimas farmacológicas, colaborando en tratamiento conjunto para tratar de llegar a la raíz del problema e intentar devolver el bienestar.

Hay muchas variables en nuestras vidas que no podemos manejar…pero hay otras que sí, y a veces no las utilizamos porque ni siquiera somos conscientes de que contamos con esa posibilidad. Es hora de empezar a utilizar esas capacidades inherentes a nuestro » ser humanos»  para evitar lo evitable, y, en el caso de tener sí o sí que transitar una de estas situaciones de quiebre en nuestras vidas (una situación de enfermedad, una situación vital, etc.) poder atravesarlas lo menos dolorosamente posible, apelando a nuestros recursos personales, a nuestros vínculos sociales y a los especialistas que se cuenta para eso.

*Médica psiquiatra, integrante del Comité de Bioética del Hospital Álvarez

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