Taller de crónica periodística en la sede de la revista MU
Comenzó el taller de crónica periodística en la sede de MU en el barrio de Congreso.
En un clima de serenidad y expectativa, unos 25 participantes prestaron atención a las palabras de bienvenidas y a la apertura formal del taller. La coordinadora comenzó su exposición con energía y centrando su discurso en la formidable síntesis de la escritura china como eje del sentido del taller. Los ideogramas chinos enfatizan que el texto no esta separado del contexto, que el sujeto esta unido al ambiente, a las circunstancias interactuando todo el tiempo. Ese ritmo armónico, inseparable, lo refleja en su escritura que es dúctil, sencilla y contundente. Son esos los hilos de la acción que se pretende que el lector infiera al leer el texto otorgado.
Sentir el texto, marcar con precisión la escena, evitar los adjetivos y tener claro el destinatario del texto fue la síntesis de la exposición.
Luego se comenzó con una serie de ejercicios de relajación, de conexión entre los participantes que llevaron a crear un clima propicio de apertura y de relación, aunque el dialogo esta remitido a una promesa lejana. Luego sobrevino de parte de un tercer protagonista, actor y escritor, un relato actuado entre divertido y cuestionador del sistema injusto y de la necesidad de profundizar la mirada en el otro y en los otros.
Detrás de los exponentes, se alzaba una biblioteca que hacia de fondo decorativo. Una biblioteca hecha con cajones de frutas, con caricaturas y una hilera de revistas con caras de personajes controvertidos, sobresaliendo la del capocòmico y excelente analista político Capussoto que se repetía en tres portadas.
Luego de terminar con las presentaciones, la coordinadora pide un ejercicio escrito para resumir las sensaciones vividas con palabras breves que puedan reflejar la esencia de lo allí ocurrido. Por supuesto, la diversidad apareció y las síntesis reflejaron en las palabras elegidas, donde cada sujeto es mundo y vive con su mirada ùnica lo que ocurre en el contexto.
El encuentro concluye con una ronda para vernos todos, el pedido para que una mirada coincida con la del otro, que una palabra celebre el sentimiento interno de lo vivido y el ejercicio de traducir, ya en soledad, aquel peculiar taller en una crónica sintética, que no exceda las dos carillas y no abunde en adjetivaciones. Quedo flotando en la energía de aquel salón de piso y mesas de madera, con el olor a café del buffet, si eso sería posible.
Ricardo Guaglianone