Por Ricardo Guaglianone
“El asalariado debe recibir lo estrictamente necesario
para subsistir y reproducirse”.
Thomas Malthus
Thomas Malthus era un cura anglicano, miembro destacado de la masonería británica y uno de los impulsores históricos del liberalismo económico en tiempos de la revolución industrial.
Fue miembro, desde 1819, de la Royal Society, una organización secreta que aun hoy, con la reina Isabel II como su máxima autoridad, cultiva los principios de la masonería en Inglaterra y en el mundo occidental.
Esta sociedad secreta tuvo miembros destacados como Charles Darwin, que desarrollo su teoría de la evolución orgánica del mundo animal, luego aplicada al ordenamiento social, doctrina que se conoce como darwinismo social.
La obra de Thomas Malthus influyeron en la formulación de la teoría evolucionista de Darwin. Según Malthus, la existencia de la especie humana estaría condenada a una dura lucha por la supervivencia, teoría que también sostenía el pensador y sociólogo británico de la época, Herbert Spencer:
“el progreso es consecuencia de la lucha por la supervivencia
donde el fuerte sobrevive, el débil sucumbe y el Estado no tiene que intervenir
para no interrumpir este proceso natural”.
Darwin desarrolló el concepto de la supervivencia del más apto como centro de su teoría evolucionista que se aplicó en la primera y segunda revolución industrial en Inglaterra con un resultado claro: expansión y crecimiento económico a costa de pobreza generalizada. El rol del estado existía para reprimir las posibles rebeldías al sometimiento organizado por los poderosos que se hicieron multimillonarios con la cruel explotación de los “inferiores”.
Las ideas de la masonería inglesa, llevadas a la pràctica, sostienen que existen seres evolucionados, elegidos, que son los ricos, quienes dirigen la sociedad y que bajo condiciones duras, sin concesiones, en un marco de competencia más o menos despiadada, se desarrolla la lucha por sobrevivir en la vida cotidiana y social.
Acá y ahora
En nuestro país, el darwinismo social, sin demasiada oposición de los afectados, se está implementando a paso agigantado por el nuevo gobierno: se quiere lograr un estado pequeño que no intervenga en el comercio, donde el mercado otorgue oportunidades para competir con iniciativas individuales, los llamados emprendedores. Las grandes líneas económicas y el uso de los recursos le pertenecen a la clase evolucionada, los ricos que son “el mejor equipo en 50 años”.
Bajo esta concepción ideológica se está reorganizando la vida política, social y económica. Es necesario abandonar el “Estado Benefactor” y eliminar su intervención impulsando la libertad de comercio sin límites para promover el progreso.
Si hay desigualdad social serán consecuencias de este “orden natural” y solo se deben promover las oportunidades bajo la propuesta del capitalismo más extremo. El estado no debe intervenir ni asistir a los excluidos en esa lucha “natural” en el sistema. Simplemente es “lógico” que haya ganadores y perdedores producto de la evolución de cada uno para sobrevivir o adaptarse.
La masonería en el país
Cuando Macri era jefe de gobierno en la ciudad, revelo con su accionar su pertenencia a la masonería: los patrulleros en la ciudad tenían como logo el símbolo masón de la escuadra y el compás, los sombreros y distintivos de los policías eran similares a los londineses, con cuadrados en blanco y negro que representan el piso de los templos masones. Cuando se fusionó la policía federal con la local, estos símbolos no pudieron mantenerse en vigencia.
Ahora como presidente, sus gestos son más profundos y elocuentes: ordenó en el mes de abril, que la banda musical de la Fuerza Aérea participará de la celebración del 92° cumpleaños de la reina Isabel II de Inglaterra, jefa de la masonería inglesa, que tuvo lugar en la residencia del embajador del Reino Unido en nuestro paìs, Mark Kent.
En ese lugar, los militares tocaron “God Save the Queen” (Dios salve a la Reina), la principal canción patria del Reino Unido, que normalmente se usa como himno de las islas británicas y sus colonias.
También la íntima relación del presidente con el poder judicial tiene relación con el orden establecido por los masones a través de la justicia, ya que varios de los jueces ms conocidos son masones.
El diario Clarin daba cuenta de una cena de la Masonería Argentina en un restaurante de Costanera Norte a la que asistieron Daniel Hadad, dueño de Infobae, el hombre que de movilero paso en pocos años a empresario multimillonario, el abogado Ricardo Monner Sans y los jueces federales Rodolfo Canicoba Corral y Claudio Bonadio, entre otros personajes.
