Entrevista exclusiva a Martín Slipak,

Entrevista exclusiva a Martín Slipak, un militante del no-método
“Me incomoda que todo esté tan polarizado… es una pena que dar una opinión te ponga de un lado o de otro”

Cinco minutos antes de lo pactado Martín me espera en un café de calle Corrientes. Un rato antes de salir a escena con “Love, love, love” (junto a Gabriela Toscano y Fabián Vena), el joven actor habló con El Adán sobre el rol del actor en el contexto político actual. También sobre su hija, sus neurosis y su profesión, que comenzó a la corta edad de ocho años.

¿Cuál fue el puntapié de tu carrera?

El disparador fue “Una bestia en la luna”, a los 12 años, con dirección de Manuel Iedvabni. Recuerdo que estaba quemado preparando exámenes para el curso de ingreso al Pellegrini y Malena Solda me trajo ese texto. Me insistió para que lo leyera y cuando lo hice, junto a mi familia, detectamos algo especial en esa obra (y así fue).

A la distancia, ¿cómo fue esa experiencia siendo tan chiquito?

Por suerte había una inconciencia obvia de la edad. De lo contrario, esa realidad me hubiese aplastado. Pero algo de esa presión quedó: el hacerme cargo de tantas cosas desde tan chico. Fue un éxito fuerte, sumado al hecho de vivir unos meses en Mar del Plata…a veces pienso que mis viejos estaban locos por dejarme.
Por ese huérfano que encarnó en “Una bestia en la luna” y con solo 12 años, Martín ganó un Ace y un Estrella de Mar. Ahí nomás lo vio una productora y lo convocó para Franco Buenaventura, el profe. Luego vino Resistiré, la exitosa tira protagonizada por Pablo Echarri y Celeste Cid, donde interpretó a un chico que era rescatado de la calle. El destino estaba marcado. Desde entonces, Martín no paró de trabajar.

¿Cómo es un día en tu vida?

Me despierto con Nina –mi hija de 3 años- entre mi mujer y yo (de noche se pasa a nuestra cama). La llevamos al jardín, luego ensayo con Santiago Loza en El Elefante y de ahí me voy para la función que esté haciendo en ese momento. Pronto comienzo a grabar y a ensayar una obra que escribo y dirijo, así que se vienen meses ajetreados. Cuando llego a casa me quedo despierto hasta tarde. Siempre me costó mucho dormir.

¿Cómo surgió “Relato íntimo de un hombre nuevo”? ¿Es tu ópera prima en dramaturgia y dirección?

Si, es la primera. Surgió de un curso de dramaturgia que hice con Santiago Loza y Lisandro Rodríguez. La escribí de a ratos, en un cuadernito, en los camarines del Multiteatro. Es un monólogo de un tipo en una playa que no para de pensar. Tiene muchas cosas mías revestidas de otra forma, otro cuerpo y otra voz: el actor será Lisandro Rodríguez, lo cual es muy interesante porque él me dirigió a mí y ahora se la voy a devolver (risas). Si bien ya había escrito una obra hace unos años, siento que este material es más maduro y se relaciona con cuestiones muy personales.
Parece un señor de varias décadas internado en un cuerpo joven. Cuando habla, da la sensación de que su mente va más rápido que sus palabras, casi desbordándolo.

¿Cómo es conducir “Ficciones cortas” con Mariano Hueter por Canal (á)? ¿Notás alguna tendencia estilística en lo que se está produciendo en cine?

La experiencia es gratificante y vamos por la 4ta temporada. Veo unos 30 cortos antes de grabarlo, hacemos las reseñas y debatimos. Me sorprende la variedad de géneros que hay. Luego del 2001 todo era ultra naturalista porque estábamos un poco superados por la realidad; ahora, en cambio, los trabajos son mucho más eclécticos. Está todo mezclado, se buscan nuevas formas y aparecen cosas increíbles. Hay un rompimiento que no parece ser un capricho, sino algo natural. Dentro de las posibilidades que permiten las dramaturgias actuales, una misma pieza se puede hacer de muchas maneras.

Sos un actor dúctil, ¿cómo llegaste a eso?

