
Este lugar es un espacio que respira vida, que mira de frente al Río de la Plata y que forma parte del día a día de la comunidad local. La Reserva Ecológica Ciudad Universitaria – Costanera Norte se extiende a lo largo y ancho de veinte hectáreas de superficie y alberga una importante biodiversidad, tanto terrestre como acuática, con más de ochocientas especies entre vertebrados, invertebrados, plantas, algas y hongos.
Su origen es artificial. Al igual que la Ciudad Universitaria de la UBA, es producto del relleno con escombros sobre el estuario del Río de la Plata. Sin embargo, como reza la célebre frase de una famosa película sobre dinosaurios, “la vida se abre camino”.
El resultado es un ecosistema rico y diverso que concentra, por ejemplo, el 70% de las especies de aves que se registran en la Ciudad de Buenos Aires y el 20% de todas las que se pueden observar en el país.
“Es uno de los lugares más valiosos del corredor biológico rioplatense”, afirma Adriel Magnetti, asistente técnico del Plan de gestión de la Reserva Ecológica Ciudad Universitaria – Costanera Norte y miembro del Programa Socio Ambiental (ProSA) de la Facultad de Ciencias Exactas. Ese corredor contempla una serie de áreas protegidas y espacios de valor tanto para los ambientes naturales como para el esparcimiento, que atraviesa toda el área metropolitana y se extiende tanto al norte como al sur sobre la ribera sur del estuario del Río de la Plata. Además, esta reserva, en particular, resulta de valor académico.
Si bien no es una reserva científica, es un área protegida universitaria, una de las primeras de las poco más de diez que hay en todo el país y acá se destaca por las actividades que ocurren en el marco de las materias que se dictan en la Facultad y de las investigaciones que se realizan específicamente en sus laboratorios.
Además, el espacio suele ser aprovechado por otras casas de estudio, no solo de la UBA, como escuelas primarias y secundarias y también por institutos terciarios que han concurrido para estudiarla o usarla de aula a cielo abierto. También suele ser usada como escenario por las disciplinas que se estudian en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) para la planificación y proyección de intervenciones de ejercicios académicos.
¿Ciudad Verde?
La creación oficial de la Reserva fue por Ley Nº 4467 de la Ciudad de Buenos Aires, a fines de 2012. En esa ley se estableció que estaba prohibida su alteración por impermeabilización de su superficie o por excavaciones, rellenos, desmontes o por cualquier otra obra o acción humana que degrade la biodiversidad de la zona, conforme a lo establecido en el plan de manejo. Fue promulgada a comienzos de 2013 pero se reglamentó casi seis años más tarde, en mayo de 2018.
En noviembre de 2022, el gobierno porteño comenzó a desarrollar una “tercera oleada de intervenciones sobre el área protegida”, dado que ha habido otras etapas similares, sobre todo, en la década del 2000. Las obras que se están realizando han generado la alteración del comportamiento de la fauna silvestre, muchos animales han aparecido de forma sorpresiva en el campus de Ciudad Universitaria, entrando en contacto cercano con las personas, hecho que pone en riesgo su salud pero también la propia integridad física de estos animales y las intervenciones implican un riesgo para las poblaciones y comunidades nativas de la Reserva, como sería el caso del lechuzón orejudo, un ave rapaz típica de la región, que es un importante valor de conservación.
Lo mismo ocurre con la comadreja overa, de la que se han registrado tanto adultos como crías transitando por Ciudad Universitaria. Al respecto, se destaca el caso de las yararás, que son reptiles que representan un riesgo sanitario porque los accidentes ofídicos, que pueden ocurrir en caso de ser molestadas, y pueden causar daños severos, incluso la muerte de la persona mordida.
El reciente caso de los ofidios paseando por las inmediaciones de los pabellones fue altamente viralizado, volviéndose un caso mediático en sí mismo, aunque, en general, sin ser abordado en relación con las intervenciones sobre la reserva.
La Facultad de Ciencias Exactas denuncia que más allá de la alteración a la biodiversidad, nos encontramos con el avasallamiento de la zonificación de uso establecido en el Plan de Gestión, la alteración de la dinámica propia de la reserva, el impacto sobre el uso público máximo admitido, la intervención con mobiliario y dispositivos que no son propios de las zonas protegidas, como pueden ser los bancos de cemento, las bicisendas, los caminos impermeables consolidados de hormigón, toda una serie de intervenciones que no han sido consensuadas y que están generando una alteración muy concreta en el área protegida”.
Se suma el riesgo sobre algunos ambientes muy sensibles que tiene la Reserva, como el humedal, que el Gobierno pretende intervenir con una lógica estética, despejar la vegetación y obtener un espejo de agua libre cuando en realidad en el plan de gestión se establece claramente los objetivos del manejo del humedal, tanto en términos de conservación como de educación ambiental.
Las obras también impactan sobre la superficie de pastizal que queda en la región que es escasa: la reserva protege una muestra muy acotada de pastizal pampeano bonaerense y las obras disminuyeron la superficie de pastizal de la reserva, contrariando lo que establece la zonificación del plan de gestión.
Una vez más, el gobierno porteño no respeta la ley vigente y el plan de gestión de la Reserva con obras que no son compatibles para un área protegida por ley.
La gran mentira de Larreta en la frase marketinera “Buenos Aires Ciudad Verde” se pone una vez más de manifiesto, lo único que le interesa son los negocios. Y la repudiable destrucción con la urbanización de la reserva es solo un negocio más.