Surgió como un proyecto hace más de 14 años impulsado por aficionados a la astronomía que decidieron enseñar de manera eficaz y eficiente sus conocimientos sobre esta ciencia a los alumnos de las escuelas. En esta entrevista realizada a su directora, nos cuenta como se formó el observatorio y su recorrido hasta la actualidad y también reflexionó sobre algunas cuestiones como el cambio climático y la contaminación.
Quizás muchos vecinos de la zona desconozcan de su existencia, pero desde el año 2000 en Villa Mitre hay un observatorio de astronomía. Es el “Observatorio Buenos Aires” y Patricia Olivella es su directora. El Adán visitó el lugar ubicado en la calle Tres Arroyos entre Gavilán y Caracas y pudo charlar con su directora acerca de la función que puede desempeñar el observatorio tanto para el barrio como para la ciudad y también sobre diversas cuestiones que refieren a su materia.
La idea y el proyecto de hacer un observatorio surgió del trabajo que varias personas hacían en el que había en el Parque Centenario. Eran un grupo de aficionados a la astronomía que se reunían a mirar el cielo. Un día se acercó una guía de turismo educativo a proponer para que se hicieran visitas guiadas para escuelas. Éstas comenzaron a brindarse y se realizaron durante un par de años. Hasta que un grupo de personas “se abrió” porque no coincidían en cuestiones metodológicas y pedagógicas de la manera de enseñar. Entre ese grupo que se escindió, estaba Patricia Olivilla. Todos los que dieron un paso al costado se habían formado en astronomía pero también en pedagogía. Entonces empezaron a proyectar para hacer edificar algo un poco más profesional. “Para enseñar (cualquier materia), hay que saber enseñar”, asegura Olivella.
A medida que inmiscuían en el campo de la enseñanza, empezaron a ver falencias pedagógicas en la forma de enseñar tanto en el Parque Centenario como en el Planetario: “Por más que un espectáculo de astronomía pueda ser hermoso, es difícil mantener la atención de un chico durante una hora”, asegura. Fue así que empezaron a trabajar sobre ese tema. Olivella hizo una maestría en “Didácticas de las Ciencias Naturales” y empezó a conectarse con docentes y profesores “para armar algo que fuera recreativo pero que tuviera una pata didáctica”. En el año 1997 organizaron talleres para distintas escuelas que se ofrecieron en una escuela de Mataderos. Allí se armó un observatorio con telescopios donde enseñaron durante dos años. Luego de un año de parate, en el 2000 consiguieron armar lo que hoy es el “Observatorio Buenos Aires”.
Este grupo presentó un proyecto al gobierno de la Ciudad y obtuvo un crédito a tasa 0 % para hacerlo realidad. Tuvo tan buena repercusión a nivel institucional que, una vez instalado, fue difundido por varios medios televisivos. “Se enteró más gente de afuera, que del barrio”, se lamenta la directora. El GCBA durante varios años proveyó docentes al observatorio, a los que le pagaba el sueldo.
Patricia vive en la planta baja del edificio y en la planta alta está instalado el observatorio que cuenta con una amplia sala y con los medios para recibir a un curso de 40 alumnos. Hay maquetas en miniaturas de otros observatorios de astronomía como el maya de Chichén Itzá, de vehículos especiales de la NASA, telescopios de distinta índole y demás cosas de interés.
En lo que respecta al contenido, la temática a tratar es la misma ahora que en sus comienzos. Se busca dentro de los contenidos curriculares de las escuelas primarias qué se enseña de astronomía y sobre esa base se organizan distintas actividades. Para jardín de infantes se trabaja sobre “el día y la noche”, con lo visual, lo más próximo al niño. “Si uno tiene la tentación de contar todo lo que sabe sin ponerse en el lugar del que está aprendiendo, seguramente se fallará en la enseñaza. Esto es un proceso de ida y vuelta; de enseñanza y aprendizaje. Para 1º, 2º, 3º y 4º se les explican los cambios en el cielo. De 5º a 7º se trabaja con las estaciones del año.
También se reciben a escuelas secundarias, pero “siempre adaptando los contenidos curriculares que desee el profesor y según lo que enseñe (matemática, geografía, historia, etc.).
En el observatorio se dieron cursos de astronomía con mucho éxito a un arancel muy bajo. En sus principios tuvieron que abrir 3 niveles de astronomía con clases de entre 25 y 30 alumnos durante todos los días de la semana. Luego vino la crisis de fines de 2001 y con ella se frenó la actividad. “Hubo un gran recambio de personal. De casi no dar a basto, se pasó a tener una sola visita semanal. Acá siempre funcionamos como una cooperativa. Repartíamos las ganancias proporcionalmente, por lo que muchos docentes optaron por buscarse otros trabajos”, recuerda Olivella.
