Este virus afecta a cerca de 400 mil argentinos, aunque hay una enorme mayoría que desconoce que porta el virus. Hoy la hepatitis C se puede curar.
Rubén Cantelmi padecía hepatitis C y se curó. Desde su experiencia y el camino que recorrió enfrentando la enfermedad, decidió ponerse al servicio del otro y nos comenta de esta dolencia y de las actividades que realiza con grupos de pacientes:
“La hepatitis es una enfermedad del hígado, es crónica y como no da síntomas, es poco probable que uno la sospeche hasta que progresa a estadios severos. Miles de argentinos padecen el virus sin saberlo y éste va perjudicando al hígado pudiendo ocasionar cirrosis, insuficiencia hepática, cáncer de hígado o necesidad de un trasplante.
La buena noticia es que un simple análisis de sangre puede representar la diferencia entre el riesgo de sufrir las peores consecuencias de la Hepatitis C o iniciar el camino hacia la cura. En nuestro país, contamos desde fines de 2015 con los medicamentos que curan definitivamente la enfermedad”.
“Pocas veces en la historia de la medicina se estuvo ante la posibilidad de curar y erradicar una enfermedad tan presente en todo el mundo. Por eso es indispensable salir a buscarla”…“de nada sirve tener en las farmacias el mejor medicamento si los afectados siguen caminando por la vida desconociendo que presentan el virus”, enfatiza Rubén Cantelmi, que coordina grupos de pacientes desde 2012.
La realidad de esta enfermedad cuenta que hasta 1992 no se buscaba la hepatitis C en análisis de sangre porque era un virus que todavía no se había sido identificado como tal.
Cantelmi reconoce que en ese entonces se tenía mucha menos conciencia de los contagios y de la necesidad de esterilizar los materiales que usaban los profesionales. Se realizaban transfusiones de sangre y derivados de la sangre sin tomar mayores recaudos o se compartían jeringas indiscriminadamente al aplicar inyecciones que produjeron muchos contagios a través de los elementos de uso hospitalario o los que se utilizan durante tratamientos odontológicos, por ejemplo.
El virus a lo largo de los años no ha discriminado entre género, clases sociales, hábitos de higiene o de vida: nadie está 100 por ciento exento de poder contraer la enfermedad. “Es muy simple la prevención”, comenta Cantelmi: “la posibilidad de saber si uno padece de contagio se resuelve al acercarse a cualquier centro de salud y solicitar el análisis, que es gratuito. Con un simple estudio se puede descartar el riesgo y seguir tranquilo, o conocer que se contrajo el virus e iniciar el tratamiento rápidamente para prevenir el daño que la hepatitis puede producir. No es un estudio que se pida en los chequeos de rutina, por eso es importante que cada uno al menos una vez en la vida se realice el test”.
Es una pequeña y sencilla extracción de sangre que puede salvarle la vida a alguien se cree sana, pero porta el virus.
Otros tipos de hepatitis, como la A y la B, tienen vacunas preventivas que están disponibles en nuestro país e incluidas en el calendario nacional obligatorio, razón por la cual ha descendido enormemente el riesgo de padecerlas. La A es transitoria, muy frecuente en la infancia y rara vez deja secuelas. La B puede cronificarse y tiene tratamiento, pero no es curativo. La C, en cambio, hoy cuenta con medicamentos que curan a prácticamente el 100 por ciento de los pacientes y son a base de comprimidos que se toman 3 ó 6 meses, sin los efectos indeseados que ocasionaban las medicaciones anteriores que en muchos casos no curaban definitivamente.
Muchos pacientes siguen intentado curarse con las medicaciones viejas exponiéndose a tratamientos cruentos que no son efectivos.
Los grupos de pacientes
Cantelmi coordina grupos de pacientes desde 2012 en espacios para compartir, para escucharse, para aconsejarse, para sentirse acompañado. Son muchas y muy diversas las emociones que atraviesa una persona ante el diagnóstico de una enfermedad severa y crónica. Por eso, sentirse comprendido por quienes pasaron por lo mismo puede transformarse en una piedra angular para salir adelante.
Además, el asesoramiento que brindan los grupos contribuye a destrabar cuestiones burocráticas que en ocasiones frenan o demoran el acceso a las medicaciones curativas del virus.
Tanto es el alcance y el impacto que estos grupos de apoyo van generando como transformadores de la realidad de una persona con hepatitis, que Cantelmi junto con su equipo de colaboradores decidieron formalizar la iniciativa y están en la última etapa para adquirir la personería jurídica y conformar una asociación civil: ‘Buena Vida’.
Los encuentros se llevan a cabo los días jueves en el horario de 9 a 11 en el Hospital Argerich (Pi y Margall 750, Subsuelo, Calle interna, Sala de Medicina Experimental, Bioterio, CABA). Asimismo también se replica los días jueves de 16 a 18 en la Universidad Maimónides (Hidalgo 775, 5° piso, aula 511, CABA). También se abrió un nuevo grupo en el Hospital Durand , los días lunes de 9.30 a 11.30 (Ambrosetti y Diaz Velez, Edificio Romano 7mo. Piso, hepatología).
Podés contactar al Grupo Buena Vida en Facebook y para más información: (011) 154 870-3739 o asociacionbuenavida@gmail.com