Crónicas Mapuche desde Turquía y Kurdistán

Solidaridad internacional en la defensa de la tierra y el agua

Mari mari aquí va la prometida crónica desde medio oriente donde recorro la historia de la gente de los ríos.

Estambul me recibió abrazándome con su calor primaveral casi veraniego, y aunque la primera impresión no fue la mejor, ya que la policía de migraciones del aeropuerto dejó pasar a todos los argentinos, a mí me retuvo y sin ninguna explicación, me interrogó. Lamenté mucho mi pésimo inglés aunque sabía que el único motivo para retenerme así era el racismo. Finalmente me dejaron ir.

Mi presencia allí no era solitaria, ni turística, iba a el encuentro de la gente de los ríos, hombres y mujeres del mundo que luchan por salvar a los ríos de las represas, venidos desde los cinco continentes, trayendo los susurros de las aguas, convencidos del compromiso que debe asumir la humanidad toda para salvaguardar la vida de nuestros ríos.

Fueron días agitados: intercambio de información, experiencias, testimonios y reflexiones, en busca de encontrar estrategias y soluciones en nuestra lucha.

De encuentros y abrazos con las poblaciones afectadas, como las mujeres de Loc Vadisi, en la ribera del río Devrekani, en Turquía, que me mostraron su fuerza y dignidad como una poesía. Ellas han sido reprimidas cuando las máquinas de las empresas avanzaban para empezar las obras de las represas, ellas hicieron una barrera humana para bloquearlas, les dijeron a las autoridades,” podrán quedarse con nuestros cuerpos pero nunca tendrán nuestras aguas”. Pensé en esos cuerpos, que danzan con alegría, que son vendidos en imágenes vánales para el consumo de la fantasía turística, con la danza del vientre, esos cuerpos sufridos, maltratados, que dieron a luz hijos, y hoy crían nietos, esos cuerpos fueron ofrendados para salvar la vida de su río, mujeres así me hacen sentir orgullosa de mí género, esa es la imagen de las mujeres turcas que debe conocer el mundo.

De Estambul nos fuimos Amed (Diyarbakir), la ciudad más importante de Kurdistán, allí el alcalde se opone a las represas Ilisu con la cual el gobierno Turco pretende asesinar al río Tigris. Él se ha convertido en una personaje clave en el incipiente proceso de paz que se ha iniciado entre el gobierno turco con la guerrilla kurda independentista PKK. Nos reunimos con él, pude contarle sobre la similitud de la realidad kurda con el pueblo mapuche. Escuchamos de su boca, la expectativa del pueblo kurdo por alcanzar finalmente la paz y su opinión sobre las represas.

De este recorrido sin duda la visita a Hasankeyf, ha sido la más memorable y será imborrable de mi memoria, no solo por la magia del lugar acariciado por el río Tigris, sino su historia, allí comenzó la civilización occidental. Cavernas milenarias rodean al Tigris, las poblaciones antiguas se asentaban en ellas convirtiéndolas en un hogar seguro, un palacio derruido y comido por el tiempo, se levanta imponente contemplándonos con desconfianza. Para los pueblos de allí ese río es una mujer, es la Tigris, por eso no resulta extraño que principalmente las mujeres se sientan comprometidas a salvarlo. Las mujeres kurdas, turcas, las mujeres oprimidas, silenciadas, ataviadas, ocultas, se van levantando con dignidad y revelándose. Aquí cinco mujeres mueren por día, en manos de padres, hermanos o maridos, le llaman crímenes de honor, yo creo que son crímenes del horror.

El pueblo nos recibió con música y baile, fue maravilloso entrar al ritmo de la música, en un tiempo detenido como si el pasado pudiera cubrirnos con su memoria, con su cultura viva aún como el río Tigris.

Africanos, asiáticos, europeos y sudamericanos, todos con pedacitos de palabras de idiomas diferentes construimos en esos días un nuevo lenguaje, el de la solidaridad, el del canto de los ríos libres.

Me acerqué a saludar al Tigris sentí su dolor, su tristeza, pero había fuerza en él. Lloré por la ingratitud humana, un río que ha dado tanto a la humanidad y la paga es asesinarlo con represas. Cómo multiplicar el clamor de este río? Cómo impedir su muerte? Me dejé iluminar por su brillo, refrescar en sus aguas, caminar en sus senderos, trepar sus montañas, vestirme de naranjas y amarillos de todas las tonalidades, en un atardecer en el Tigris, que me será imborrable, la noche me sorprendió con un cielo de miles de estrellas, y refugiada en unas cavernas me dormí, agradecida a mis ancestros por ponerme alas en los pies y a los compañeros de Doga por invitarme.
Mi querido brujito caribeño, penetrar en el mundo Kurdo, es toda otra crónica que se la enviaré después, aquí me despedido desde las lejanas tierras de las mil y una noches, por territorio, ríos libres, justicia y libertad

Por Moira Millán
Comunidad Mapuche

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