Por Calisa. Cátedra de Soberanía Alimentaria
Facultad de Agronomìa
Hace 40 años el historiador, Jorgito Sábato (sobrino del gran Jorge Sábato) estudioso de los cambios en la estructura y la producción agraria pampeana, afirmaba que los habitantes de las grandes ciudades, se interesaban de que pasaba en el campo sólo por dos motivos: la suba del precio de la carne y las catástrofes climáticas; quizás el enfrentamiento entre “el campo” y el gobierno -que nos hizo vivir sobre ascuas la mitad del 2008 por la Resoluciòn 125- le hubiera hecho cambiar de opinión, pero en lo fundamental creemos que sigue teniendo razón: la carne no sólo permite entender muchas cosas de nuestra historia y nuestro presente; los desastres climáticos se multiplican, aunque poco hablemos de causas y responsabilidades.
El precio de la carne
El reciente aumento del precio de la carne al consumidor, no fue inesperado ya que con las medidas que tomó el gobierno nacional en su primer mes, era lógico y llama la atención la aparente sorpresa que manifiestan distinguidos dirigentes agrarios, ministros y funcionarios.
Los grandes productores agrarios y sus dirigentes tenían muy claro que esto iba a pasar, porque ya pasó muchas veces antes; sin ir muy lejos, todos eran bastante grandecitos en el 2005-2006 cuando enfrentaron al gobierno de Kirchner por los precios y las políticas para la carne…y cuando en el 2008 salieron a cortar las rutas.
La cabeza política –pero no el poder real- del Ministerio de Agroindustria Ricardo Burayle, ganadero formoseño propietario de 20.000 hectáreas y “combativo” dirigente empresario gremial, màs algunos de sus compañeros de gabinete y otros conspicuos integrantes de la creocracia que dirige esa área del gobierno, no se pueden hacer los ingenuos; sabían muy bien que esto iba a pasar. ¿Por qué fingen sorpresa? ¿Por qué dejaron de Cuidar los Precios de los alimentos básicos? ¿No saben quiénes y cómo manejan el mercado de la carne en Argentina? ¿No hay acaso docenas de estudios sobre la “cadena de la carne” o el “subsistema de la carne vacuna”?
Estos trabajos analizan quiénes son los participantes en cada uno de los eslabones que unen producción/consumo/exportación, el tipo de relaciones que se establecen como consecuencia de las decisiones de los más fuertes y poderosos del mercado y las políticas públicas.
La culpa no es de los productores ganaderos, porque la enorme mayoría de ellos (como casi todos los productores agrarios, produzcan lo que produzcan) deciden cada vez menos. Tampoco la culpa es de los consumidores. Los carniceros se lavan las manos…y en el Mercado de Liniers, después de una importante suba, el precio baja.
¿Quién es el responsable entonces? EL MERCADO TIENE LA CULPA…mejor dicho, la culpa la tienen los responsables del manejo del mercado de la carne, empresas concretas que todos conocemos en el mercado de la carne: los matarifes. Son empresarios que llevan sus propios vacunos a faenar a frigoríficos de terceros, pagan por el servicio de faena y luego venden directamente la carne, con un grado de libertad e informalidad francamente llamativo y que actúan libremente sin ningún control del Estado.
El tema de la carne nos va a seguir acompañando por mucho tiempo y es bueno que sepamos cómo se relaciona este negocio, con los otros agronegocios que dan vuelta por el campo, con las agroindustrias, los matarifes y las grandes cadenas comerciales. Analizar y comprender qué pasa con la “cadena” que une el eslabón primario de producción, con el del consumo y de la exportación, requiere un análisis para el que no faltan datos, aunque algunos aspectos –como la evasión impositiva, el robo de ganado y la faena clandestina- sean escabrosos.
