INTEGRAR, un compromiso de doble vía.

INTEGRAR, un compromiso de doble vía.

No estamos aislados, definitivamente en nuestras ciudades convivimos con muchos más, cercanos o alejados, los veamos o no queramos hacerlo, nos sintamos parte o exentos.
Todo lo que pensamos, hacemos o dejamos de hacer afecta a otros.
Aún nuestros actos individuales, y en cada ámbito donde nos desenvolvemos.
En Retiro, al borde de la Villa31, un trabajo ejemplificador de compromiso nos muestra de qué manera se puede afectar la vida de muchos jóvenes para lograr lo que muchos creen imposible.

Vivo en Buenos Aires, padezco y disfruto a esta hermosa ciudad donde nací, amanezco entre el ruido ecléctico de los movimientos en las calles, voces, cantos de pájaros, aceleradas, frenos, sirenas. Actividad creciente, vigorosa puesta en marcha de la maquinaria urbana.
Esa mañana, levanté el teléfono y hablé con Mónica para concretar nuestro encuentro, me dio su dirección, calle 5 entre 6 y 8 sin número, CABA.
Quise ensayar, antes de salir, una receta tentadora que leí temprano en el diario.
Acopié los ingredientes, harina, sal, agua, levadura, manteca, lo más importante era integrarlos bien, incluyendo cada uno, hasta alcanzar esa unidad de la cual dependía el buen resultado. Fue trabajoso, pero el resultado magnífico. Una masa suave, perfumada por la unión de los diferentes integrantes del todo, ni hablar del sabor luego de hornearla, que despertaba envidia al menú más sofisticado.
Lista para salir al encuentro, y gracias a la maravilla cotidiana de Internet, abrí el mapa de la ciudad para ubicarme pero no encontré el lugar, no me quedó otra opción más que llegar a la terminal de micros de Retiro y caminar por la calle hacia la salida de taxis.
Llamé para avisarle que estaba allí y le pedí que viniese a buscarme. Al minuto llegó ella, Mónica Visenti, la Rectora del Nivel Secundario del Instituto Privado Comunidad Filli Dei.

Para mi sorpresa, resultó que me encontraba a media cuadra del acceso al predio donde se levanta la escuela, integrada por varios edificios con mínimo presupuesto de mantenimiento, pero que sin embargo, albergan para su educación a 1300 alumnos, 200 adolescentes de nivel secundario y el resto de jardín y primaria, todos habitantes de la villa 31.
Avanzamos desde la reja, atravesando un patio amplio desde el que se puede ver recortado al norte, el edificio de Gendarmería Nacional, bordeamos una cancha de fútbol, y pasamos ante la estatua del padre fundador Padre José Dubosc, quien motivado por el propósito de escolarizar a los niños y jóvenes que vivían en el hogar de niños a su cargo, abrió sus puertas incluyendo también a los jóvenes del barrio.

El instituto depende de la Fundación Hogares Argentinos, cuyo Presidente es el Sr. Orlando Morales, representante Legal del Instituto.
Los varios edificios vestidos prolijamente de mostaza y verde confluyen hacia los espacios libres que se expanden generosos o se cierran como corredores, articulando las distintas áreas de la escuela. A través de ellos se dejan ver las torrecitas de tres y cuatro niveles que configuran ese particular crecimiento en altura, pintadas de colores estridentes y variados aportando una impronta de maquillaje exagerado mezclado con plagio al paisaje boquense.

En horas de recreo los amplios patios se pueblan de chicos disfrutando de un espacio que los cobija durante las horas de su estadía.
Casi un oasis para ellos, que transitan su barrio por corredores, entre casas apretadas, superpuestas, con poco espacio para contener tanta energía y sueños.
Parece extraño hablar de sueños refiriéndose a niños y jóvenes que abultan las estadísticas de la exclusión, pero allí en particular pareciera que se puede tener ese atrevimiento.
Pertenecen a familias en su mayoría extranjeras y algunas de nuestras provincias, llegadas a la ciudad en distintos períodos hasta la actualidad, y que con trabajos de poca calificación logran pagar una exigua cuota cooperadora que se orienta al mantenimiento de las instalaciones.
Son los alumnos de la “privada” y hasta visten el uniforme que desde su fundación los identifica y unifica.

