Acerca de la espiritualidad, la sociedad de consumo y el buen vivir

Por Ricardo Guaglianone

Buen Vivir viene de las palabras indígenas Suma Qamaña (en lengua aymara) o Sumak Kawsay (en quechua), que significan vida en plenitud, en armonía y equilibrio con la naturaleza y con la comunidad. También se le llama el Buen Convivir,  una vida de relaciones armoniosas entre las personas, la comunidad  y La Tierra a la que pertenecemos en carácter de hermanos, no de propietarios.

La irracionalidad de los seres humanos en la sobre explotación de la naturaleza, con el solo objetivo del lucro y el confort artificial y exagerado, ha sumergido en una profunda crisis

al planeta. La guerra y la expulsión de millones de personas de sus países de orígenes, como sucede en Medio Oriente, es el caso más extremo, pero también se ve en la destrucción de los hábitat naturales con la minería a cielo abierto,  la producción de alimentos transgénicos o el saqueo a los océanos, donde ya existen zonas muertas, sin ningún tipo de vida.

Las crisis económica, financiera, climática, alimentaria y demográfica son el reflejo de este sistema irracional que impulsan como filosofía de vida, quienes detentan el poder en el mundo, ,  una sociedad de consumo sin límites donde el valor para ser feliz, es poseer, tener, comprar, guardar.

La espiritualidad, en el sentido más profundo de su significado, es lo primero que va muriendo cuando el dinero y las posesiones son la razón para vivir y ser.

Por estas razones, que no están expuestas en los medios de comunicación, es necesario buscar espacios internos para reflexionar, es indispensable mirar hacia el interior de cada uno y reencontrarnos con la esencia de vida, es buscar la conexión con el universo madre, con la inspiración divina de la vida,  para recuperar la sensibilidad interna, relegando las exigencias del mundo material.

Para ver que está ocurriendo a nuestro alrededor y en el mundo, en las consecuencias más profundas, es necesario  alcanzar un mínimo grado de serenidad espiritual.

Las teorías económicas capitalistas que dominan el desarrollo de nuestras sociedades,  no se ocupan de lo esencial, porque las necesidades para el desarrollo humano, fracasan en el plano material y también en el espiritual.

A quienes detentan el poder, solo les  interesa que los individuos estén en el mercado, compren y compren buscando ser a través de los objetos  y servicios y no cuestionen nada de lo que ocurre en el mundo.

Si cada uno logra conectarse en su interior con esa fuerza de vida que nos alienta y protege, seguramente tendremos una mayor claridad para saber qué hace bien y que no. Son muchas las cosas a revisar y cambiar de este sistema perverso impuesto por los poderosos.

El Buen Vivir

El Buen Vivir  significa el retorno a un orden natural de la vida, la recuperación de las formas de organización comunitaria locales, el uso de tecnologías respetuosas de la naturaleza y sistemas de participación directa de los ciudadanos para resolver necesidades y conflictos.

El Buen Vivir propone simplificar la vida para un mayor disfrute en  armonía con quienes nos rodean y con los entornos naturales. Si fuera una filosofía aplicada desde el poder, generaría igualdad de oportunidades y distribución equitativa de las riquezas para toda la población.

El desarrollo de una sociedad consumista no solo moldea los sistemas de producción e impulsa el consumo y el lucro como máxima aspiración social. También moldea la cabeza de los consumidores: para ser feliz hay que tener y cuanto más tengas, serás más feliz.

Terrible estupidez que muchos creen sin vacilar ni un instante.

Es necesario entender que  una sociedad que impulsa el consumo irracional,  lleva a la destrucción de la esencia más importante del ser humano, la espiritualidad y lleva a  la progresiva destrucción de la Naturaleza como sustento para todos.

La visión de la vida expresada en una sociedad de consumo donde el valor más destacado es el de tener por sobre el ser, está devastando al mundo y los núcleos de poder, de las llamadas sociedades desarrolladas, están dispuestos a sacrificar cualquier límite moral o ético a fin de mantener sus niveles de opulencia materiales, sin importarles las crisis sufridas aún en sus propios países. Estados Unidos, la potencia más desarrollada materialmente, tiene 45 millones de personas viviendo en la más absoluta pobreza.

El planeta está colapsado por esta política materialista,  predadora de la naturaleza, que causa desequilibrios irreparables a los ecosistemas y en las vidas de las personas: grandes inundaciones, tormentas, sequías, el efecto invernadero, la basura en los mares, la putrefacción de los ríos provocada por los desechos industriales o la minería, la tala indiscriminada de bosques para aumentar la producción agroindustrial, poblaciones desplazadas, millones y millones de pobres, sin ni siquiera un poco de agua limpia para beber.

Depende de los pueblos, depende de los seres sensibles, sostener una resistencia pacífica, amorosa y activa, para corregir este rumbo y por otro lado, generar una mirada interna que nos conecte con nuestra espiritualidad profunda, con el Gran Universo, con la Vida Esencial, generadora de todo lo que existe, como sustento de las acciones diarias.

El primer paso a lograr es construir un sentido interno de comunidad solidaria: “el otro soy yo”, comenzando en cada pequeño lugar donde estemos, siempre revisando y alimentando el crecimiento interior espiritual, para lograr ser, junto a otros y compartiendo con otros, mejores seres humanos al servicio de esta causa: el Buen Vivir para todos.

Combatir la irracionalidad y las injusticias del sistema, entendiendo que el tener no conduce al ser y entender que la sociedad de consumo y su filosofía decadente,  destruye la realización espiritual profunda, es dar el primer paso hacia el Universo Creador, de todo lo que existe.

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