También Elisa Carrio tuvo recientes declaraciones en un programa TN, donde acuso a Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte Suprema y a otros jueces federales de pertenecer a la logia masónica “Roque Pérez”, una secta con sede en Misiones, fundada el 3 de mayo de 1879. Según las crónicas masónicas, su nombre es en homenaje a que Pérez fue el artífice de la reunión masónica (1860) entre Derqui, Urquiza, Bartolomé Mitre y Sarmiento, para superar las diferencias entre la Confederación y el Estado de Buenos Aires.
El PRO no está solo
El partido gobernante a través de sus múltiples voceros, instaló la idea de ser una fuerza nueva, sin experiencia, que recorre un camino áspero y difícil, en contra del “populismo irresponsable”, que le hace creer a la gente que puede estar mejor o aspirar a algo más que a su magro sustento diario.
Pero el PRO no está solo en esta cruzada, está dentro de una red mundial de partidos y organizaciones que trabajan organizadamente por los mismos objetivos y trasmiten los mismos valores de la masonería en otros países, para instalar “el nuevo orden”, dirigido, ya se sabe, por los más evolucionados del planeta, los ricos.
En una nota de Guido Carelli Lynch para el diario “Clarín” del 29 de enero de 2017, el periodista cuenta el ingreso del partido gobernante PRO a la Unión Demócrata Internacional (IDU).
La IDU, tiene su sede en la ciudad alemana de Munich, y hasta allí viajó Federico Pinedo, senador del PRO, para oficializar el ingreso a la Unión Demócrata Internacional, que es una suerte de club privado al que se ingresa definiéndose como de ‘centroderecha’. El club, muy selecto, está integrado por 56 partidos de diferentes geografías mundiales.
El Partido Popular de España, el Partido Conservador inglés, el Partido Liberal de Australia y el Partido Republicano del multimillonario Donald Trump integran la lista, que entre otros, fueron sumándose a la iniciativa que comenzó Margaret Thatcher, la ex primera ministra conservadora de Inglaterra, el 24 de junio de 1983 junto a otros dos cofundadores: George W. H. Bush y el ex primer ministro alemán Helmut Kohl con el objetivo de instaurar “un nuevo orden mundial”.
Eugenesia y Estado de Bienestar
La eugenesia (del griego eugoniké) significa ‘buen origen” y defiende diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos de humanos.
El eugenismo quiere personas fuertes, sanas, inteligentes o de determinado grupo social selecto. Los métodos eugenistas modernos se centran en el diagnóstico prenatal, la orientación genética, la fecundación in vitro y la ingeniería genética.
Cuando se sustenta el poder con estas orientaciones filosóficas, como ahora lo tiene Macri y sus acompañantes (caras visibles del poder real), la tarea más urgente es desarmar el “estado de bienestar”, “generado por gobiernos populistas” que gastaba dinero en cosas inútiles. Ese dinero debe ser trasferido a la clase evolucionada, que tienen la misión de generar una sociedad de oportunidades.
En este punto es justo reconocer que el gobierno de Macri no aplica ni de lejos, el llamado programa T4 de los Nazis, que basándose en estas ideas, practicó la eutanasia en niños discapacitados, enfermos mentales, enfermos incurables, y residentes de hogares de ancianos.
El hecho que los ancianos no puedan tener remedios gratis o una asistencia médica de excelencia con el PAMI y por ahì puedan morirse, o que un hospital público en casos graves otorgue turnos a tres meses, o que haya aumentado el número de indigentes en los últimos dos años, o los últimos datos de la Universidad Católica, que dice que el 62% de los jóvenes es pobre, es solo una cuestión pasajera de equilibrio presupuestario: no se puede seguir gastando en cosas superfluas: la fiesta, el estado benefactor, debe terminar.
La “supervivencia de los más aptos” de Spencer ya fue utilizada por magnates como Rockefeller y otros, para justificar la sobreexplotación de la población “inferior” y la eliminación de los competidores sin atender criterios morales o éticos mínimos y lograr ser, impúdicamente ricos.
En nuestro país, los masones que detentan el poder en la parte política, judicial y económica trabajan ahora mancomunadamente.
Un ejemplo de esta coordinación es, por un lado, la reciente reforma laboral enviada al Senado para precarizar al trabajador en sus derechos y otro ejemplo, es el fallo de la Corte Suprema contra los monotributistas, declarando que no tienen relación de dependencia y no les corresponde ningún beneficio, (indemnización, vacaciones, aguinaldo), aun después de trabajar años en una sola empresa facturando sus servicios.
