“Rayuela” está considerada entre las 100 mejores de la literatura.
“Rayuela” salió a la luz el 28 de junio de 1963, fue traducida a 30 idiomas y es considerada una obra central entre las 100 mejores novelas del siglo XX.
Su autor proponía tres maneras de leerla: desde la primera a la última página; saltando y alternando capítulos o como “el lector lo desee”.
La literatura de Cortázar revolucionó los estilos de la época, con “Bestiario” (1951) y “El Libro de Manuel” (1973), entre una treintena de títulos inolvidables, donde “Rayuela” fue una novela de ruptura de estilos.
Hijo de padres argentinos, Julio Cortazar nació el 26 de agosto de 1914 en un suburbio localizado al sur de Bruselas, llamado Ixelles, lugar donde su padre se desempeñaba como funcionario de la embajada de argentina.
Pasó su infancia en la ciudad de Banfield, se graduó de maestro en una escuela pública porteña y trabajó como docente sin poder terminar sus estudios universitarios por razones económicas. En 1951, se instaló en París donde trabajó como traductor independiente de la Unesco y siguió escribiendo, sin perder sus vínculos con los movimientos políticos y creativos latinoamericanos.
Cortázar fue un admirador de la revolución cubana y a finales de los 1970 simpatizó con la revuelta sandinista en Nicaragua, a la que donó los derechos de su libro “Los autonautas de la cosmopista”, escrito en colaboración con su esposa Carol Dunlop y editado en 1983, poco antes de su muerte el 12 de febrero de 1984 en París, donde está su tumba en el Cementerio de Montparnasse. Nuestro homenaje y admiración al autor de“Rayuela”:
“…Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua…”