Una mirada integradora sobre educación sexual

Por Lic. Cecilia Salvetti

La importancia de la sexualidad en la vida del ser humano puede medirse si se considera que de ella depende la construcción de la identidad, la elección de una pareja y la organización de una familia, la gestación, la educación y el cuidado de los hijos, la vida de relación con los otros, el cuidado de uno mismo y de los demás, las elecciones vocacionales y las actividades laborales. Mientras se discute quién debe ocuparse de la educación sexual de niños y jóvenes se desatienden cuestiones que están ocurriendo como procesos educativos relativos a la sexualidad, más sutiles y menos evidentes. Toda sociedad educa sexualmente a sus miembros como parte de los procesos de socialización, durante los múltiples aprendizajes sociales que se producen por el hecho de vivir inmersos en una cultura.

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Cuando en el reconocimiento del cuerpo que hace el niño en sus primeros años hay zonas prohibidas, no nombradas, consideradas sucias o chanchas, las incorpora como partes negativas de él mismo, rechazadas por quienes son las figuras más importantes y sus mediadores con el mundo. Si este proceso, en cambio, se produce con la aceptación y la valoración positiva de todas las partes del cuerpo, es posible reconocer como propio un cuerpo valorado que será fácil cuidar y respetar.

Los cuerpos son fuentes inagotables para la curiosidad de los niños y jóvenes (y también para los adultos). Hay cuestiones relativas al cuerpo que suscita en algunos adultos cierta incomodidad, desconcierto, o bien falta de respuesta precisa para aclarar las dudas. La falta de respuesta de los adultos y la actitud reticente también tienen un significado para los jóvenes: los temas molestan, incomodan, no son lícitos. Si no obtienen respuestas satisfactorias a sus inquietudes, comentan con sus pares, navegan por la red virtual de Internet y construyen respuestas, no siempre acorde con lo que sucede en la realidad.

Las creencias sobre las relaciones sexuales y la información equivocada como por ejemplo «la primera relación sexual no embaraza».En muchos casos la información que los niños y jóvenes obtienen está centrada en la genitalidad. Los adultos pueden decidir reflexionar sobre el tipo de educación sexual que se está produciendo en su familia. Lo que no pueden es evitarla. Padres y madres tienen un papel muy relevante y una responsabilidad innegable en la formación de sus hijos también en lo que hace a educación en sexualidad.

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