Los dos ejemplos encajan en los conceptos del darwinismo social de Mathus, “el asalariado debe recibir lo estrictamente necesario para subsistir y reproducirse”.
Si atendemos a la evolución del mercado de trabajo, donde el 76% de los nuevos empleos tiene esta modalidad, es claro entender hacia dónde va el poder.
La mirada del Nuevo Orden mason
Los poderosos están aplicando a nuestra sociedad, aquello que llaman el refuerzo positivo: provocar en las personas el comportamiento deseado sin resentimientos ni rebeldía y de manera estable, mientras ellos moldean las sociedades según sus criterios masónicos, es decir, que los ricos tomen el control de los recursos económicos mientras que las personas acepten pasivamente sus destinos en la escala social y económica.
La teoría del refuerzo positivo ofrece una panacea, una promesa que se proyecta siempre a futuro, algo muy positivo que todas las personas sin dudas, desean.
La idea básica es que el receptor del mensaje crea y entienda, mientras se avanza en reacondicionar las situaciones, “que los pobres deben estar, donde siempre debieron estar” a la vez que se exacerba el individualismo del “sálvese quien pueda”.
Otro de los mecanismos de anestesia hasta que lleguen esos prometidos tiempos dorados, un poco más perverso, es mantener a los ciudadanos en un estado de continua ansiedad, ocupados asegurando su propia supervivencia o luchando por ella y desalentando la solidaridad que cuestione al poder. Si esto sucede, estará la reprimenda policial o la aplicación de castigos aun fuera de las leyes vigentes.
La técnica del club de las poderosas elites masónicas que dominan el mundo occidental, es mantener a toda costa estas promesas a futuro y desarmar, sin límites morales o éticos, aquellas expresiones que se opongan a este designio.
Uno de los elementos centrales para conseguir este objetivo, es la prensa hegemónica que en nuestro país concentra el 95 por ciento de los medios y que esta comandada por uno de los más altos jefes masones: Hector Magnetto del grupo Clarin.
La figura elegida a quien dirige sus ataques en los últimos tiempos, entre otros personajes, es el Papa Francisco. ¿Por qué será?
Laudato Si (“Alabado Seas”)
Esta encíclica del Papa Francisco es de una enorme importancia para comprender el capitalismo de este tiempo y la visión darwinista de la sociedad, a la que Francisco se opone.
Es un documento donde el Pontífice llama la atención sobre la degradación del agua, del aire y del suelo, sobre la pérdida de la biodiversidad por el exceso de explotación de los recursos naturales que provoca el cambio climático y sus consecuencias.
Pero el documento trasciende las cuestiones estrictamente ambientales: “No se termina de advertir cuáles son las raíces más profundas de los actuales desajustes, que tienen que ver con la orientación, los fines, el sentido y el contexto social del crecimiento tecnológico y económico.” (Laudato Si, 109).
“El principio de maximizar la ganancias, que tiende a aislarse de toda otra consideración, es una distorsión conceptual de la economía: si aumenta la producción, interesa poco que se produzca a costa de los recursos futuros o de la salud del ambiente” (Laudato Si, 195).
El Papa afirma en la encíclica que se sacrifica a los más débiles: “Hay que decir no a la exclusión y la desigualdad. Esta economía liberal mata. En el juego de la competitividad el poderoso se come al más débil. El ser humano es considerado como un bien de consumo que se puede usar y tirar. Es descartable. Los excluidos no son seres humanos, sino residuos, sobran. El libre mercado excluye y desarrolló una globalización de la indiferencia”.
“La cultura del bienestar nos anestesia. El dinero domina sobre nosotros y nuestras sociedades. La adoración del antiguo becerro de oro (Éxodo 32,1-35) es hoy el fetichismo del dinero y una economía sin rostro, sin objetivo humano.
En el libre mercado unos pocos crecen y la mayoría está lejos del bienestar. El Estado vela por el bien común. El mercado es una tiranía invisible que no conoce límites”.
Queda claro porque los masones, asociados a los grandes medios hegemónicos atacan la figura del Papa y de todo aquellos que se oponga para que el dominio sea total a nivel mundial. Si para lograr ese objetivo es necesaria la guerra a otros estados, lo hicieron y lo harán.
Por ejemplo, la programada guerra contra Irán, un estado que vive en paz y es profundamente religioso, es una de las batallas que la elite mundial masónica está preparando y quizás sea el próximo paso, el más arriesgado y peligroso, hacia la hegemonía mundial.