Ludopatía una adicción similar a las drogas, pero sin sustancia

Por Marcela Carmona

La Ludopatía o Ludomanía (Et: Del latín ludus, juego y del griego πάθεια, patheia, afección o padecimiento) es un impulso irreprimible de jugar a pesar de las consecuencias y del deseo de detenerse. Se considera como un trastorno del control de los impulsos, un problema adictivo «sin sustancia».

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En las investigaciones interdisciplinarias y de estudios estadísticos llevadas a cabo en los últimos 30  años, “el juego patológico”  es  reconocido como un problema psiquiátrico y se define como una adicción similar a las químicas.

En las investigaciones se ha comprobado que algunos jugadores patológicos tienen menores niveles de norepinefrina que los jugadores normales. Estos neurotransmisores tienen una fuerte incidencia en la conducta. La norepinefrina se secreta en condiciones de estrés o amenaza, de modo que los jugadores patológicos juegan para elevar sus niveles y  está fuertemente asociada con la puesta en “alerta máxima” del sistema nervioso.

Esta sustancia incrementa la actividad cardiaca y la presión sanguínea.  Las glándulas adrenales la liberan en el torrente sanguíneo, junto con su pariente la adrenalina (epinefrina) que  actúa en cuestión de segundos  sobre los músculos, el tejido adiposo y el hígado,  pero su punto más alto se produce al llegar al minuto de producción.

Cuando se produce esta reacción química en el cuerpo, en el lapso de tres minutos, aumenta el metabolismo normal del cuerpo hasta en un 100 por ciento.

Otra de las sustancias neurotransmisoras que pueden estar alteradas o en cantidad deficiente en los jugadores compulsivos es la serotonina, que es una sustancia relacionada con el bienestar.

Las deficiencias de serotonina también pueden contribuir a generar  una adicción. Los niveles bajos de serotonina, se asocian a algún trastorno obsesivo compulsivo, hiperactividad, depresión, estados de agresividad, migrañas, estrés e insomnio.

Por esto se dice que el juego patológico es “un trastorno en el control de los impulsos”.

El jugador enfermo, patológico,  no puede contener o resistir el deseo de apostar y hay una experiencia de gratificación al consumar el acto del juego: Las Investigaciones señalan que «las recompensas en metálico produce una activación cerebral muy similar a la que se observa en un adicto a la cocaína recibiendo una dosis”.

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El juego en cifras

Un  análisis de las llamadas telefónicas a programas que incentivan el juego dan cuenta de alrededor de 50 000 a 80.000 en el lapso de dos horas.

El Instituto Nacional de Lotería y Casinos, y  la Asociación de Loterías revela que la cantidad de apuestas aumenta cada año.  La mayor cantidad de jugadas está dada en la quiniela: 301.053.654 en 2014, mayor que un año antes, cuando se hicieron 236.182.618 apuestas.

El negocio de los juegos de azar produce alrededor de 40 mil  millones de pesos anuales en todo el país, cifras totalmente disparatadas medidas en relación a la cantidad de habitantes. En la Argentina existen 157 casinos, 80 bingos y  38.000 tragamonedas habilitados, con una tendencia en fuerte expansión y sin políticas de Estado para contener el flagelo. Por estas increíbles cifras, es comprensible que no haya campañas para combatir el juego.

Según Jugadores Anónimos, es muy difícil establecer la cantidad de ludópatas existentes en el país. El único cálculo posible es por la cantidad de personas que buscan ayuda: entre 20 y 25 pacientes por grupo.  Las investigaciones hablan de que un gran incentivo para generar jugadores compulsivos, son los juegos electrónicos que manejan los menores de edad y los juegos que aparecen por Internet y se meten adentro de las casas.

Un dato llamativo: unos 50 menores de edad en la actualidad reciben tratamiento en Buenos Aires, por haberse hecho adictos al juego a través de Internet.

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 Adicción implica dependencia-esclavitud

Fue el Dr. Moran en 1975 quien denominó al juego patológico como una enfermedad y el diccionario de Ciencias Médicas de Stedman (Ed. Panamericana) define Adicción “como el consentimiento de dependencia habitual psicofisiológico de una sustancia o práctica que está más allá del control voluntario”. 

Si bien la ludopatía está definida por la Organización Mundial de la Salud dentro de las enfermedades mentales,  pocos pacientes se reconocen como enfermos y no es investigada por los profesionales de la salud. Esto se evidencia con la existencia de un solo servicio para esta enfermedad, que funciona en  el Hospital Teodoro Álvarez, del barrio de Flores, en todo el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires.