El observatorio estuvo dos años con pocas visitas y cuando pensaban que todo conducía a su cierre, empezaron de los colegios a llamar sin que el Observatorio Buenos Aires hiciera ninguna clase de difusión. Al tiempo que también volvieron a solicitar los cursos, los que se brindaron a distancia y tuvieron una gran aceptación con alumnos tanto en el interior como en el exterior del país.
Una de las actividades que quizás más recuerden los vecinos fue el traslado de los telescopios a la Plaza Saenz Peña en agosto de 2003 para ver “la oposición de Marte” (la aproximación más cercana de la historia entre el planeta rojo y la Tierra) y para observar los eclipses de Luna de mayo y diciembre de ese mismo año.
El objetivo del Observatorio para este año, es renovar todo el material didáctico y de contenido para poder actualizarlo y tenerlo al día. Apuntan a seguir trabajando preferentemente con escuelas. “Nos gustaría que se acercasen más las escuelas del barrio. Hay colegios que están desde hace décadas y jamás nos llamaron”, reclama Olivella.
En líneas generales, la visita para los colegios dura cerca de 90 minutos. A los alumnos se les entrega material didáctico y, a diferencia del Planetario, los chicos participan mucho de la visita, plantean sus dudas, preguntan y aprenden de una manera diferente. Patrica explica el método: “Se trata de que los chicos deduzcan por sus medios. A sus dudas, les repreguntamos para ver qué teoría tienen sobre equis cosa y la ponemos en cuestión. Así aprenden mucho más”.
La charla está armada de manera tal que se brinda la información de la que más llama la atención a los chicos como los viajes tripulados de la NASA, pero también se pone el foco sobre las actividades científicas que se realizan a nivel local como las dirigidas por la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales). Es política del observatorio hacer pie en la astronomía local. Así lo afirma: “Acá hay una maqueta del Observatorio maya. Con el objetivo de recuperar esas cosas que (no por casualidad) están olvidadas. Siempre tratamos de contarles a los chicos la importancia de la astronomía para la sociedad maya y que no era sólo una práctica religiosa. El calendario de los mayas es mucho más preciso que el cristiano que usamos actualmente. Para la época que los mayas tenían datos astronómicos muy precisos, en Europa -lo que creemos “la cuna de nuestra cultura”- todavía usaban números romanos desconociendo la existencia del cero (0). Acá armamos la visita teniendo siempre una visión recuperadora de nuestras raíces nacionales, latinoamericanas y de los pueblos originarios”.
Con la misma idea de querer identificar al observatorio con “lo nuestro” fue que se le puso el nombre: “Observatorio Buenos Aires”. Esto le ha traído algunos inconvenientes ya que muchos piensan que es un lugar de entidad pública y, por ende, gratuito. Se han comunicado hasta de organismos ligados a la NASA con la idea de que era un Observatorio del gobierno porteño.
Otro de los objetivos a largo plazo y “un sueño”, según lo describe Olivella, es “tener un edificio más grande para uso exclusivo del Observatorio y donde se puedan ampliar las tareas y actividades que incluso no sean de astronomía pero que puedan aportar culturalmente y científicamente para la sociedad.
Para no quedarnos únicamente en lo que refiere al Observatorio del barrio. También le consultamos sobre algunas cuestiones que pueden llegar a resultar de interés general.
– En algún momento se habló de que se había producido un cambio en el eje de rotación de la Tierra ¿qué opinión le merecen esta clase de teorías?
– No se ha producido ningún cambio en el eje de rotación de la Tierra que sea perceptible. El eje de rotación es la línea imaginaria alrededor de la cual rota la Tierra. Tiene un inclinación de aproximadamente 23º respecto de la vertical y realiza un movimiento como de trompo (que produce un fenómeno difícil de explicar que se llama “presesión de los equinoccios”), completando un círculo cada 26.000 años. La captaciòn de este movimiento es absolutamente imperceptible. En el año 2005, un geofísico de la NASA dijo que un terremoto había modificado la inclinación del eje una milésima de segundo de arco. Pero esto no sólo es imperceptible sino prácticamente imposible de demostrar. La otra versión que circulando en el ámbito científico, acerca de que si un día a la misma hora todos nos poníamos a saltar al mismo tiempo para así modificar la inclinación del eje y evitar el calentamiento global, me parece una cargada. Es una farsa que desvía la atención de un problema real y verdaderamente serio como lo es el calentamiento global.
– ¿Cómo repercute la contaminación en el cambio climático y a quienes son los responsables?
