Adolescencia y sexualidad

Lic. Claudia Reynoso

El adolescente debe tener  la información y las herramientas necesarias para que el ejercicio de la sexualidad se dé dentro de un marco de libertad y tenga  la posibilidad de pensar cuál es su propia actitud hacia el sexo, si se siente capaz de asumir la responsabilidad de mantener relaciones sexuales con otra persona, lo suficientemente maduro como para adquirir la protección adecuada que prevenga el embarazo y las ETS (enfermedades de transmisión sexual).

Pero también maduro para afrontar respuestas emocionales complejas que tienen que ver con el vínculo con otro. En esta época se dan los primeros desengaños  amorosos, la necesidad del otro, el enamoramiento.

Por estas y otras importantes  implicancias, hablar de adolescencia es hablar de una de las fases más complejas e intensas en la vida de una persona.

Es una crisis vital, q como toda crisis, será un estado transitorio de las cosas en el que inminentemente operará un cambio, y a partir del cual se instalará un nuevo orden. Crisis, peligro y oportunidad. Es una oportunidad peligrosa ya que implica cambio, y las cosas podrán mejorar o empeorar.

Se da en el segundo decenio de la vida,  y solo a los fines de aunar criterios, podríamos ubicarla entre los 13 y los 19 años. Período en el cual  el adolescente no es un “niño grande”, ni un “adulto inmaduro”. Sino que es un sujeto atravesando un complejo, delicado y, sobre todo, individual  período de cambios físicos y psicológicos.

Cambios físicos

Entendiendo a cada persona como un sujeto diferente,  vemos que esa distinción está exponencialmente marcada en esta etapa, ya que se da una gran variabilidad en el desarrollo  de chicos y chicas de la misma edad.

 Podemos observar en un mismo grupo de adolescentes tempranos, que conviven chicos y chicas con aspecto aniñado con otros cuyos caracteres sexuales secundarios están plenamente desarrollados (vello corporal, cambio de voz, menstruación, etc).

Los primeros cambios arrancan ya en la pubertad (etapa que va aproximadamente desde los 11 a los 13 años) y continúan en la adolescencia. Estos se dan en relación a la estatura, y generalmente suceden antes en las niñas.  Con el aumento de la altura se van a producir transformaciones en el tamaño de los huesos y esto conlleva cambios en la fisonomía de la persona.

Empiezan a actuar las hormonas femeninas y masculinas que, además de producir la aparición de la menstruación, son las causantes de los cambios sexuales secundarios que incluyen la aparición de vello púbico y axilar, cambios de coloración en la zona genital, mayor sudoración, crecimiento de los senos, ensanchamiento del pubis. A partir de la aparición de la primera menstruación la niña sigue creciendo en talla, en el tamaño de los senos, el vello púbico se hace mas grueso y ocurren también cambios en la voz aunque no son tan notables como en los varones.

Todo este período de crecimiento dura aproximadamente entre 4 y 5 años, al término de los cuales el cuerpo está completamente desarrollado.

En los primeros años de la adolescencia también llega la madurez sexual a los niños. Aparece el vello púbico, en las axilas y la barba, les cambia la voz. La aparición de hormonas sexuales masculinas en cantidad abundante provoca el agrandamiento de los testículos y el oscurecimiento del escroto.

El pene puede tener erecciones ya desde la infancia, pero la primera eyaculación de semen se producirá un tiempo después (alrededor de dos años) de iniciado el proceso de la pubertad. Esto puede suceder durante una masturbación, espontáneamente o durante la noche con una polución nocturna, también llamada sueño húmedo. La laringe crecerá y se hará más visible la nuez de Adán y simultáneamente cambiará el tono de la voz.

La duración de este período es de 5 años aproximadamente, tiempo en el cual los testículos siguen aumentando de tamaño, y el pene se torna más grueso.

Cambios psico- sexuales

La adolescencia por ser una etapa de cambios trae consigo el despertar de numerosas inquietudes a nivel emocional.

Existe ansiedad por el  fin de la niñez, ya no son niños pero tampoco son adultos. Por lo tanto les cuesta ubicarse, encontrar un lugar, pues ya no tienen la seguridad que le brindaban las figuras de los padres quienes eran considerados héroes proveedores de seguridad y protección. Y tampoco son adultos funcionando autónomamente. Podemos decir q se da un duelo por esos “padres de la infancia”

Los cambios físicos son abruptos, rápidos, despertando ciertos temores y ansiedades. Los adolescentes comienzan a preocuparse por su aspecto físico. Su cuerpo se transforma, crece asimétricamente en algunos períodos.

Aparece, por ejemplo, el temor a los cambios de peso; por eso son tan comunes en esta etapa los trastornos de la alimentación como bulimia y anorexia. El adolescente atraviesa también un duelo por su cuerpo infantil, debiendo asumir su nueva y cambiante anatomía, su nueva imagen.

Buscan a su vez vínculos de pertenencia, grupos políticos, tribus urbanas, se hacen fans de ciertas bandas de música buscando una empatía estética, identificándose, y  como forma de construcción de su identidad. Los amigos pasan a ser los mayores aliados, afianzándose la tendencia a relacionarse con determinadas personas. Y, en oposición, suelen tener una actitud rebelde ante los padres. Empiezan a proyectarse como adultos, pensando como serán y a que se dedicarán cuando lo sean.

El estallido de hormonas en el cuerpo hace que se desate un profundo interés por la sexualidad, y que sientan por otras personas una atracción que antes no sentían. Cuestión esta que puede generarles, alegría, temor o incluso ansiedad.

Toma cuerpo la función psicológica del impulso sexual, lo emocional busca expresarse a través de los sentidos, apareciendo conductas tendientes a obtener placer en relación con otro o por autoestimulación. En este punto podemos hablar de un duelo por la sexualidad infantil, donde jugaba roles que ahora puede llevar a cabo, tiene soporte orgánico, tiene con qué.

Todos estos cambios en la adolescencia, junto con el creciente interés por saber sobre sexo, y por la adquisición en consecuencia de información y conocimientos sobre sexualidad, a veces erróneas,  van dando origen a una nueva identidad.

Coincidentemente en este periodo comienza la salida del seno familiar para entrar al mundo de los pares, cosa que implica un choque de creencias transmitidas sobre sexualidad y sexo en la propia familia, con la que le aportan los demás adolescentes y los medios de comunicación incluyendo las redes sociales e internet.

 Se plantean los interrogantes sobre qué valores asumir como propios, qué va a rechazar y qué va a conservar de aquellos que ha recibido de sus padres. Todo esto se expresa a través de un humor cambiante, irascibilidad, irracionalidad en las reacciones, que son la manifestación del conflicto interior que está viviendo.

Los padres y los educadores deberán estar presentes, acompañando este crecimiento. Ofreciendo al adolescente la información y las herramientas necesarias para que el ejercicio de la sexualidad se de dentro de un marco de absoluta libertad y responsabilidad.

Brindarle al adolescente la posibilidad de pensar cuál es su propia actitud hacia el sexo, si se siente capaz de asumir la responsabilidad de mantener relaciones sexuales con otra persona,  de adquirir la protección adecuada que prevenga el embarazo y las ETS (enfermedades de transmisión sexual) y con la madurez necesaria para afrontar respuestas emocionales que derivarán de su vínculo con el otro.

 Es  aquí  donde será fundamental el trabajo que habrán hecho los padres en el fortalecimiento de la autoestima, la personalidad y el rol de los afectos que son pilares fundamentales para una sexualidad plena, segura y responsable. Y en la disponibilidad para acompañar los avatares que traerán los procesos de cambio propios de la adolescencia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *