La obesidad infantil: causas, riesgos y soluciones

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso y la obesidad infantil se ha triplicado en los últimos 30 años.

A partir de un estudio sistemático, la prevalencia estimada de sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes de América Latina abarca del 20% al 25% del total de la población de esas edades.
El estudio afirma además, que existen en el mundo alrededor de 42 millones de niños y niñas con sobrepeso, de los cuales más del 80% viven en países en desarrollo y Argentina presenta el mayor porcentaje de obesidad infantil en niños y niñas menores de cinco años y en adolescentes de 13 a 15 años, en los últimos cinco años, aumentó el sobrepeso del 24,5% al 28,6% y la obesidad pasó del 4,4% al 5,9%.

¿Qué es la obesidad?

Como primera definiciòn podemos decir que la obesidad es una enfermedad crónica caracterizada por acumulación de grasa en el cuerpo y el peso corporal es excedido en un 20 %.

Ahora hay tres veces más niños obesos que hace sólo 15 años. Las consecuencias de este avance pueden ser muy preocupantes, pero las soluciones existen: la clave está en modificar los hábitos.

El crecimiento de la obesidad infantil en Occidente es espectacular y preocupante: si hace 15 años, el 5% de los niños eran obesos, esta proporción es ahora del 16%. En la Unión Europea, sólo Gran Bretaña supera la media de sobrepeso.
La causa de esta verdadera epidemia (que puede tener consecuencias muy negativas en el futuro) es, básicamente, el cambio de hábitos. Y sobre todo en lo referente a la alimentación y el sedentarismo. Los niños, en gran parte por influencia de los padres, abandonan el consumo de frutas, verduras, legumbres y pescado, en favor de la comida rápida. Por lo que respecta al sedentarismo, las actividades físicas tradicionales se están cambiando por la televisión y los videojuegos.

Los peligros de esta tendencia son muchos. En primer lugar, la obesidad puede suponer al niño problemas físicos (diabetes tipo II, hipertensión, triglicéridos y colesterol, trastornos hepáticos,…) y sicológicos (baja autoestima, estigma social,…). Pero quizá lo peor es que está fraguando una obesidad adulta, con estos mismos problemas, pero agravados. Y hasta tal punto es así, que la siguiente generación podría tener una esperanza de vida menor que la actual, como consecuencia de esta obesidad, a pesar de los avances médicos en otros campos. Algunos estudios indican que la obesidad acorta la esperanza de vida en 13 años.

La solución, sin embargo, existe. Dado que casi todos los factores asociados a la obesidad infantil están relacionados con el estilo de vida, (excluyendo algunos casos poco comunes de patologías o factores genéticos), cambiando algunas costumbres podemos luchar eficazmente con este problema. Inculcar a nuestros hijos unos buenos hábitos alimenticios y fomentar su actividad física (deporte, juegos, paseos, excursiones,…) es fundamental para prevenir o remediar su obesidad, y de paso habremos hecho mucho para evitar que tengan sobrepeso de mayores.

Pero tenemos que empezar por nosotros mismos, pues si la madre y el padre son obesos, el riesgo de que lo sea también el hijo es de casi el 80 %. Los hábitos de los hijos tienen mucho que ver con los de sus progenitores, y de ahí la necesidad de modificar las costumbres de los padres, cuando no sean adecuadas en materia de alimentación y salud.

En el cuadro siguiente se evidencia que los niños delgados en el primer año de vida permanece delgado a los 21 años que los niños obesos en la etapa de lactancia

El sedentarismo y las horas sin frente a los medios de comunicación como videojuegos, computadoras o chateando atentan contra las actividades físicas y deportivas que contribuyen a el desarrollo de un cuerpo sano y a utilizar las calorías ingeridas a lo largo del día.

Por lo tanto no solo una alimentación adecuada rica en verduras y fibras sino además una acorde actividad física posibilitan el desarrollo de un niño sano.

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