De Illia a Lanata, las omisiones y el Buen Vivir

Las noticias que dan cuenta de las leyes nacionales aprobadas en los últimos meses, que intentan regular la actividad económica concentrada, (a la que sólo le importa el lucro sin límites) y la resistencia que estos cambios provocan en las clases poderosas, deja bien claro los cíclicos periodos de avances y retrocesos en la vida social, política y económica en nuestro país y la naturaleza brutal de los poderes que los gobiernos enfrentan cuando se quiere cambiar en algo, del dogma sagrado de la política neoliberal: “el estado tiene que respetar la libertad y determinación de los mercados y no debe intervenir en la economía”, el “dejar hacer”, repetido hasta el cansancio por políticos y comunicadores que adhieren a esta idea, no explican qué significa esta definición y las implicancias, casi siempre sombrías, que tiene para la sociedad en su conjunto.
Si hasta ahora las trascendentes leyes aprobadas como el nuevo Código Civil y Comercial, la Ley de Abastecimiento, la Ley de Defensa del Consumidor y otras anteriores, como la estatización del sistema jubilatorio o la nacionalización de YPF entre otras, fueron rudamente atacadas por los medios de comunicación y sus voceros opositores al gobierno nacional, existe una nueva iniciativa que puede tener una reacción mucho más grave y profunda que las mencionadas leyes.
Hablamos del proyecto del oficialismo para crear una Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (ANLAP) que obtuvo a fines de octubre dictamen en la Comisión de Presupuesto y quedó en condiciones de ser tratado en el recinto de la Cámara de Diputados. El tema es central en la historia de nuestro país. Por una iniciativa similar se derrocó, sin que nadie se espantara, a un presidente de la república.
El concepto básico de la ley: los medicamentos son un bien social, no una mercancía y la salud es un  derecho humano fundamental.
De la historia de aprende
En 1963, hace apenas 51 años, asumía la presidencia de la Nación el Dr. Arturo Umberto Illia, del partido radical, hijo de inmigrantes, nacido en Pergamino. Eran épocas de frecuentes golpes militares. El peronismo había sido derrocado en 1955 y los militares golpistas proscribieron a esa fuerza política en las elecciones convocadas para “normalizar” institucionalmente al país. Illia gana las elecciones sin la participación del peronismo en la contienda, aunque se dice que Perón avalaba su candidatura.
En el primer año de su mandato  promulga la ley nacional 16 454, “Ley Nacional de Abastecimiento”, que buscaba “promover el abastecimiento a precios razonables, de todos los bienes y servicios económicos para la defensa del consumo y crecimiento efectivo de la producción”.
Esta ley fue duramente criticada por los sectores de poder económico y mediático que con los militares habían derrocado al peronismo y les parecía un mal cuento que siguieran las mismas orientaciones políticas de control de su poder y a favor de la población, como lo hacía antes el peronismo.
Estos sectores no imaginaron que Illia tenía tan fuertes convicciones democráticas y sociales, y mucho menos, que las llevaría adelante.
Como médico que era, Illia puso su mirada en un tema fundamental para la salud de los argentinos: los medicamentos. El 15 de enero de 1964 envió al Congreso un proyecto de ley para regular la actividad de los laboratorios a nivel nacional. Esto fue impulsado por el ministro de Salud, el salteño Arturo Oñativia, quien consideraba que los medicamentos no eran mercadería comercial, sino bienes sociales.
Meses atrás, el gobierno había detectado que muchos medicamentos no contenían la droga que los hacía útiles o no la tenían en las proporciones necesarias a partir de un estudio sobre unos veinte mil productos medicinales. Se les dio a los laboratorios un plazo de seis meses para aclarar y corregir la situación, pero las empresas, conscientes de su poder, no hicieron caso a la advertencia presidencial.
Los costos de los medicamentos
A partir de este desplante, el estado comienza a supervisar, no solo los componentes de los remedios, sino también, el costo de los medicamentos y comprueba que los productos que tenían un costo de producción de un peso promedio,  se vendía a $ 50 o  $100.