– El cambio climático es un hecho. Ya estamos padeciendo sus consecuencias tal como fueron predichas hace años: lo que vamos a tener -y cada vez con más frecuencia- es el aumento de eventos extremos. Esto quiere decir que cada vez habrá tormentas más fuertes, sequías más graves, olas de calor más serias y fríos más intensos. De hecho ya está sucediendo. La responsabilidad es, indudablemente, de los países industrializados que son los principales emisores de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO2). El CO2 se produce fundamentalmente por el uso de combustibles fósiles como el petróleo, y no caben dudas de que los principales contaminantes son por lo tanto los países desarrollados. Son ellos los que primero deberían reducir su producción de gases contaminantes. Lo que sucedió en la cumbre climática de Copenhague (ver número anterior de El Adán) fue una verdadera vergüenza para la humanidad. Allí, presidentes que habían despertado algún tipo de esperanza de cambio como Barak Obama, se quitaron la careta y mostraron que son apenas una versión morigerada de sus antecesores.
– Más allá de los grandes grupos económicos y de los presidentes de los grandes países que los representan, ¿qué grado de culpabilidad puede tener la población común?
– A pesar de que tener bien claro quienes son los verdaderos responsables de la contaminación mundial, a veces resulta sorprendente ver como “la gente común”, que se queja de las inundaciones, las sequías y el calor, al mismo tiempo no toma posturas más firmes en contra de la deforestación. Los bosques, los árboles, son los únicos mecanismos naturales capaces de mitigar el efecto invernadero absorbiendo el CO2 para liberarlo en forma de oxígeno. En el país, por ejemplo, todos deberíamos tomar más conciencia de que si se siguen talando bosques para sembrar soja, el efecto invernadero seguirá avanzando a pasos agigantados. Mucha gente que tomó determinada posición en defensa de los grades propietarios del agro y no se dan cuenta de que “gracias” a los monocultivos y a la extensión de la frontera agrícola, están talando bosques nativos y siendo co-responsables de que estos fenómenos se incrementen. Un ejemplo: el glifosato que se utiliza como pesticida, también está interviniendo en la cadena trófica. Al haber más humedad, al hacer más calor, hay más mosquitos, entre ellos el dengue que de esta manera se reproduce con mayor facilidad. Es infinita la cantidad de pequeños factores que se van alterando con mover una sola pieza del rompecabezas de la Madre Naturaleza.
¿De qué somos responsables directos los habitantes de las ciudades en la contaminación?
– En la ciudad misma, si seguimos talando árboles para construir más garages o podándolos salvajemente para que haya calles más iluminadas, volveremos a caer en la misma contradicción de renegar contra la contaminación y al mismo tiempo contribuir diariamente a su aumento. Igualmente, no somos todos igualmente responsables.
– ¿Piensa que en un lapso no muy extenso de tiempo la Tierra puede llegar a alguna especie de cataclismo?
– No creo que cataclismo. Ese término está ligado a algo repentino e inesperado. Lo sí va a pasar, de continuar con esta contaminación, es que progresivamente se va a dañar tanto el medio ambiente que la vida se va a hacer cada vez más dificultosa. Es más, está pasando. Esto de que haya habido tres tormentas en una semana, estaba previsto. Si bien esto compete más a los meteorólogos, los astrónomos estudiamos a la Tierra con su atmósfera, con todas sus biosferas. Muchos astrónomos toman al planeta Venus como modelo de lo que puede llegar a pasarle al Planeta si se siguen enviando gases de efecto invernadero a la atmósfera. Venus es un planeta que tiene una atmósfera tan densa que adentro es un infierno de calor. Esto es porque está más cerca del Sol que la Tierra y toda la radiación solar que entra no puede salir por la densidad de su atmósfera.
– ¿Cómo evalúa la política del gobierno nacional respecto a la astronomía?
– No creo que haya una política específica respecto a la astronomía. Ni de este gobierno ni de ningún otro. Quizás tampoco debería haberla. Este es un país con otras necesidades más urgentes que resolver que no estén resueltas. Sí rescato como algo positivo el paso de Ciencia y Tecnología de Secretaría a Ministerio, que por primera vez se introdujeran temas específicos de astronomía en las escuelas primarias y el hecho de hacer participar a las Universidades Nacionales como asesoras en los proyectos científicos.
– ¿Qué evaluación y crítica hace del desarrollo astronómico argentino?
– La Argentina es un país que no tiene un desarrollo importante. No es un área en la que el país se halla destacado. Son otras las áreas en donde se destacaron profesionales argentinos. No es un área que ha tenido mucha entrada en el campo científico argentino.
Para contactarse con el Observatorio
El teléfono es el 4583-7918 y el horario de atención telefónica es de 17 a 20 horas. O bien pueden contactarse enviando un correo electrónico a observatorio@fibertel.com.ar.
Este año se les cobrará a las escuelas $4 por cada chico, con un mínimo de 20 y un máximo de 40 alumnos. También se darán cursos a distancias a precios muy accesibles. También se pueden realizar visitas de noche para observar las estrellas. Para obtener información más detallada, comuníquese con el observatorio.
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