Quisiéramos puntualizar tres temas que nos parecen relevantes:
–es notable y generalizada la pérdida de calidad de la carne que consumimos; la mayoría es resultado del “engorde a corral” del ganado y no más “a pasto” o “a campo”; sabe distinto, no es tan sana por la distribución de las grasas que contiene…pero es más tierna;
–acá a nadie le interesa la alimentación de los pobres con proteínas de calidad, porque los pobres no las pueden pagar ni en la China ni acá. Denunciamos entonces las mentiras de dirigentes y funcionarios “preocupados” por la alimentación popular, cuando lo único que les interesa es el “negocio”;
–estamos ante una medida coyuntural que “reacomoda” algunas variables resultantes de errores de los últimos gobiernos, pero acá no hay ningún Plan Ganadero ni Agrario, ni políticas para evitar el agresivo avance la agricultura y el desplazamiento de la ganadería, cuidar los suelos, los bosques y el agua, generar trabajo o hacer más justo y sustentable el desarrollo de nuestra patria.
No existen sorpresas, ni errores con el precio de la carne; la suba del precio de la carne es una medida más para mejorar la ganancia de unos pocos con total desprecio del consumo popular. ..y va a seguir siendo así hasta que los ciudadanos – que somos consumidores de alimentos-, tengamos una actitud mucho menos pasiva.
Los desastres climáticos
El cambio climático en nuestra MADRE TIERRA dejó de ser hace mucho un tema de académicos y “ecoterroristas”, como le siguen llamando a quienes alertan sobre la magnitud de los daños, el sufrimiento que ello incrementa entre los pobres del planeta y las responsabilidades de algunos países, grandes corporaciones transnacionales y los modelos de producción y de vida que nos proponen, o nos imponen si es necesario, para incrementar sus negocios.
2015 fue el año más caliente que se haya registrado, al menos desde 1880; 52 % menos de ozono –el gas que nos protege de los rayos ultravioletas- en los últimos 36 años, con 30 millones de km2 afectados sobre todo en el Hemisferio Sur. ¿Tiene algo que ver todo esto con las inundaciones, sequías, altas temperaturas, mangas de langosta incluso-después de 50 años- bruscos, intensos e incluso violentos fenómenos climáticos, que se suceden en distintos lugares de nuestra patria? Por supuesto que sí, pero algo también hicimos y hacemos mal nosotros en Argentina; veamos un ejemplo:
La proliferación de mosquitos –sobre todo ahora del AEDES AEGYPTI, el zancudo al que se hace responsable de la transmisión de tres enfermedades (dengue, zika y fiebre chikungunya) también tiene que ver con estos cambios climáticos a nivel planetario y de América del Sur, tal como en el 2008 –ante la primera epidemia de dengue- denunciaban algunos científicos.
El dengue no es un problema de mosquitos o de médicos infectólogos, es una problemática epidemiológica y como tal exige ampliar la mirada al funcionamiento de toda la sociedad. Del mismo, nos parece imprescindible destacar tres aspectos: el irresponsable avance de la agricultura, los negocios de algunas empresas y la indiferencia de los funcionarios ante las causas de la epidemia.
La expansión de la superficie destinada a agricultura –soja especialmente- en buena parte de la Argentina y de los países limítrofes (la “República Unida de la Soja” según las multinacionales) está en el centro de las explicaciones de la proliferación de mosquitos.
Más de 50 millones de hectáreas pulverizadas continuamente, varias veces por año, con un complejo de cientos de millones de toneladas de agrotóxicos poseen una acción devastadora en la flora y la fauna, incluyendo por supuesto los peces y anfibios predadores naturales de los mosquitos. El mapa de la proliferación de los mosquitos se superpone con el de la República Unida de la Soja en el Mercosur.
Los negocios ligados con las enfermedades transmitidas por los mosquitos, como el de los repelentes e insecticidas para masivas fumigaciones que son muy poco eficaces y muy pronto, a escala regional, vacunas y otros engendros más caros y peligrosos como el mosquito transgénico. Lo prioritario es que no haya mosquitos, algo que se logra con educación sanitaria, pero estemos atentos a los insecticidas que usamos para fumigar: pueden ser mil veces más nocivos que el dengue.