El Congreso de la Nación comprobado este atropello, ordena que se congelen el precio de la mayoría de los medicamentos. Los laboratorios protestaron, dijeron que era un gobierno dirigista y estatista, contrario a la libre empresa y comenzaron virulentas campañas de prensa contra Illia, para minar la estabilidad de su gobierno.
El semanario Confirmado, el 4 de junio de 1965, comentaba maliciosamente que “el brote de gripe que ha estallado en los últimos días, permitió comprobar las primeras consecuencias del decreto que reglamenta la ley de medicamentos: hay escasez de antibióticos…”
La revista norteamericana Business International ligada a los laboratorios extranjeros editorializa: “la regulación de precios en la industria farmacéutica puede determinar el hundimiento de la industria de medicamentos en la Argentina”.
Increíblemente, otros medios inventaban una supuesta guerra y sus consecuencias: “si estallara una guerra y el enemigo destruyera Obras Sanitarias y las usinas de Buenos Aires, la ciudad quedaría automáticamente sin agua, luz ni cloacas. Las enfermedades  producidas harían que fuera imperioso salvar a la población. Vacunas, sueros, sangre y plasma tienen entonces el valor de un arma, el déficit sanitario y de medicamentos actual, es una ofensiva más peligrosa que la del enemigo”.
Cualquier parecido es casual
Además de las campañas de prensa, los grandes laboratorios incitan a la banca internacional a castigar al gobierno que por entonces buscaba renegociar vencimientos de la deuda externa con el consorcio de países acreedores conocido como “Club de París”.
Los distintos gobiernos acreedores estaban dispuestos a refinanciar la deuda pero  el acuerdo de renegociación firmado establecía que, si uno solo de los países acreedores, se oponía a la refinanciación, ésta no podría ser puesta en práctica.
El país que se opuso fue Suiza, que tenía la deuda más chica a refinanciar en el acuerdo. Suiza (fuertemente ligada a los laboratorios) se oponía, pero si se levantaba el congelamiento de precios de los medicamentos, apoyaría el acuerdo.
El gobierno no aceptó la presión y finalmente la ley 16.462 de Medicamentos fue aprobada por el Congreso el 23 de julio de 1964.
La norma regía para todo producto “de uso y aplicación en la medicina humana”, incluidas drogas base, reactivos, elementos de diagnóstico y toda la cadena de elaboración, fraccionamiento, depósito y comercialización, todo  controlado por el Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública. La ley creaba además un Formulario Terapéutico Nacional y el Instituto de Farmacología y de Normalización de Drogas y Medicamentos, cuya función era controlar productos de venta libre destinados a dietas, cosmética y aguas minerales.
Conclusión: Illia fue  derrocado por un golpe de estado en 1966  luego de virulentas campañas de prensa y de presiones económicas desestabilizadoras.
A  los 10 días de asumir el gobierno militar, Onganía decretó el precio libre para los medicamentos y poco después derogó la Ley 16.462.
La historia nos cuenta que Illia fue un presidente muy reconocido y querido por su  humildad y honradez.
La nueva ley
La iniciativa que se va a discutir en el Congreso enviada por el Poder Ejecutivo busca el control de precios de los medicamentos de otra manera: saldrà abiertamente a competir con el monopolio de los grandes laboratorios, usando los mismos postulados de la época del radical Illia: “se declara de interés nacional y estratégico la actividad de los laboratorios públicos dedicados a la investigación y producción de medicamentos, materias primas para la producción vacunas y productos médicos. Los medicamentos son un bien social y no una mercancía”.
La ley de Producción Pública de Medicamentos ya fue aprobada y reglamentada, pero con la creación de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos, de aprobarse, daría un paso fundamental para contrarrestar el enorme poder de los laboratorios y contener el aumento de precio de los fármacos que son abusivos, sin lugar a dudas.
La Agencia Nacional administrará 40 plantas de medicamentos que dependen del Estado y de universidades públicas.
Los logros científicos y las mentiras
El poder mediático es un tema recurrente en las conversaciones cotidianas y se da no solo en el tema de las leyes de las que hablamos, sino en todo tipo de cuestiones.
