“Siempre escuchamos al vecino, el dialogo es fundamental”… “después hacemos lo que nosotros queremos, siempre poniendo la mejor onda…”
Esta frase es la esencia del gobierno de Larreta en la ciudad. Los vecinos de Paternal, Chacarita y Agronomía quieren conservar el espacio verde del Parque La Isla donde existe una escuela secundaria, un jardín maternal recientemente inaugurado y un espacio verde exclusivo para mascotas, además de ser el lugar de esparcimiento preferido por los vecinos de esos barrios.
El lugar cumple una función de uso recreativo como parque verde abierto, de uso público, similar a los Bosques de Palermo, que las familias usan con alegría los fines de semana.
Pero el gobierno porteño lejos de escuchar a los vecinos va por otro negocio inmobiliario, sin importar las consecuencias. Con mayoría en la Legislatura, el PRO aprobó la ley que permite levantar en ese predio, 11 torres de 20 pisos cada una, que sin dudas, arruinaran el tercer pulmón verde de la ciudad.
Esta ley irracional, impulsada por el afán de ganar plata como sea, sucede en una ciudad que no cumple ni mínimamente el estándar internacional de espacio verde por habitante que es de 12 a 14 metros cuadrados y se mantiene en apenas 3,4 m. Aun así, se siguen enajenando espacios verdes indispensables que mejoran la calidad de vida, para realizar negocios inmobiliarios particulares.
Otro hecho más grave aùn, que está incluido en las pretensiones del jefe de gobierno y el bloque PRO de la legislatura, es partir en dos el Parque Agronomía y construir alli un estadio cerrado, arruinando un zona de biodiversidad única en la ciudad.
A estos funcionarios y empresarios no les importa nada más que hacer negocios, porque la mayoría vive en barrios cerrados con enormes parques, lujosas casas, espejos de agua privados, escuelas y lugares de entretenimiento asegurados entre muros. Para mantener su escala de vida necesitan negocios constantes y uno de los más redituables es el inmobiliario, por esta razón están rematando todo lo que pueden para conseguir sus objetivos, aun a costa de arruinar la calidad de vida de la población.
La legislatura porteña aprobó la ley que permite este engendro irracional en primera lectura, que afectara a las manzanas ubicadas entre la Av. Warnes, la Av. Chorroarín, las vías del Ferrocarril Urquiza, la Av. Del Campo y Garmendia.
Esa parte del barrio se caracteriza por tener casas bajas, de mucha antigüedad, con una vida muy tranquila. Las 11 torres se harán en ese predio que es lindante a las facultades de Agronomía y Veterinaria. El negociado incluye locales comerciales, de servicios y esparcimiento (aumenta un 20% la capacidad construible establecida en 1997) y además habilita un estacionamiento subterráneo con el 100% de las parcelas privadas.
Seguramente los departamentos serán comprados por gente muy rica que tienen hijos estudiando en alguna de las facultades y también es un gran lugar ideal para alquilar a gente extranjera pudiente que estudia allí.
Los vecinos, como propietarios y habitantes del área se ven afectados por el cambio en las condiciones del barrio donde eligieron vivir, les cambian las condiciones ambientales por un proyecto de desarrollo inmobiliario que dará ganancias multimillonarias a unos pocos y puede generar un colapso en las redes de servicios: no se garantiza la capacidad de la redes de luz, agua y cloacas para la densidad edilicia que se quiere habilitar, además de destruir un espacio verde indispensable para todos los habitantes de la ciudad.