Alimentos saludables para todos o malnutrición y enfermedades

Por Cátedra de Soberanía Alimentaria
Facultad de Agronomía

El alimento y la alimentación tienen que ver con nuestra vida, con nuestra salud, con el aire que respiramos y  el agua que tomamos, con  el ambiente, con el modelo de sociedad que tenemos y con el que nos gustaría tener: por eso lamentamos que este tema no haya estado en los debates de los candidatos, porque el tema de las exportaciones y los “derechos de exportación”  es sólo un aspecto de la dinámica de un Sistema Agroalimentario Argentino-SAA, profundamente ligado al Sistema Agroalimentario Mundial.

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Argentina produce alimentos en cantidad suficiente para alimentar  a cientos de millones de personas, sin embargo su población se encuentra en avanzado estado de “transición nutricional”,  proceso debido a:

  • -monotonía alimentaria: dada por el consumo generalizado y continuo de algunos productos básicos –o sus subproductos- como el trigo, la carne vacuna, el aceite de girasol y la papa:
  • -el consumo creciente de alimentos procesados y “ultraprocesados” en detrimento del consumo de alimentos frescos, lo que es lógicamente explicable debido a:
  1. A) creciente grado de urbanización; más del 90 % de la población de Argentina es urbana, y el 60 % vive en grandes conglomerados: Bs.As.-Gran Bs. Aires, Rosario-Gran Rosario, Córdoba-Gran Córdoba y Mendoza y sus alrededores;
  2. B) masiva participación femenina en el trabajo asalariado; las mujeres tienen cada vez menos tiempo para atender  al hogar familiar y preparar los alimentos;
  3. C) el desarrollo de las empresas que industrializan alimentos –cada vez más concentradas y más “extranjerizadas”- y el comercio a través de grandes corporaciones, como los supermercados…ayudados por grandes  campañas publicitarias en las que se invierten miles de millones de pesos.

Según el Ministerio de Salud de la Nación, los cambios  en el consumo pasando de alimentos saludables (como las frutas y verduras,  por ejemplo) hacia alimentos industrializados, genera serios trastornos en la salud de la población, ya que éstos tienen más sodio, más hidratos de carbono de rápida absorción, más densidad calórica, menos fibras y menos poder de saciedad…y además tienen conservantes, colorantes, saborizantes y otras sustancias cuyos efectos no están adecuadamente corroborados. Algunas enfermedades directamente asociadas a esto se convirtieron en verdaderas epidemias no transmisibles.

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 Los factores de riesgo

La “Encuesta Nacional de Factores de Riesgo” (ENFR) realizada por el Min. de Salud Pública en 2009 y 2013 sobre una muestra de habitantes de todo el país mostró que el consumo de frutas y verduras es menor a dos porciones por día, cuando las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud-OMS recomienda al menos 5 porciones por día, equivalente a 400 gramos. Sólo el 4,8 % de la población de Argentina consume lo que internacionalmente se recomienda.

Como plantea Soledad Barruti en el título de su libro (“Malcomidos”) y también muchos otros comunicadores y especialistas, el tema es  muy serio e  involucra a la mayoría de la población de nuestra patria.

Por el silencio de los responsables públicos, las voces que   más se escuchan  son las de los cocineros “rockstars”, pero la alimentación y la vida deberían  estar más allá de las coyunturas políticas y de las modas,  aunque las modas nos distraigan con debates en muchos casos interesados o superfluos y que  le interesan a pocos:

  • -¿debemos ser veganos, vegetarianos carnívoros u omnívoros? ¿qué significa eso?
  • -¿todos estamos interesados en consumir sólo alimentos orgánicos, naturales, ecológicos o agroecológicos aunque sean más caros y no se consigan fácilmente?
  • -¿debemos incorporar más frutas y más verduras sin evaluar los precios de las que no son de estación y los riesgos por agrotóxicos que no debemos desestimar, como lo demuestran numerosos estudios científicos?
  • No hace mucho la cebolla estaba a 40 $/kg y ahora está a menos de 10 $/kilo.
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-¿Menos  pan, galletitas, pizzas  y pastas cuando  la vida moderna  nos deja poco tiempo para cocinar e incluso comemos caminando por la calle o en los medios de transporte?