Una de ellas fue la puesta en órbita del satélite argentino Arsat-1, que emocionó a muchos ciudadanos en su lanzamiento, un hecho más que significativo para la Argentina, geopolíticamente de gran trascendencia.
Sin embargo, en el objetivo de ponderar negativamente cualquier logro estatal, los argumentos de algunos voceros periodísticos son francamente llamativos.
Un periodista de gran prestigio como Lanata, realizó, luego del exitoso lanzamiento del satélite, un extensísimo informe televisivo negando que este satélite fuera el primero que se lanzó en el país y con razón lo decía, pero mintiendo por omisión de información, al hacer la comparación con otros eventos similares.
Es cierto, como lo expresó también en su columna de los domingos en Clarín, que hubo otros logros anteriores en materia espacial, hecho que le habilitaba para afirmar que el gobierno nacional mentía y magnificaba este logro, que era una nueva escalada del relato mentiroso del gobierno y que en realidad no había logrado nada novedoso en esta materia.
Fundamentaba tales afirmaciones  nombrando varios satélites anteriores lanzados al espacio con éxito y diò el nombre de cada uno de ellos, sin decir nada de sus características. En esta omisión radica la mentira periodística.
Citamos los mismos satélites a los que Lanata aludió, pero con su peso: se lanzó el Mu-Sat en 1996 de un peso de 33 kg, y el Sac -A en 1996 con un peso de 450 kg, entre otros de igual tamaño como el Anik E- 2 de 1991 o Nahuel 1- A en 1997. Algunos eran para tareas de monitoreo climático y otros para medir la salinidad del mar.
Lo que no dice tampoco el comunicador, es que El Arsat-1 tiene un peso de 2900 kg y es una máquina sumamente compleja, con múltiples sistemas que posibilitaran cubrir toda Amèrica cuando se envíen dos más al espacio, uno de ellos el año próximo y que la cantidad de funciones que cumplirán son incomparables con las otras máquinas, muy sencillas, lanzadas al espacio con anterioridad.
En el periodismo, omitir es igual a mentir, es distorsionar la información, no sabemos en este caso, con qué objetivo.
El buen vivir, vivir bien
Todas estas cuestiones que planteamos como iniciativas legislativas positivas de parte del gobierno nacional y las enormes usinas de poder que se oponen a la ampliación de derechos, también son cuestionadas desde otros pensamientos, porque estas propuestas están enmarcadas en una economía de mercado, que, aunque sean más regulada, no atiende  cuestiones de cambios más profundos en la vida de los pueblos y en la conservación del planeta como la casa de todos.
Alberto Acosta, un escritor y activista ecuatoriano propone repensar la economía para hacer posible el “Buen Vivir”, según la óptica del pensamiento indígena, con claves como romper con la “religión del crecimiento económico” e iniciar un proceso de desmercantilización de la vida.
Buen Vivir – Vivir Bien viene de las palabras indígenas Sumak Kawsay (en quechua) – Suma Qamaña (en aymara), que significan vida en plenitud, en armonía y equilibrio con la naturaleza y la comunidad.
El pensamiento del Buen Vivir propone una vida en equilibrio con la naturaleza, con relaciones armoniosas entre las personas, la comunidad, la sociedad y la tierra a la que pertenecemos y es la filosofía básica de los pueblos originarios.
La situación de crisis no solo de derechos de las personas y de las comunidades, sino la pérdida de valores de vida esenciales,  evidencia la  necesidad de cambiar el modelo capitalista vigente, aunque algunos gobiernos, como el de nuestro país, trate de hacerlo un poco más justo y menos salvaje.
Los pueblos indígenas invitan a retomar el camino del bien común, de pensar a la comunidad y al mundo, con todas sus formas de vida, como una unidad.
Este pensamiento es una vía posible para que humanidad viva mejor en su conjunto y como estrategia para la defensa de la vida en la tierra.
El desarrollo a costa de destruir sin pausa a la naturaleza ya tiene sus graves consecuencia con el calentamiento global, la perdida de la biodiversidad y el sufrimiento de millones de personas que son descartables para el sistema capitalista, como denuncia en los últimos discursos el Papa Francisco. No se trata de negar los avances científicos  ni los logros de mejoras económicas, sino de hacer más espiritual la relación con nuestro entorno y cambiar el tener como objetivo de vida a vivir bien en un sistema que nos integre a todos por igual.