El origen de mi trabajo tuvo que ver con una cosa más sobreactuada como en Magazine For Five. Luego me retrotraje más a mí, a laburar con un presente, sin una meta de llegar a un personaje “x”. Pero todos los trabajos exigen formas distintas y hay que estar abierto. Hoy existe más comprensión de los distintos registros y más apertura a la investigación, aunque todavía hay profesores que creen que la única forma es la que ellos proponen. Así, lo único que logran es generar enormes estructuras en el actor que son difíciles de romper. En lo personal, soy un militante del no-método.

¿Cómo es eso del no-método?

Creo que un profesor debe detectar el camino que toma un actor y mostrarle otras opciones. O sea, hacerle tomar todos los caminos que no está acostumbrado a transitar. Me preocupo mucho por renovar y me asusta la idea de terminar haciendo siempre lo mismo. El no-método sería eso: formarse para deformarse, mantenerse permeable, moldeable e incómodo.

Todo en tu vida sucede muy rápido, y no solo en lo profesional. Fuiste padre a los 22, ¿cómo llevás la crianza?

Con total naturalidad. Siempre sospeché que sería padre joven. Quiero que Nina aprenda desde el disfrute, poder brindarle una educación funcional a ella y no funcional al sistema. Por ahora va a un jardín artístico e insiste con ser veterinaria, pero cree que se trata de vender animales. Yo trato de explicarle que también tiene que curarlos…(risas).
Es hija de actores y creció prácticamente en las tablas, ¿cómo se relaciona con el mundo artístico?
Le fascinan los actores. Siempre que vamos a ver una obra espera que se apaguen las luces para ir corriendo a saludarlos. Lo sorprendente es cómo distingue la ficción de la realidad. A muchos chicos les cuesta y suelen preguntar cosas como: “¿por qué le diste un beso?” o “¿por qué le pegaste?”, pero ella lo entiende perfectamente.

En cine estás por estrenar “Habi, la extranjera”, ¿cómo fue el rodaje?

Muy interesante: soy un árabe jugador de pelota-paleta. Traté de ser lo más sincero posible con el trabajo y pude construir mi propio árabe. De todas formas, el tipo tiene una historia particular y una conducta arraigada a la cultura musulmana, que se ve muy influenciada por la religión.

¿Cómo armoniza el trabajo actoral y la elección de lo que queres hacer?

Creo que uno pone energía en algo y eso es lo que termina dando frutos, pero en el camino hay momentos donde la realidad se impone y toca hacer cosas que no son de nuestro interés primordial. Es como cualquier trabajo con la diferencia de que, al tener exposición, los actores somos blanco de que nos señalen más fácilmente.
-Igual te mantenés bastante por fuera del cholulaje…
Es que no tengo mucho material para darle a esa industria, pero supongo que en algún momento me tocará enfrentarme con eso. Por ejemplo, me puede tocar hablar de política o algo por el estilo…no hay que olvidar que el trabajo del actor es público y repercute en la gente, así que uno está comprometido en una acción social.

¿Qué pasa con los actores que muestran su apoyo explícito al Gobierno?

Sucede que este gobierno nos dio un espacio particular. Pero cuando alguien muestra explícitamente su apoyo, me pregunto si lo hace por conveniencia o por convicción. Eso no lo sé. Lo que puedo decir es que los proyectos en relación a los programas de la TV digital son muy interesantes y generaron trabajo. A la vez, me incomoda que todo esté tan polarizado. A mí me interesa tanto un proyecto de la TV digital como uno de Polka, y es una pena que dar una opinión te ponga de un lado o de otro. Lo cierto es que los intereses que se juegan son muy grandes, y el hecho de que este gobierno coloque a los artistas en un lugar de tal exposición, hace que nuestra voz se vuelva mucho más política que en otros contextos.

¿Cómo ves a la comunidad actoral joven de hoy?

¡Genial! Hay una creciente ola de gente interesada en actuar y una gran oferta de espectáculos. Eso, por un lado, hace que sea más duro vivir de esto pero, a la vez, es ahí donde se ve el amor que tienen los que laburan en teatro. O sea, no tenemos un estado que nos subvencione con un sueldo para poder ensayar 5 veces por semana. Tenemos actores que ensayan 2 o 3 días porque el resto de la semana tienen que hacer eso otro que les da de comer. Asimismo, se llega a resultados admirables. En lo personal, fui -y soy- muy afortunado por vivir de lo que amo.

Martín Slipak en números: 26 años, 18 de carrera, 7 de novio
3 de padre, 17 de terapia, 15 películas
25 participaciones en TV, 10 obras, 5 premios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *