Los barrios de antes y de ahora. ¿Todo tiempo pasado fue mejor?

Ronroneo literario de nuestros vecinos

¿Por qué la gente dice: «Todo tiempo pasado fue mejor«? Yo creo que porque éramos jóvenes o porque tenemos buenos recuerdos de la niñez o porque la niñez de antes tenía de cómplice al barrio: casas bajas, calles empedradas de doble mano, el farol y el vigilante de la esquina parecían plasmados en un cuadro.
En el silencio imperioso y obligatorio de los domingos, se oía el «tan…tan» del tranvía y en los atardeceres cálidos, después de la consabida siesta, decenas de chicos poblaban las veredas cuidados por las abuelas que sacaban a la calle la infaltable sillita de vigilancia; escondidas, manchas, «rango» bolitas, figuritas y griterío poblaban las aceras del barrio en el encuentro cotidiano, casi festivo de sus habitantes. Todas las estaciones, en esa época estaban bien delimitadas: caída de hojas en otoño, ropa de media estación; árboles pelados en inviernos crudos donde se escarchaba el agua del cordón, teníamos sabañones y el querosén no alcanzaba para abastecer las estufas; primaveras luminosas, florecidas, alegres, con desfiles en la avenida Santa Fe y mariposas en los dibujos del cuaderno de clases; veranos sofocantes con Navidades de frutas secas que no respetaban el calor y se imponían por la tradición, acompañadas de los ravioles caseros y los pollos del gallinero o del mercado que las madres desplumaban para poder cocinarlos o mandarlos al horno de la panadería junto con un lechón adobado.
Todo era más tranquilo, con mucha menos gente, trabajos y diferentes ocupaciones para los grandes, madres en casa cocinando y esperando a sus hijos de la vuelta de la escuela, menos robos, menos violencia, más respeto por las normas: «prohibido escupir» y no se escupía,» prohibido pisar el césped » y no se lo pisaba porque el guardián de la plaza tocaba el silbato y te corría para sacarte. «prohibido jugar a la pelota en la calle», pero se jugaba y la policía llevaba a los chicos a la comisaría (previa denuncia telefónica de una vecina molesta) y los padres tenían que ir a buscarlos. Allí volaban coscorrones y retos por doquier pero igual se reincidía porque la pelota era una pasión incontrolable para cualquier pibe del barrio.
Prohibido era una palabra común en esa niñez donde los mayores se imponían sin dar explicaciones. «Dije no y es no» ¿Por qué? Porque no y sanseacabó. Esas frases resonaban en todos los barrios , porque se repetían en todas las casas y en todas las familias; y, a pesar de los no y las prohibiciones de la sociedad del momento! Qué lindo ser niño cuando los grandes son adultos! Y esos adultos mandones nos daban también muchas satisfacciones porque organizaban el carnaval de la cuadra: a la tarde jugábamos «al agua», con pomos y baldes y a la noche cortaban la calle para comenzar a transitar el corso de la cuadra. Todos los chicos y algunos grandes lucíamos los disfraces que nos habían confeccionado «made in casa» y desfilábamos para lucirnos y ganarnos los premios, bailábamos hasta tarde y comíamos muchas golosinas, algo que no era habitual en esa época en que pasaba sólo el pirulinero. ¿ Y las fogatas de San Pedro y San Pablo? Todo el mes juntando ramas o robándoselas a los chicos de otro barrio para luego almacenarlas celosamente en alguna casa cuyos habitantes tenían lugar y se apiadaban al ver nuestras compungidas caras de desesperación «Dele Doña, sea buena eh?» y cuando llegaba el día, «voilá», una montaña enorme lucía en su cima un gran muñeco vestido con las ropas viejas de algún papá . Espectáculo impresionante su encendido, el mirarla consumirse, un deleite y la papa asada del final, todo un acontecimiento inigualable.
Hoy los barrios tienen otro olor y otro sabor para los que somos grandes. Un olor y un sabor que no volví a encontrar, salvo en mis recuerdos y en los miles que como yo, añoramos esos barrios para nuestros nietos, por la sencillez del vivir, por la creatividad en el jugar y por el acompañamiento y apoyo permanente de los grandes, quienes ricos o pobres veían realmente en los chicos, los sujetos del futuro, los continuadores de su obra y los herederos de las propiedades de esos barrios pujantes y florecientes, que se convirtieron en otros iguales y diferentes, de ayer y del hoy, de lo mejor del pasado insertado en un presente populoso, original, caótico, ruidoso y extraordinario. «Cien barrios porteños, barrios de amor» como dice el tango, están guardados en mi recuerdo y mi memoria como una fotografía que el paso del tiempo no podrá nunca desgastar.
Por María Elena Gallera

2 comentarios en “Los barrios de antes y de ahora. ¿Todo tiempo pasado fue mejor?

  1. Felicitaciones Maria Elena, una nota exacta de esos tiempos que yo vivi.
    Me permitiré reproducirla en arcon del recuerdo, CITANDO como corresponde su fuente
    Gracias.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *