La situación económica actualmente no es la mejor, a pesar de que se dibujan algunos números diciendo que hay más consumo o que ha mejorado el índice de la construcción en la ciudad. Ciertamente, la vida cotidiana en las compras diarias y en el pago de servicios se está haciendo poco soportable y sumamente injusta. En este rubro de ubica el tema expensas.
El 20% de los departamentos adeuda expensas en la ciudad, estiman que esta situación es similar a la de 2001. En promedio subieron un 10% por encima de la inflación.
Por segundo año consecutivo el porcentaje de morosidad en el pago de las expensas alcanzó en la Ciudad de Buenos Aires a casi el 20% de las unidades funcionales: unas 600.000. Cifra que duplica el porcentaje considerado habitual, según registros de la Asociación Civil de Administradores de Consorcios de Propiedad Horizontal (AIPH).
Esta alza de la morosidad redunda en un desfinanciamiento de los consorcios y en la desatención del mantenimiento general del edificio y sus servicios: ascensores, calderas, instalaciones contra incendios, conservación de fachadas y balcones, entre muchos otros. En algunos casos, además, se incumplen obligaciones como el pago de las cargas sociales de los encargados.
Adrián Hilaraza, responsable de prensa y difusión de AIPH alerta que «Estamos en zona de riesgo. Con el aumento de la morosidad, las reparaciones se van postergando, el mantenimiento decae y el edificio envejece prematuramente. Además, aumenta la probabilidad de un siniestro y de que el seguro no pague ante la presencia de irregularidades en las obligaciones del consorcio».
La morosidad creció junto con el sostenido aumento de las expensas. Y estas se vienen encareciendo debido a una serie de causas: los altos salarios de los encargados, el alza de muchos servicios y la responsabilidad que el Estado delegó en los consorcios de ejercer distintos controles.
Según los últimos datos disponibles de la Dirección General de Estadística y Censos porteña, en octubre pasado el costo promedio de las expensas que pagó una familia tipo fue de $ 1640, un 28% más que en octubre de 2016 y el doble que dos años antes.
En la Ciudad hay alrededor de 100.000 consorcios, que representan el 74% de las viviendas, en las que viven unos dos millones de personas. «Desde 2001 que no se registraba una morosidad como la de hoy», considera Gonzalo de Durand, de Vadeco Administraciones.
La tasa de morosidad es dispersa en función de los barrios y tamaños de las unidades, y mientras en algunos edificios es nula, en otros es muy alta. Según los registros de AIPH, se observa una mayor morosidad en edificios de la zona sur de la Ciudad y con pocas unidades, lo cual encarece las expensas.
La actual obligación de los consorcios de verificar por su cuenta el estado de los servicios y de la infraestructura edilicia es una de las causas del sensible aumento de las expensas en los últimos años.
«Desde que el macrismo asumió el gobierno porteño, en 2007, tendió a tercerizar los controles del Estado y que estos quedaran a cargo de los consorcios», explica Sergio Abrevaya, legislador porteño por GEN.»Se pagan cosas increíbles: ¿por qué cada seis meses hay que revisar el tanque de agua, si está sellado. Con los matafuegos pasa lo mismo: ¿por qué se exige una verificación anual si la carga del matafuego dura dos años? La respuesta es que hubo un lobby de alguna cámara», denuncia Abrevaya.
Por ejemplo, la Agencia Gubernamental de Control (AGC) exige a los consorcios la verificación periódica de ascensores, instalaciones contra incendios, fachadas y calderas. Para tales fines el consorcio debe pagar profesionales habilitados por los consejos profesionales con habilitación oficial, quienes emiten una constancia de verificación técnica. Sin embargo, en algunos consorcios estos controles no se efectúan y los servicios funcionan hasta que un propietario realiza una denuncia o se produce un siniestro. En la AGC explicaron que cuando se detecta que un consorcio no cumple con los controles exigidos, se le envía un inspector.
Se calcula que alrededor de un 20% de las expensas se destina al cumplimiento de normas de mantenimiento. «Cuando la plata no alcanza el consorcio puede pedir una prórroga para cumplir con las obligaciones de control. Pero en otros casos elige «tirarse un piletazo» y tratar de pasar desapercibido», explica Hilaraza.
Debido al empobrecimiento de muchos consorcios, cada vez son menos aquellos que cuentan con un fondo de reserva destinado a enfrentar contingencias vinculadas al mantenimiento del edificio, y en muchos sólo se están atendiendo las emergencias impostergables. Esta falta de recursos impide a numerosos consorcios hacer auditorías contables a las administraciones con el fin de optimizar los gastos.
«En épocas inflacionarias los consorcistas son reticentes a solventar cada mes un fondo de reserva porque la plata se deprecia. Pero cuando se carece de ese fondo y de pronto surge una emergencia, el valor de las expensas se dispara vertiginosamente. Un consorcio sin fondo es peligroso», explica Hilaraza, y calculó que para poner al día un edificio que sufrió una desinversión durante tres o cuatro años luego debe invertirse el triple de plata y tiempo.
El 2017 las expensas aumentaron un 10% por arriba de la inflación y se registraron subas del 34,7%. Así lo reveló la Dirección de Estadísticas y Censos del Gobierno porteño: en diciembre, el promedio de las expensas fue de $1.657, si se toma como parámetro a una familia tipo.
Según este informe en diciembre de 2013 una expensa promedio tenía un costo de $515,58; en 2014, el costo fue de $698,01; en diciembre de 2015 subió a $873,53; al año siguiente fue de $1230,88; y en diciembre de 2017 trepó hasta los $1657,02.
Fuente: Nuestro Barrio