El síndrome de la calumnia

(Por Nicolás Praulino).- Llamó Jesús a la gente y les dijo: “-.. Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre…”…porque del corazón del hombre salen los malos propósitos…”.

De acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua, la maledicencia, es la acción o hábito de hablar con mordacidad en perjuicio de alguien, denigrándolo, mientras que la calumnia es aquella acusación falsa hecha con propósito de causar daño. Bajo este marco de ideas podemos afirmar que estas prácticas resultan contraria al orden de las cosas y de la naturaleza como creación, respecto de la cual todo tiene un significado, un tiempo y un propósito.calumny-of-apelles

Se debe evitar la maledicencia y la calumnia, puesto que constituyen desviaciones en el camino de la vida (el propio y eventualmente el de terceros). La maledicencia, el chimorroteo y la calumnia están, como todas las acciones humanas, afectadas por el principio de causa y efecto.

Cada nueva epidemia provoca un auténtico terremoto en el mundo de la medicina y en la vida de miles de personas. Lo hemos visto con el SAR (“síndrome respiratorio agudo severo»). Podríamos preguntarnos si no existen también «epidemias» en el mundo del espíritu. Pensemos, por ejemplo, en el chismorreo, en los insultos, en la calumnia. Con esta práctica, en cuestión de pocos días (a veces en pocas horas) a un hombre o una mujer se le puede herir su honradez, el afecto de sus amigos o conocidos, incluso el de sus familiares más cercanos.
Todo se inicia con una alusión que alguien susurra en un rato de cotilleo. Luego, la suposición o la mentira se convierten en sospecha. Alguno hace de la sospecha certeza, y la certeza (fundada a veces sólo en una mezcla de imaginación, mediocridad y rencores profundos) se propaga como la peste, como el SARS: ¡qué difícil es detener una calumnia! Un virus puede destruir una vida, y eso es muy grave. Pero sólo quien ha sufrido el veneno de la calumnia, quien se ha visto insultado, señalado, abandonado por culpa de una mentira que corre de boca en boca, puede comprender que hay formas de violencia moral más dolorosas que la misma enfermedad física.

El calumniador es cobarde y traidor

7ba4a754f8e0727489a3da1fd689b0ddExiste un ser, tan dañino y despreciable como el hipócrita, el cobarde y el traidor: Es el chismoso y el calumniador, son primos hermanos.
Este personaje se oculta en el anonimato para inmiscuirse en la vida de los demás. A veces lo hace tan sutil e imperceptiblemente que cuando se cae en la cuenta de lo que es capaz esta persona, que es en realidad una alimaña, a veces es demasiado tarde. Mezcla tan bien las verdades con las mentiras que es imposible no creerle. Y ahí es donde entran en el escenario los receptores del chisme, mediocres por naturaleza, sin criterio propio, que sin averiguar la veracidad y la fuente de la información, repiten y propagan el chisme, la calumnia y hacen que trascienda algo perjudicial para la victima elegida, que casi nunca se entera de lo que ocurre, y mucho menos, quien ha difundido la infamia de la cual es objeto. El chismoso es hipócrita, traidor y calumniador.
Para desarmar la calumnia sólo hay que preguntar: ¿Cómo te enteraste de eso? Y hablar con la persona aludida. ¿Es necesario que divulgues o repitas lo que acabas de escuchar? Quien viene a ti con un chisme de otro, irá a otros con chismes de ti. Eso no falla.

En los libros religiosos la calumnia esta explicada en todos y en la Biblia, se hace alusiòn en el salmo 14, 2-3a. 3b-4b. 5
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
El que procede honradamente y practica la justicia / el que tiene intenciones, leales y no calumnia con su lengua. / El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, / el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor / El que no retracta lo que juró / aun en daño propio, / el que no presta dinero a usura / ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.

Aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno, /
el valor que lo hace bueno / no perderá ni un instante, /
y ha de ser siempre diamante /
por mas que lo manche el cieno.
(Rubén Darío).

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