Ingresamos al edificio principal, atravesamos los pasillos anchos que dan acceso a las aulas y accedemos a la dirección. Allí Mónica junto a una de las profesoras me ponen al tanto de sus actividades con orgullo evidente.
De a ratos golpean la puerta para avisarles cómo le fue a “Rulo”, que pasó de año con esfuerzo, o a otro de los jóvenes, que no aprobó el examen y no hay modo, deberá repetir, a pesar de que el motivo fue que tuvo que trabajar y faltó un tiempo, o para presentarles al bebé de una alumna que lo acerca al colegio para mostrarlo.
Frente a esta problemática tan apegada a la pobreza, que se descubre naturalizada en mi cara y que con afabilidad ellas recepcionan y dan respuestas ligadas fuertemente al compromiso, comienzo a sorprenderme al saber también, que estos mismos estudiantes, de nivel secundario participan de Modelos de Naciones Unidas en la YMCA.
Lo hacen por medio de “Parlamentos Adolescentes y Juveniles YMCA”, interviniendo en encuentros sobre diversidad. También trabajaron muestras sobre Derechos Humanos articulados con el Centro Ana Frank de Argentina.
Lograron excelentes resultados en su participación en el Certamen Intercolegial de Historia del Instituto Euskal Echea de Llavallol, así como en el Concurso literario del Centro Ana Frank de Argentina.
Recibieron cursos de preparto para las alumnas embarazadas y de promoción del amamantamiento.
La Asociación Conciencia les acerca talleres de trabajo sobre economía.
Realizan visitas educativas articuladas directamente con actividades de inclusión social.
Obtuvieron becas del programa “Conbeca” de la Asociación Conciencia.
Trabajan en talleres de teatro, filosofía y pintura.
Este año se implementará el proyecto “Votemos en la escuela” y se continua trabajando en un proyecto solidario de ayuda a escuelas rurales.
También para este año 2011 cuentan con 2 becas para TEA, Taller Escuela Agencia, periodismo de 1er nivel, el reto a afrontar será la integración.
En alguna oportunidad durante una convención de estudiantes, alumnos de una escuela sostenían la problemática de hallarse frente a un villero que traía una “22” haciendo mención del riesgo.
La respuesta desde los alumnos fue presentarse como habitantes de la 31 y demostrar su no portación de armas buscando desprenderse de esa estigmatización de los habitantes de las villas tan arraigada en nuestro medio.

Frente a este tema de la integración Mónica me comenta: “presentamos a nuestros chicos, actividades donde pueden integrarse con otros sectores de la sociedad. Al momento de obtener un empleo, con solo dar la dirección Manzana tal, Casa cual… y no tener, por así decirlo, una dirección convencional, se los deja sin la posibilidad laboral por el solo hecho de vivir en la villa. Hemos tenido casos de discriminación al momento de inscripciones en niveles educativos superiores por parte del resto del alumnado, lo cual se trabajó en cada caso concreto”.
Concluye con unas palabras que obligan a la reflexión respecto de qué, y quiénes, forman el todo de esta problemática: “la realidad es que la integración del barrio al resto de la ciudad, es algo que debe trabajarse, dadas las características de la sociedad porteña.”

Queda expuesta la reconfortante evidencia de que estos jóvenes están en condiciones de superarse, capacitarse en un nivel terciario, acceder con mucho esfuerzo seguramente, a una vida de mejor calidad. El reto es ahora para el resto, los que habitamos y transitamos por las calles que sí tienen nombre.
Desde el sitio que ocupamos, podemos ser instrumentos útiles que aporten para encauzar voluntades y acciones, con el fin de dar espacio, dar oportunidad, dar ayuda, extender la mano y el corazón para que otros puedan asirse.
Comprender que todos somos esos ingredientes del buen pan, que necesitan estar ligados para formar la masa que alimenta y colabora en el crecimiento de ese conjunto de partes muy pequeñas como es nuestra sociedad, necesitada de gestos de identificación en la igualdad.

Por Adriana C Vila
Nota de investigación realizada para el Instituto de Hábitat Social del CPAU (Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires).

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