Afrodisíacos

autoestimaPor Lic. Claudia Reynoso

Desde siempre el hombre ha intentado obtener placer sexual estimulándose para mejorar su desempeño.
Se identifica como el juguete erótico más antiguo de la historia a un pene esculpido en piedra que tiene 28. 000 años, descubierto por científicos de la Universidad de Tübingen en una cueva cerca de la localidad Schelkingen (sur de Alemania).
Ya en la antigüedad los alimentos, hierbas e infusiones contaban con la reputación de generar encuentros sexuales más placenteros. Eran considerados “afrodisíacos”. El ginseng es de las sustancias más antiguas utilizadas con estos fines. Otros alimentos como las zanahorias, las ostras y los espárragos, por su forma similar a la de los genitales, lo son. Como así también los miembros masculinos de animales, el semen de hombres jóvenes y viriles, eran la sangre de venado, la sangre menstrual, la placenta, los huesos de tigre, el cuerno de rinoceronte.

Ahora bien, qué entendemos por “afrodisíaco” ¿Qué sustancias operan como afrodisíacas? ¿Cómo funcionan?
Afrodisíaca es aquella sustancia que incrementa el deseo sexual o libido, incluyendo a aquellos productos que mejoran el desempeño sexual. El término deriva de la Afrodita, la diosa griega del amor (Venus para los romanos).
Podríamos, entonces, llamar afrodisíaco a cualquier sustancia que estimule el placer sexual. Algunos actuarían por la similitud en su aspecto físico con los genitales, como es en el caso de las zanahorias, las ostras o las bananas.
Por un lado está el efecto real que producen estas sustancias en la química del organismo y por el otro el efecto psicológico, el poder sugestivo.
Si pienso que determinado alimento o sustancia me va a dar vigor y potencia sexual, seguramente así sucederá.
imagesca2tvuchEl cerebro es el órgano más importante en la sexualidad.
Es por esto que el mayor efecto potenciador, vitalizante, se produce por sugestión. Mucho son los especialistas que sostienen que la gran mayoría de los alimentos y sustancias no tienen propiedades afrodisíacas por sí mismos, sino que se trata de la forma, la textura, los olores y los sabores, forma en la que se presentan, lo que generaría relación con la sexualidad.
Numerosos estudios demuestran que si una persona utiliza algún alimento o sustancia buscando un efecto afrodisíaco el efecto sobre su mente hará que su cerebro libere ciertos químicos que estimulen los órganos sexuales. Algo así como un efecto placebo.
Los afrodisíacos tienen el poder de deshacer los bloqueos, ya que, al creer en ellos se vencen las inhibiciones que impiden el disfrute pleno. Esta autosugestión disuelve barreras, aumenta la confianza y otorga permisos para disfrutar de los juegos eróticos.
El Dr. Juan Carlos Kusnetzoff, Médico y Sexólogo Clínico, sostiene que «no existen los alimentos afrodisíacos». Afirma que se trata de «un mito creado por los humanos para llenar el vacío en un área, la sexual, que ha estado oculta, reprimida y desplazada durante siglos.»
En la mayoría de los casos se dan efectos a nivel de sensibilidad, pero en muy pocos casos a nivel de eficiencia en la respuesta sexual. La sexualidad humana es emociono – dependiente, y dado que el deseo y el placer son percepciones subjetivas, resulta extremadamente difícil creer que la simple toma o ingesta de una sustancia amplifique el deseo o el placer para todos, aún para los que no “creen” que esto así sucederá.
La medicina occidental no cuenta con pruebas concluyentes de que algún alimento en particular aumente el deseo o el rendimiento sexual.
Es la mente el afrodisíaco más poderoso. Y contamos con la posibilidad de valernos de emociones, conductas y actitudes afrodisíacas, que operen positivamente, incentivando el deseo y el placer en cada encuentro.
Acompañado de buena salud, vida sana, ausencia de estrés, y buena compañía son los aliados ideales para disfrutar de una sexualidad plena.

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