¿No hay una cantidad creciente de personas que andan por la vida con el termito o vaso de telgopor con líquidos calientes?

¿Menos  golosinas  o eliminar las gaseosas, tenemos kioskos hasta en las escuelas,  ¿Por qué las plazas no tienen más bebederos con agua potable?

¿Dejar de lado los alimentos  procesados,  ultraprocesados  y   esos snacks que son realmente OBJETOS COMESTIBLES NO IDENTIFICADOS,  que están presentes en nuestras vidas desde que nacemos hasta que nos morimos y son tan llamativos, ricos y nada saludable?

Nada de esto pareció preocupar a quienes diseñaron las campañas y definieron temas prioritarios y formas para comunicarlos. ¿Será por qué  esos temas no le interesan a la población?…o porque hay temas de los que es difícil hablar por la cantidad de intereses económicos y conflictos  que se movilizan? No hay que dejar  que el aluvión de noticias sobre nuestros alimentos nos impida ver temas fundamentales.

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La conciencia activa

En los últimos días, algunos para los que todo está bien, afirmaron:

-nunca en la historia de la humanidad se alimentó a tanta gente y nunca la población vivió tanto como ahora….no hay ningún problema entonces, todo anda bárbaro…aunque casi mil millones de personas sufran hambre en el mundo, y  se multiplique el número de habitantes –jóvenes inclusive- con obesidad o  sobrepeso- y   las enfermedades endémicas no transmisibles no paren de crecer, como la diabetes, celiaquía, hipotiroidismo, hipertensión, autismo y algunos tipos de cáncer.

 PARA OTROS: las verduras y las frutas tienen agrotóxicos que nos envenenan; la carne vacuna   podría producir cáncer o serias enfermedades, lo mismo que los embutidos, las hamburguesas y las peligrosísimas salchichas;  los pollos cargados de antibióticos y  hormonas; el pescado con mercurio  y  plástico en su organismo,  por la contaminación de los mares; del salmón, mejor ni hablar…y menos comerlo porque entre el temor y el precio, lo  mejor  es ignorarlo…

¿Y el agua potable, que no es potable?  Mejor no preguntar  y cargarnos de botellitas donde el litro cuesta más que un litro de nafta, multiplicando las ganancias de las grandes corporaciones.

No se puede tomar todo al pie de la letra,  pero los problemas de malnutrición  existen y nos afectan a todos y muy particularmente a los que  tienen menores ingresos, por bajos sueldos, por falta de trabajo seguro o por falta de tierra y apoyo para hacerla producir. Por eso hay que hablar de los alimentos y de la vida de todos los habitantes.

UNA ALIMENTACION SANA PARA TODOS exige pensar en qué-cómo, con qué-dónde,  nos alimentamos y a que precios, lo que nos obliga también a pensar en quiénes producen y cuáles son los precios justos que les ayuden a  cuidar  el ambiente y estimulen la  producción en forma responsable;  sólo así van a poder producir sano…pero nada asegura que nos llegue sano y precios justos…salvo que el Estado haga lo que hay que hacer.

DEBEN CUIDARSE LOS PRECIOS, pero también la calidad de lo que nos alimenta, para lo que se debe cuidar a los productores y el ambiente.

A los dueños de esa figura invisible que llaman MERCADO, para despersonalizar responsabilidades,  no les  interesa el ambiente, ni la calidad y sanidad de los alimentos, ni el precio justo. Ya sabemos que no se les puede pedir a los grandes empresarios que sean responsables, porque  eso puede formar parte de su discurso pero casi siempre es incompatible con sus intereses.

Sólo un estado comprometido, con participación activa y responsable de sus ciudadanos, puede garantizar alimentación saludable para todos y precios justos; sólo un estado socialmente  responsable puede garantizar precios justos a los productores,  exigiéndoles que produzcan cuidando el ambiente de sus unidades de producción que puede legalmente ser una propiedad privada, pero es un bien de toda la humanidad. Eso se lo debemos exigir al estado, nuestro estado, este administrado por quien sea, debe ser un estado eficiente, participativo, responsable y promotor del bien común.

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