El sujeto adicto es, sin dudas, un esclavo, deja de controlar su vida. El amo es la sustancia o la práctica adictiva que maneja toda su conducta.  Generalmente se pone el acento en que la adicción presenta mayor peligrosidad cuando nos referimos a drogas ilegales y son aceptadas otras, como el alcohol, tabaco, el juego patológico, Internet o el consumo compulsivo, sin reparar en las consecuencias emocionales, familiares y socio-económicas que éstas generan.

El juego puede convertirse en patológico cuando la persona concurre a los lugares de azar para transformar el dolor en placer, ocultando los trastornos depresivos o las  frustraciones.

Los premios, jugadas y sorteos, con un marketing adecuado, hacen que el visitante reciba la cantidad de estímulos  para sentirse en el “mejor de los mundos” según refieren los adictos al juego.

Es allí donde pueden ir “a olvidarse de los problemas habituales” que los agobian. Encuentran “tranquilidad”, como expresan los jugadores. No los deja pensar en otra cosa que no sea apostar rápidamente en las distintas opciones que se brindan.

Para dar un ejemplo, las carreras de caballo: el silencio en la largada, el aumento del murmullo de los jugadores cuando los animales toman la recta final, para terminar en el griterío eufórico alabando al jockey ganador al acercarse al disco, todos son estímulos que influyen en las conductas de jugadores.

 Al igual que frente a las drogas, el adicto que dice “yo la controlo, la dejo cuando quiero”, también el jugador dice que “controla el juego, que sabe cuándo parar o cuando dejar de ir”, pero el  juego es una droga-dependencia grave,  igual que la cocaína, la heroína,  la nicotina,  el alcohol, la comida o el consumo desmedido.

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Panorama en la Ciudad

En el Hospital Álvarez, donde existe un servicio de asistencia a la ludopatía, se realizó un estudio retrospectivo observacional  de  200 Historias Clínicas de pacientes Ludópatas. Exponemos una síntesis de sus resultados:

  • El 75 % de los pacientes en tratamiento eran hombres mientras que el 25 %  mujeres. – El 80 % de los pacientes tanto hombres como mujeres tenían entre 40-65 años y el 20%  entre 20 a 40 años.
  • La población masculina afectada los lugares de azar más concurridos eran el casino y el hipódromo. En la población femenina el lugar más frecuentado era el bingo y las máquinas tragamonedas.
  • El nivel socioeconómico, tanto mujeres como hombres era de clase media.
  • Con cuadros agravados, el 10% de mujeres tuvo intentos de suicidio, un 15% en hombres y un 22% con ideas de suicidio en ambos sexos. En los hombres la edad de inicio al juego oscilaba entre los 15 y 20 años, en las mujeres empezaron entre los 30 y 40 años.

En el caso de la Ludopatía, rige el mismo principio que en las demás adicciones: no se curan, los pacientes se recuperan y  la recuperación dependerá de las patologías previas del paciente y fundamentalmente del apoyo del medio familiar.

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Polémica por un veto de Macri

El 1 de diciembre de 2011 la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

sancionó como Ley,  un mecanismo de autoexclusión de ingreso a las salas de juego y apuestas en la Ciudad, como prevención  de la ludopatía.

La norma contemplaba la prohibición de acceso a las salas de juego y apuestas, mediante la inscripción voluntaria, avalada por la firma de terceros, de quienes tuvieran problemas con el juego. Con este objetivo se creaba el «Registro voluntario de autoexclusión en salas de juego y apuestas (ReVA)».

Sin embargo y a pesar de que todos los bloques parlamentarios estuvieron de acuerdo, el 29 de enero de 2012 el jefe de gobierno  Mauricio Macri decidió vetar la ley.

Su autor, el diputado Daniel Amoroso del PRO  cuestionó duramente la decisión de Macri.

Tambièn el Sindicato de Trabajadores de Juegos de Azar de la Argentina (ALEARA) rechazó en duros términos el veto a esta ley, y afirmó que esa medida era “arbitraria, incoherente y sin fundamentos sólidos”.

El veto sorprendió a propios y extraños, ya que existe  el Instituto de Juego de la Ciudad, manejado por funcionarios designados por Macri, que desarrollan políticas para prevenir la ludopatía, pero este veto fue un gigantesco paso hacia atrás. Ciertamente el nivel de dinero que mueve el juego hace tambalear políticas públicas muy necesarias para cortar este flagelo social.

 Fuentes: Estadísticas y estudios del Hospital Álvarez.  Susana Elena Calero, Especialista en Psiquiatra. Médica Legista. Médica Sanitarista. Datos de la  Organización Mundial de la Salud.

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