El pueblo de Malvinas se opone a la instalación de la fábrica de alimentos transgénicos
Ante el fuerte cuestionamiento que cosechó la decisión de instalar una planta de Monsanto en Córdoba, la compañía se esmeró en sus intentos por transparentar el funcionamiento de la nueva instalación y sus ejecutivos mostraron la planta que está funcionando en Rojas, Provincia de Buenos Aires. Supuestamente la cordobesa funcionará igual pero sería la mayor planta de Monsanto en el mundo.
Las semillas que tratarán son producidas en campos contratados para cultivarlas; en éstos se cosechan las espigas hembras que se envían a la planta, en Rojas entran 120 camiones por día. Las espigas se deschalan y seleccionan, luego se secan para poder desgranarlas con facilidad y se almacenan en silos.
Luego ingresan al procedimiento más delicado, el “curado” de las semillas.
El objetivo del mismo es impregnarlas de productos químicos que la protejan del ataque de gorgojos y hongos durante su almacenamiento y comercialización.
Convertir la semilla en una esponja de insecticidas
Los productos “cura semillas” – no las curan, las vuelve venenosas – con los que se embebe a los granos, tienen que ser capaces de contener potencia biosida alta y demostrada residualidad, es decir, mantenerse activos por largo tiempo, sin degradarse ni metabolizarse, lo cual los convierte en más contaminantes con respectos a los insecticidas menos persistentes.
En la planta de Rojas, cuenta Monsanto, utiliza el insecticida clotianidina, Poncho© de Bayer, que es un neonicotinoide de clase toxicología II, moderadamente peligroso, y el fungicida Tebuconazole – Trifloxistrobin, Nativo© de Bayer, también del segundo grado de toxicidad. Paradójicamente Poncho© y Gaucho© son de los agro tóxicos más cuestionados en Europa, donde numerosos científicos exigen a la Bayer que los deje de fabricar.
El “tratamiento” de impregnar de venenos las semillas, se desarrolla en grandes tanques rotativos con dosificadores especiales; Monsanto dice que usa 31 ml de Poncho y 33 ml de Nativo por bolsa; como cada bolsa alcanza para sembrar una hectárea de campo y la factoría va a producir semillas para 3,5 millones de hectáreas, esto significa que Monsanto en Malvinas Argentinas utilizará 108.000 litros de Poncho y 112.000 litros de Nativo, si solo usan esos pesticidas. Pero el folleto de fábrica de Poncho© dice que la dosis es mucho mayor, 160ml x bolsa, lo que elevaría el uso de Poncho© a más de 500.000 litros por año.
Las semillas se embeben varias veces con el veneno
Los 500 mil litros de venenos se diluyen varias veces para poder embeber uniformemente a todas las semillas. Este proceso, no sólo consume una cantidad sideral de agua, sino que genera una importante cantidad de líquidos residuales altamente peligrosos, que la semillera debe desechar; estos líquidos, equivalentes a los diques de cola de las megamineras, con restos de los venenosos cura-semillas que utilizan allí mismo y de los agro tóxicos que traían los granos absorbidos de las fumigaciones que recibieron en su proceso de cultivo, son desechados por mecanismos discretos.
Estos desechos no son “pequeñas dosis” como dicen los ejecutivos de la firma. La multinacional sólo tiene en este aspecto malos antecedente en todo el mundo. ¿A dónde van a ir a parar los millones de litros de líquidos residuales de los lavados tóxicos que se realizará a las semillas? ¿A qué cuenca hídrica serán incorporados? ¿pueden contaminarse las napas subterráneas de la zona? ¿Cómo se midió el impacto ambiental de este proceso para que se haya aprobado como si se tratara del lavado de semillas con agua destilada?
Vientos tóxicos sobre la población de Malvinas
Más de 150 silos de almacenamiento para granos son una importante fuente de polución aérea y los pueblos fumigados del país vienen reclamando alejar los acopios de las zonas pobladas por el impacto en la salud respiratoria. Malvinas Argentinas, es un pueblo ubicado a 10 km al este de la ciudad de Córdoba. Allí se está construyendo la planta en el predio de Monsanto que se encuentra al este/noreste del pueblo. Los vientos procedente del este-noreste son los más frecuentes en esa zona, muy cercana a Ituzaingó, donde 300 días al año soplan vientos en ese rumbo, según el estudio de la rosa de los vientos presentada en el reciente juicio a las fumigaciones que causaron desastres sanitarios en el pueblo de Ituzaingó. (De este tema ya informamos en ediciones anteriores de El Adán)
La ubicación de la semillera no podía ser peor para el ambiente del pueblo y también para la ciudad de Córdoba, porque la nube de polvo tóxico caerá sobre zonas pobladas y se verán patologías propias de pueblos fumigados: intoxicaciones, alergias, trastornos reproductivos y hormonales que las caracterizan.
Trabajo genuino y crecimiento… poco
Las promesas de trabajo genuino para la población del pueblo son mentira; el proceso de la factoría está altamente mecanizado, sólo en la época de cosecha de las espigas, entre diciembre y marzo, se requiere mucho personal para el trabajo de deschalado y selección pero el personal queda desocupado luego de esa época. La actividad que creará la fábrica tampoco traerá beneficios para la población. Además, el Estado se tendrá que hacer cargo de las consecuencias sanitarias y ambientales mientras que los beneficios económicos serán apropiados exclusivamente por la transnacional.
En 2013 la población mundial ya superaba los 7000 millones de habitantes y tiene 1400 millones de hambrientos. El mercado de alimentos biotecnológicos no busca que cada uno pueda comer; su objetivo exclusivo es ganar dinero. Para ese proyecto es la planta de Monsanto en Malvinas Argentinas. Lamentablemente sus granos ingresarán a la cadena productiva industrial de alimentos hasta que se los rechace por tóxicos, como sucedió en estados europeos, y luego se dirigirán preferentemente a generar biocombustibles.
Por Dr. Medardo Ávila Vázquez, Coordinador de REDUAS
Agencia Biodiversidad
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