Sobre la Sociedad de Consumo, el ser y el tener

La visión de la vida expresada en una sociedad de consumo donde el valor mas destacado es el de tener por sobre el ser, esta devastando al mundo. Los núcleos de poder, de las llamadas sociedades desarrolladas, históricamente, están dispuestos a sacrificar cualquier límite moral o ético a fin de mantener los niveles de opulencia materiales  sin importarles las crisis sufridas aún en sus propios países, que evidencian el fracaso del modelo económico de especulación financiera o de producción de lucro sin reparar en como, llevados adelante. Sin embargo, repiten viejas fórmulas detestables, como es el caso de Estados Unidos y sus aliados.
Cuando estos paìses tienen problemas económicos y de crisis, desarrollan sin ruborizarse, guerras por doquier. Esto les permite seguir vendiendo armas y levantar sus economías a costa de masacrar pueblos por todo el planeta. En estos momentos hay ocho guerras feroces, denunciadas por el Papa Francisco, que hicieron posible, por ejemplo, que la actividad comercial aumentara un 4% en el país del norte.

El otro motivo de estas sangrientas guerras, es que se ha reactivado la llamada “guerra fría” donde las potencias se disputan territorios para tener el control de recursos energéticos  y materias primas.
Los recursos del planeta son limitados, por lo tanto, la formula sabida hasta el hartazgo es cada vez más cierta y se muestra con una evidencia avasallante en todo el mundo, cuestión que las potencias quieren mantener a costa de cualquier cosa: para que pocos tengan mucho es necesario que los muchos tengan poco o nada.
Actualmente, mil millones de seres humanos no tienen la posibilidad de comer un puñado de arroz o tomar un poco de agua medianamente limpia, mientras se gastan cifras siderales en estas nuevas guerras coloniales, como los casos de Irak, Afganistán que sigue, Libia, Palestina, Kurdistan, o próximamente serà Irán cuando termine el tema de Isis.
Todo el despliegue es para tomar el control de los recursos naturales de los países militarmente más débiles.

Además, el planeta esta colapsado por una política predadora e irracional de la naturaleza, que causa desequilibrios irreparables a los ecosistemas, que poco les importa a estos actores internacionales, salvo excepciones como Bolivia.
El efecto invernadero, la basura en los mares, la putrefacción de los ríos provocada por los desechos industriales o la minería, el aire venenoso de las grandes urbes, (en Pekín no se ve el sol durante el día por el smog),  la extinción de cientos de especies animales, la tala de bosques, los alimentos industriales que hacen perder biodiversidad agrícola.
Estas situaciones son un precio demasiado elevado que paga el mundo para sostener el despilfarro de los países más opulentos y el mantenimiento de un capitalismo como filosofía bàsica.

Necesitamos cambiar esta filosofía que justifica todo, que arrasa con todo y nos lleva a un individualismo egoísta, que nos hace abandonar el sentido de comunidad. Hay dejar de lado la indiferencia para avanzar hacia la igualdad todos los seres humanos.

La Naturaleza existe como sustento para todos los que habitan La Tierra y es simplemente criminal  que se margine hasta niveles infrahumanos a los pueblos para que los poderosos mantengan sus privilegios.
Los lideres mundiales, los dirigentes económicos y políticos miran para otro lado cuando se trata de ver las injusticias globales provocadas por ellos mismos y están dispuestos a todo para mantener sus niveles materiales de vida. Por estas actitudes, basadas en esta filosofía predadora de la naturaleza y martirizantes hacia los seres humanos, el mundo ha sido convertido, por unos pocos matones armados hasta los dientes, en un lugar hostil para miles de millones de personas.

Depende de los pueblos, de los seres sensibles, que estas situaciones de injusticia y de destrucción del planeta  nos lleve al abismo. El primer paso a lograr: reconstruir el sentido de comunidad solidaria y trabajar por una sociedad mas justa e igualitaria, comenzando en cada pequeño lugar donde estemos, revisando y alimentando el crecimiento interior para lograr ser, junto a otros y compartiendo con otros, mejores seres humanos al servicio de esta causa.
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